Alejandro, uno de los fundadores de “Niña Alegría” en Aguadulce, nos cuenta cómo decidió emprender en el mundo de la hostelería en una época en la que parecía más difícil que nunca.
La razón de su creación fue la falta de un lugar familiar en el que disfrutar de los desayunos y meriendas de forma artesanal así que no lo dudaron y decidieron crear ese lugar soñado.
Muchas han sido las dificultades que han tenido que salvar para poder mantener a flote su actividad comercial, pues su apertura coincidió con la terminación de la primera ola de la Covid-19.
Actualmente la medida que más perjudica a “Niña Alegría” es verse en la obligación de cesar su actividad a las 18:00 y no poder desarrollar adecuadamente el turno de meriendas caseras.
Este negocio va mucho más allá de lo tradicional en un comercio hostelero, pues ofrecen una combinación inigualable del placer de disfrutar de productos elaborados artesanalmente con la posibilidad de poder pasar tiempo libre con amigos y familias en un entorno en el que los niños tienen su propio espacio para jugar.
La visión de futuro es clara: seguir creciendo y aumentando la oferta de productos. Además, el objetivo que persiguen sus fundadores es poder crear una franquicia de forma que el negocio pueda expandirse por muchos lugares más allá de Aguadulce.
“Niña Alegría” es un claro ejemplo de que en tiempos difíciles las cosas pueden seguir saliendo bien gracias al esfuerzo, el entusiasmo y la dedicación.
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