Los agricultores acusan directamente a los ‘brokers’ del hundimiento de los precios de las frutas y hortalizas en los mercados agrarios internacionales y particularmente en los europeos. Productos de gran consumo como el tomate, el melón o la sandía han perdido estos días la mitad de su precio debido a las presiones especulativas, según la acusación que ha realizado Coag.
La situación es tan más incomprensible por cuanto en las últimas semanas se ha registrado un incremento en el consumo de frutas de verano como el melón o la sandía, y de hortalizas como el tomate o el pepino, que está entre el 30 y el 35 por ciento. En el caso de los frutos veraniegos los aumentos son más que notables: un 35 por ciento en las exportaciones de sandía y de casi un 50 por ciento en las de melón.
La Coordinadora de Agricultores y Ganaderos (COAG) ha denunciado estas práctivas ante el Ministerio de Agricultura y sostiene que se trata de “maniobras especulativas del veto ruso por parte de los grandes operadores del mercado para presionar a la baja los precios de frutas y hortalizas de una forma totalmente injustificada”, según ha manifestado el almeriense Andrés Góngora, responsable estatal del sector de frutas y hortalizas de Coag.
Alta demanda La organización agraria afirma que la situación es crítica para los productores y que no existen razones objetivas para que el mercado se esté comportando de esta manera “ya que se aprecia una elevada demanda y una gran fuidez de ventas pero los precios de los productos no lo reflejan”.
Góngora ha manifestado que le parece ‘intolerable’ que un puñado de grandes operadores “utilicen de forma torticera y especulativa el veto ruso para hacer el agosto a costa del bolsillo de los agricultores, provocando distorsiones artificiales en el mercado que para nada obedecen a la lógica de la oferta y la demanda”.
El efecto del veto Frente a quienes minimizan los efectos del veto ruso sobre el sector hortofrutícola almeriense, Andrés Góngora sostiene que el efecto es palpable en las pizarras agrícolas, donde el tomate se paga a 0,27 euros y el calabacín a 0,24 euros el kilo, en ambos casos por debajo de los costes de producción que tiene el agricultor. Los precios además están a la baja, a pesar de la demanda en la campaña primavera-verano, debido a las maniobras especulativas de las grandes distribuidoras.
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