Mayoristas rusos proponen “vías alternativas”

Rusia está llamando a la puerta de otros países productores como Israel o Kazajistán

Bielorrusia es una de las “puertas de entrada” sugeridas por intermediarios rusos
Bielorrusia es una de las “puertas de entrada” sugeridas por intermediarios rusos
Jacinto Castillo
19:29 • 06 sept. 2014

Empresarios del sector hortofrutícola han confirmado las informaciones que circulan en la prensa especializada europea sobre la “utilización” de Bielorrusia y otros países como puertas de entrada al mercado ruso para las frutas y hortalizas europeas y, en este caso, las almerienses. A medida que se acerca el período del año en el que se producen la mayor parte de las exportaciones hortofrutícolas a Rusia, los mayoristas clientes de los tomates y pepinos almerienses están sugiriendo este tipo de solución, en tanto se mantiene el veto.
Las fechas en las que se celebra la feria moscovita de alimentación World Food -14 al 16 de septiembre- coinciden con un período idóneo para establecer acuerdos con las empresas comercializadoras de frutas y hortalizas.
 De ahí, que los mayoristas y distribuidores rusos estén buscando fórmulas distintas de las habituales, ante la esperada ausencia de expositores de los productos que han sido objeto del veto.
Según se ha difundido en medios de comunicación europeos,   el aeropuerto de la capital bielorrusa está registrando actualmente una intensa actividad de tráfico de frutas y verduras europeas que entran en Rusia, como si el origen de estas productos fuera el de dicho país.  Según estas fuentes, los “volúmenes de productos hortofrutícolas gestionados en el aeropuerto de Minks se han disparado repentinamente”. En un tono evidentemente irónico, se puede leer que “sorprendentemente, Bielorrusia está ahora produciendo limones, pomelos y piñas para Rusia”. 




Bielorrusia No es extraño que Bielorrusia esté desempeñando este papel, ya que esta país es uno de los que se han mostrado más partidarios de integrarse en la proyectada unión aduanera defendida por el presidente ruso Vladimir Putin desde bastante tiempo y que contó, en su origen, con la posibilidad de incluir también a Ucrania. El otro país clave en el proyecto de esta Unión Aduanera Euroasiática es Lituania, precisamente otro punto caliente en la entrada de frutas y hortalizas en Rusia.
En cualquier caso, hay que recordar que Rusia sólo produce algo más del 20% de las frutas y hortalizas que consume, por lo que su dependencia del exterior en este aspecto es esencial.
Por ese motivo no es extraño que el cierre de fronteras esté generando una actividad comercial “extraoficial” como esta que se ha detectado en Bielorrusia y que podría desarrollarse también en otros países a tenor de las “sugerencias” que están recibiendo en este sentido algunas comercializadoras almerienses.
Pocos expertos en comercio internacional hortofrutícola dan crédito a la posibilidad de que los países que Rusia ha destacado como proveedores de frutas y hortalizas puedan acomodarse a la demanda efectiva.
No obstante, las agencias de información rusas vienen informando desde hace semanas del incremento en las expectativas de producción de países como Kirguistán y Kazajistán, además de augurar una mayor producción en zonas agrícolas en el entorno del Mar Negro.




Otros orígenes La postura del Kremlin respecto a las consecuencias del embargo a una larga lista de productos agroalimentarios de la Unión Europea, Estados Unidos y otros países firmantes de las sanciones se orienta hacia otros orígenes, Sobre todo el caso de los hortofrutícolas.
Recientemente, la agencia de noticias rusa RIA Novosti difundía declaraciones del ministro de Agricultura, Nikolái Fiódorov, tras un encuentro con la embajadora de Israel en Moscú, Dorit Golende, en las que quedaba claro el  interés de Rusia por acrecentar las importaciones agroalimentarias de dicho país. Según el Servicio Federal Ruso de Aduanas, Israel aumentó las exportaciones de verduras a Rusia en el 27% en 2013 y se situaron en 240,7 millones de dólares, las importaciones de frutas crecieron en 16% y se situaron en 98 millones de dólares.
Más allá  de las cifras y expectativas está claro que Rusia está convirtiendo el veto a los productos agroalimentarios, especialmente los hortofrutícolas, en una arma diplomática. 









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