Deuda del Obispado de Almería: “Las cosas se están haciendo con cabeza”

“A veces que hay que tomar decisiones que no gustan y desprenderse de un bien es doloroso”

Giménez Barriocanal, ante la Catedral de Almería.
Giménez Barriocanal, ante la Catedral de Almería. La Voz
Álvaro Hernández
19:43 • 24 abr. 2024

Decir que Fernando Giménez Barriocanal es profesor de Economía Financiera en la Universidad Autónoma de Madrid es quedarse corto. Ligado desde 1992 a la Conferencia Episcopal Española es, desde 2005, su vicesecretario general para Asuntos Económicos y, con ello, posiblemente la persona que más sepa de la economía de la Iglesia, además de ser su interlocutor ante distintos Gobiernos en no pocas negociaciones.



Giménez Barriocanal ha visitado esta semana Almería, diócesis que no le es para nada extraña, tras haber colaborado estrechamente ante la delicada situación financiera de una Iglesia con una deuda superior a los 20 millones de euros.



¿Cómo está la Iglesia española en lo económico?



Bueno, hablar de la Iglesia en general es muy complicado: hablamos de 70 Diócesis, 23.000 parroquias, más de 14.000 entidades inscritas,... Está en proceso de cambio; cambios sociales y también cambios económicos. Pero al no ser una empresa, lo que hace es gestionar los bienes que tiene y los que capta para el cumplimiento de sus fines: para evangelizar y darse a los demás. Si tenemos más dinero, podemos hacer más cosas. Si no, hay que imaginarse. Pero, normalmente, se procura no gastar más de lo que se tiene.



Uno de los grandes retos a día de hoy es que las parroquias se sustenten a sí mismas...



Es uno de los grandes objetivos. Concienciar a las personas que vamos a la iglesia que las cosas no se sostienen porque sí. Si hay un sacerdote, tiene que vivir, hay que pagar la luz, hay que pagar todos los gastos... En España venimos de una tradición de la época de Franco: que eso lo pagaría el Estado... Pero las cosas han cambiado mucho.



La Iglesia tiene un sistema de colaboración que es la asignación tributaria, que nos da aproximadamente para una cuarta parte de las necesidades que tienen las diócesis y las parroquias, pero lo demás tenemos que ser los fieles los que aportemos. Y, realmente, donde está la prueba del algodón es en las parroquias, donde la gente tiene que darse cuenta de que tiene que colaborar con el sostenimiento. Esa es una de las prioridades ahora.



La idea básicamente es que, si vamos unas 500 personas a la parroquia, de esos bolsillos tienen que salir los gastos corrientes.

Estamos acostumbrados a pagar las cosas. Cuando vamos al supermercado, pagamos lo que consumimos, o vamos a tomarnos una caña, o vamos al cine. Pero no existe esa cultura de que cuando vamos a la iglesia, a catequesis o a misa un domingo hay toda una estructura que hay que sostener para que pueda seguir haciendo el bien y para seguir ayudando a toda la labor de Caritas parroquial, de acompañamiento. Para eso hacen falta recursos.


Y todo esto se pretende en un panorama poco optimista: en España ya solo se bautiza a 3 de cada 10 nacidos y el futuro parece ir encaminado a una reducción de parroquias. 

No es algo nuevo, ocurre en toda Europa: vamos hacia una Iglesia más pequeña. También está unido a la despoblación, que tal vez en Andalucía no se produce tanto, pero sí en las Castillas y el norte de España. Donde había parroquias antes en muchos municipios, ya no hay nadie, así que necesariamente, cambia. 


No es el caso de Andalucía. Almería tiene algo mas de 200 parroquias, pero por ejemplo en Burgos hay 250.000 habitantes -la tercera parte que Almería- y tiene mil parroquias, cinco veces las de Almería. Eso no se puede sostener. Tendrá que haber una reducción.


Y sin embargo, hay algo que debe ser un motivo de orgullo: la X de la declaración de la renta contradice esa tendencia y crece.

Cada vez hay más personas que marcan la casilla de la renta, también somos más contribuyentes los que nos vamos incorporando. El año pasado hubo 109.000 declaraciones en Almería a favor de la Iglesia, 2.600 más que el año anterior. Esto nos llena de esperanza. Hay mucha gente que valora lo que hace la Iglesia, con independencia de que vaya a misa o no, pero comprende que su labor de acompañamiento personal, espiritual y material merece la pena ese gesto que por otra parte no le cuesta nada.


Más allá de lo espiritual, ese crecimiento habla muy bien de la publicidad de lo asistencial, ¿no?

Hay entre 8.000 y 9.000 centros asistenciales en toda España, es la mayor red asistencial que existe y pasan por ella cerca de 4 millones de personas. Hay más de 80 centros aquí en Almería, donde han pasado el ultimo año más de 8.000 personas. Hablamos de esa España más oscura, de esa España víctima de violencia, las mujeres, inmigrantes, los más pobres... Ahí la Iglesia hace una labor especial convencida de que es parte de su misión. Y la gente lo ve.


Nos quedamos en Almería. ¿Cómo se están haciendo las cosas aquí ante la millonaria deuda de la Diócesis?

Lo primero que se hizo fue conocer la situación. En qué momento estamos, cuál es nuestra economía, cuál es nuestro grado de endeudamiento, cuál es nuestra posición en la sociedad... Se hizo un buen diagnóstico y, a partir de ahí, había que tomar medidas para encaminarse en la buena dirección, y no es momento de reproches...


En el pasado se hicieron importantes inversiones, lo que supuso endeudamiento y ahora lo que hay que hacer es afrontar la economía para que las parroquias y toda la estructura de Almería pueda seguir estando al servicio para los demás. Hay veces que hay que tomar decisiones que a nadie le gustan; cuando hay que desprenderse de un bien o hay que renunciar a algo es algo doloroso, pero las cosas se están haciendo con cabeza.


Más de 20 millones de deuda...¿Es tan grave como parece o es mas habitual de lo que pensamos?

Los problemas económicos son naturales en la sociedad y en el ser humano. Y luego hay que diferenciar los problemas que puedan ser derivados de una mala praxis de corrupción. No es el caso. Aquí hubo una falta de acompasar la realidad económica con lo que se quería hacer. Se han acometido muchas inversiones y uno tiene que ver si tiene capacidad de afrontarlos o no. Y cuando hay un desfase, hay que tomar medidas correctoras. Ha pasado en algunos otros sitios pero, gracias a Dios, normalmente las cosas se encauzan. Con esfuerzo y con medidas no populares, se está encauzando.


¿Se echó las manos a la cabeza al ver más de 20 millones de deuda o se escandaliza ya con pocas cosas?

La diócesis mas endeudada de España es Madrid, porque es la más grande, por eso las deudas hay que ponerlas en contexto con la capacidad que tiene uno de devolverlas. Lo importante no es tener deuda, sino esa capacidad, que se demuestra generando un flujo económico o teniendo recursos para en un momento determinado poder afrontar esos pagos. La realidad es que la Diócesis de Almería dispone de esa capacidad. Hay que ver de qué manera lo va a hacer. A mí ya hay muy pocas cosas que me llamen la atención... Y cuando se me ha pedido echar una mano, hemos estado: aquí se me pidió orientar y hemos intentado acompañar como acompaño a todos los obispos de España.


¿Ahora corremos el riesgo de que los tipos de interés se coman aún más dinero?

Me consta que en la Diócesis se trabaja en un plan de reformulación de la deuda para conseguir que los intereses sean los mínimos necesarios.


En cuanto a transparencia, estamos acostumbrados a ver las cuentas de las diócesis, pero no tanto de las parroquias. ¿Se les debe exigir la misma transparencia?

Hay que exigirles toda la transparencia. El portal de transparencia de la Diócesis de Almería es de los mejores que hay y uno pude ver todos los requisitos que están previstos en un estándar internacional de transparencia. La diócesis ha ganado muchísimo y lo está haciendo francamente bien.


Las parroquias no tienen nada que ocultar y tienen la obligación de publicar sus cuentas. Lo deben publicar por compromiso, y porque es la mejor forma de explicar lo que hace la Iglesia: hago estas cosas y lo hago con este dinero. Y la gente lo tiene que saber, y las cuentas tienen que estar publicadas todos los meses en las webs de las parroquias, se tienen que poner en el tablón de anuncios y se tienen que explicar al final de las misas, para que la gente sepa y para que la gente se corresponsabilice. Vivimos en la época de la  transparencia y eso puede ser un lastre para el que quiere ocultar, pero es una gran oportunidad para el que quiere mostrar su verdadero rostro.


¿Qué responsabilidad tenemos los laicos para exigírselo a los sacerdotes más reacios?

Nos tenemos que involucrar con nuestra parroquia, porque forma parte de nuestra familia. Y lo que hay que hacer es ayudar, y ayudar con todo, involucrándose también en los aspectos económicos, incorporarse en los consejos de asuntos económicos parroquiales, ponerse a disposición para llevar las cuentas, para explicarlas, para publicarlas y también para regañar al cura cuando no lo hace.


Ha tenido que negociar con distintos gobiernos desde 1992. ¿Le ha tocado pelearse mucho con ellos?

Cuando llegué en el 92 estuvimos negociando la primera ley de fundaciones y mecenazgo que hubo con Felipe González y a partir de ahí hemos hablado con todos los gobiernos de muchísimas cosas y se han hecho cosas muy importantes: la incorporación a la Seguridad Social de los sacerdotes, la regulación de la asignación tributaria, recientemente hemos firmado un acuerdo para equipara el régimen fiscal de la Iglesia al resto de entidades no lucrativas renunciando a cualquier tipo de beneficio exclusivo de la iglesia... Hemos hablado con todo el mundo.


Y luego, unas relaciones son más cordiales y otras son mas técnicas. Cuando es cordial, es muy divertido aunque no siempre se consiguen acuerdos y otras veces te sorprendes cómo eres capaz de llegar a acuerdos con gente que teóricamente es más distante a ti.


Es importante subrayar que la Iglesia paga los mismos impuestos que otras instituciones, que no es una casta privilegiada.

Se paga lo mismo que cualquier institución no lucrativa, que cualquier fundación. No hay ningún privilegio fiscal. Absolutamente ninguno. Y ha sido por pura decisión de la Iglesia, que ha decidido que las últimas cosas que tenia, como las contribuciones especiales, renunciaba con tal de tener un régimen de equiparación. Es un agente social mas que presta un servicio a la sociedad, que tiene un sistema de colaboración con una sociedad claramente aconfesional pero donde la Iglesia puede jugar un papel por el buen común.


Pero no nos quitamos el lastre, la mala imagen.

Es complicado, pero poco a poco. Nos dicen que tenemos muchos bienes, pero es que 20 siglos dan para mucho. Hay muchas instituciones de la Iglesia, por eso la Iglesia hace tanto bien. Tenemos que seguir insistiendo: hoy en día, la Iglesia no tiene ningún privilegio real. 


Se habla mucho de lo que se recibe por los colegios concertados, pero realmente es un ahorro de mas de 3.000 millones de euros para el estado español gracias a que la Iglesia tiene 2.500 colegios concertados.


Luego está el sueldo de los capellanes, que prestan un servicio en las cárceles y los hospitales. Eso no son subvenciones; son aportaciones de valor a la sociedad. 


Precisamente respecto a los capellanes en las cárceles hay algo pendiente con el Gobierno...

Hace 30 años se firmó un convenio que no se cumple: estamos percibiendo unas cantidades ínfimas por la labor que realizan los capellanes en los centros penitenciarios. Es algo que me apena mucho, porque hay ciento y pico capellanes, 2.800 voluntarios en una labor dura... No todo el mundo se mete en una cárcel a asesorar jurídica y espiritualmente... Eso tiene un valor realmente grande. Tenemos nuestras cosas con el Gobierno porque nos dan una propina y además se dice que es una subvención y no, estoy prestando un servicio a la sociedad y quiero que usted lo reconozco como la prestación de un servicio.


Por último, otra cuestión pendiente con el Gobierno y que va más allá de lo económico tiene que ver con los abusos sexuales. 

La Iglesia está ultimando un Plan de Reparación para las victimas, que prevé el apoyo, el acompañamiento, la prevención, la formación y también el estudio de aquellos casos que están prescritos, que no fueron denunciados en su día y en los que también tienen derecho a una reparación las posibles víctimas.


Paralelamente, el Gobierno acaba de anunciar su propio plan, un plan claramente discriminatorio para más del 99% de las victimas, que no van a ser beneficiarios de ese plan: solo se pone el foco en un pequeño grupo, que son las victimas de la Iglesia. Es claramente discriminatorio. Vamos a estar atentos a lo que establezca el Gobierno, vamos a continuar con nuestro plan, porque estamos dispuestos a reparar lo que haga falta, en lo que convenga, pero no vamos a ser la cabeza de turco de nada, ni estamos dispuestos a que se discrimine a las personas, ni a las instituciones.


Con ese plan de reparación gubernamental, se crean victimas de primera y de segunda...

Realmente, a nosotros lo que nos preocupa son las víctimas y ver la manera en que les podemos ayudar. No se pueden reparar al 100% las cosas, porque los daños están, pero sí podemos acompañar, ayudar, y en su caso resarcir aquellas cosas que se puedan hacer. Se esta trabajando muy seriamente. Están abiertas cerca de 200 oficinas de defensa del menor, se está escuchando a las víctimas, y la inmensa mayoría de las víctimas no van por dinero, van por otras cosas y están siendo ayudadas. Ojalá el Gobierno pueda reconsiderar su actitud y haga un verdadero plan integral para las victimas y de reparación.



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