La Diócesis de Almería no tiene solo un problema tan material y tangencial como el de la millonaria deuda bancaria sobre la que han corrido ríos de tinta en los últimos años. También hay otra crisis, mucho más silenciosa y generalizada en la Iglesia: la crisis de vocaciones también golpea al Obispado de Almería.
Más allá del número de seminaristas que se preparan en Murcia para ser los futuros pastores del rebaño almeriense, las cuentas sacerdotales cuadran cada vez peor en la Diócesis de Almería: tanto es así, que dos de sus más jóvenes sacerdotes han dejado de ejercer como tal y se encuentran inmersos en el largo y complejo proceso para dejar de ser curas.
Tal y como ha podido saber LA VOZ, uno de los jóvenes sacerdotes no ha vuelto a ejercer como tal desde el pasado mes de septiembre, mientras que el segundo de los casos es más reciente.
En ambas situaciones, el Obispado de Almería ha tenido que suplir a golpe de vicario el trabajo que hacían sendos párrocos en algunas iglesias de la provincia de Almería, siendo principalmente Francisco Sáez e Ignacio López, vicarios de pastoral y general, respectivamente, los que ahora mismo llevarían a cabo determinadas labores en las parroquias que se han quedado sin sacerdote en los últimos meses.
El proceso
Más allá de la íntima y muy personal decisión de dejar de ser sacerdotes, el abandono de estos dos curas de la curia almeriense produce un importante problema en la Diócesis de Almería, especialmente grave si se tiene en cuenta que ambos son personas jóvenes con todo lo que ello conlleva: cercanía con los fieles de menos edad y, además, el papel clave que podrían tener en el futuro de la Diócesis de Almería.
En cualquier caso, el proceso para dejar de ser sacerdote y volver a ser laico no es corto, precisamente. Dicho de otra forma, uno no deja de ser cura de un día para otro.
No en vano, el Vaticano tiene establecida la forma de proceder a la hora de algo que, si bien no es lo deseable, es casi tan viejo como el propio sacerdocio: dejar atrás la vida como cura.
Así, en sus “Normas para proceder a la reducción al estado laical en las curias diocesanas y religiosas”, el Vaticano establece cómo es el proceso para salir del sacerdocio.
En estas normas regidas por la Congregación para la Doctrina de la Fe se establece que, antes de dar marcha atrás, la Diócesis debe hacer todo lo posible por evitar que el sacerdote deje de serlo.
En concreto, las normas plantean que las diócesis “deben hacer todo lo posible durante un tiempo adecuado para ayudar al peticionario a superar las dificultades que tiene (...), como, por ejemplo, mediante el traslado a otro lugar donde esté libre de peligros, con la ayuda, según los casos, de compañeros y amigos del peticionario, familiares, médicos y psicólogos”.
Llegado el caso, en el segundo punto las normas vaticanas plantean que “si todo esto no resultara y el peticionario insiste en solicitar la dispensa, se deberán recopilar las informaciones necesarias para la cuestión”.
Es en ese primer punto en el que se encuentran, aún, las causas de los dos sacerdotes que quieren dejar de serlo en la Diócesis de Almería. Si bien la normativa vaticana no establece un plazo para ese primer punto, se suele hablar de un periodo de, aproximadamente, un año, en el que ambos sacerdotes habrán de aclarar sus ideas y su posición respecto a la Iglesia.
Durante ese periodo de tiempo, la Diócesis de Almería se ha comprometido al acompañamiento de ambos sacerdotes que, si bien no ejercen ya sus funciones pastorales, sí continuarán percibiendo el salario que les corresponde como curas de la Diócesis de Almería, en aras de no abandonar a su suerte a estos dos párrocos.
Si su intención es firme finalmente, entonces la Diócesis eleva la causa al Vaticano, tras ‘investigar’ las causas que les llevan a salir del sacerdocio.
Esa investigación (que no es un proceso judicial, aclara el Vaticano), tiene como objetivo demostrar que las causas o circunstancias que llevan al sacerdote a pedir dejar de serlo son ciertas: "como enfermedades, inmadurez, en el orden físico o psíquico, caídas respecto al sexto mandamiento, presiones por parte de la familia, errores de los Superiores, tanto en el fuero interno (con tal de que haya licencia del peticionario) como en el fuero externo, al juzgar sobre la vocación; después de la ordenación: defectos de adaptación al ministerio sagrado, angustias o crisis en la vida espiritual, o en la misma fe, errores acerca del celibato y del sacerdocio, costumbres disolutas, y otras cuestiones de este tipo", plantea el Vaticano en su normativo.
Para ello, la Diócesis puede valerse de "interrogatorios, documentos, deposiciones de testigos, juicio de los médicos y otros testimonios".
Así, a falta de saber cómo continuará el largo proceso de estos dos sacerdotes, dos jóvenes curas de Almería han dejado de ejercer como tales.
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