“Sería muy grave que tras 40 años de trabajo de las comercializadoras, su esfuerzo se viera afectado por la falta de agua en los terrenos. Los países a los que exportamos buscarían otros compradores y podríamos retroceder en el mercado”. El toque de atención lo da José Antonio Fernández, el presidente de la Federación de Regantes de Almería (Feral), que ve con “incertidumbre” la situación de escasez de agua por la que atraviesa la provincia, víctima de la sobreexplotación de sus acuíferos (aguas subterráneas) y de una Administración de momento paralizada.
Es precisamente “incertidumbre” la palabra que más se repite entre los agricultores de la provincia. Luego están otras, como “difícil”, “mala” o “complicada”. Nada nuevo dirán algunos entre un colectivo, el de los agricultores, que nunca parece estar contento con el resultado de la campaña (da igual que el agricultor sea de Almería, Valencia o Burgos, los lamentos son comunes). Sin embargo, en esta ocasión no hablan de sus cosechas, sino de la falta de agua.
La gran huerta de Europa está sedienta y tiene un desafío tremendo por delante: recuperar el equilibrio medioambiental de sus maltrechos acuíferos, que actualmente proporcionan más del 80% del agua que se consume tanto en los hogares como en el riego de los cultivos de Almería, según el cálculo de la Junta de Andalucía. “Yo no quiero echar la culpa a nadie, todos hemos abierto pozos y regado a manto. Pero ahora mismo no se puede seguir creciendo en base a sobreexplotar los acuíferos”, admite José Antonio Fernández, cuya federación integra a más de 200 comunidades de agricultores. “Sin embargo, tenemos otros recursos. Se ha invertido mucho dinero en desaladoras, pero el agua desalada no está disponible por falta de infraestructuras. Hay que tomar medidas con urgencia y realizar inversiones porque la incertidumbre ahora mismo es total”, considera.
Mesa del Agua
Fernández es un agricultor de El Ejido que preside también la Mesa del Agua, un lobby de reciente creación que ha sido capaz de agrupar en Almería a la inmensa mayoría de los regantes y agricultores de la provincia, así como a las organizaciones agrarias (Coag, Asaja y Upa) y empresariales (Asempal). No es para menos. En juego está el futuro del motor económico almeriense, la agricultura: si el valor total de las exportaciones de Almería fue de 3.249.979 entre julio de 2015 y junio de 2016, un total de 2.019.957 correspondieron a hortalizas y otros frutos, según los datosde la Agencia Tributaria.
“En 2010 había una cierta normalidad, con las desaladoras en construcción y con los acuíferos muy recuperados. Pero desde entonces hemos vuelto a la sobreexplotación de los acuíferos. Hoy por hoy las desaladoras están infrautilizadas y alguna incluso en desuso. El agua que se suponía que iban a producir no ha llegado, principalmente por la falta de inversión en infraestructuras de canalización”, reflexiona Francisco Vargas, el presidente de la Asociación Agraria de Jóvenes Agricultores (Asaja) en Almería.
Instalaciones en desuso
La provincia cuenta con cinco desaladoras ya construidas, cuatro públicas y una privada (Rambla Morales, hoy indirectamente en manos de Caixabank), queen total han costado unos 620 millones de euros. Paradójicamente, mientras los acuíferos agonizan y fuentes y manantiales milenarios se secan a lo largo y ancho de la provincia, todas ellas están infrautilizadas. Alguna, como la del Bajo Almanzora, incluso parada tras las lluvias torrenciales de 2012, y en el fango de la presunta adjudicación fraudulenta del caso Acuamed.
Los agricultores ven en el suministro de agua desalada no solo la fórmula para acabar con el déficit hídrico, sino la única salida posible para que dé tiempo suficiente para recuperar las bolsas de agua subterráneas y llegar al equilibrio medioambiental (lograr que entre tanta agua en los acuíferos, como la que se extrae de ellos). “La situación de los acuíferos es muy preocupante, las soluciones que vemos pasan siempre por el agua desalada y los trasvases”, asegura el presidente de Feral y de la Mesa del Agua, que busca el apoyo de las instituciones “para llegar a acuerdos y fijar plazos a corto, medio y largo plazo” que permitan impulsar las infraestructuras que garanticen el futuro del sector agrícola.
El agua desalada es, por el alto coste de su producción, más cara que la de los acuíferos. Su precio ronda actualmente los 50 céntimos por hectómetro cúbico de agua. “Lo justo sería no pagar más de 30 céntimos”, opina Fernández, que hace cálculos y fija en 1.800 euros el precio por hectárea. “Aun siendo cara, sería asumible para el agricultor”, mantiene.
El precio no será sin embargo ninguna traba para los agricultores de la vega, una gente emprendedora que ha convertido Almería en un referente de la agronomía mundial. “Almería no se va a quedar sin agua por su precio, el agricultor de esta provincia la pagará a como se la pongan, aunque nosotros apostamos por fijar un precio único en España”, aclara el presidente de Feral y de la Mesa del Agua.
Mirando a Murcia
La trágica situación hídrica por la que atraviesa la provincia ha llevado a las organizaciones de agricultores a dirigir sus ojos a las administraciones públicas para reclamar que se declare Almería como zona de sequía extrema, lo que permitiría abordar medidas de urgencia para paliar la sed del campo.
Los agricultores miran a la vecina Región de Murcia, donde el Gobierno autonómico llegó a un acuerdo con el Ministerio de Agricultura para decretar esa declaración de sequía extrema, “estando como están en las mismas o mejores condiciones que las que presenta Almería”, según valora Francisca Iglesias, la secretaria provincial de la Unión de Pequeños Agricultores (Upa).
Aunque las organizaciones agrarias no prevén que la actual escasez de agua pueda afectar en exceso a las próximas campañas, tal y como opinan el presidente de Asaja o la propia Mesa del Agua, el reciente caso de la comarca del Almanzora, cuyos agricultores han estado a punto de no poder plantar 4.000 hectáreas debido a la falta de agua, ha colocado en situación de alerta a todo el sector.
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