"En esos años, si la familia de la novia era del bando rojo, no podías casarte"

José Torcuato Moya, guardia civil jubilado, está a punto de cumplir 100 años

Don José dice que el secreto para vivir tanto es “ser bueno”.
Don José dice que el secreto para vivir tanto es “ser bueno”.
Javi Ojeda
22:09 • 03 jun. 2017

Aficionado a la lectura, a escribir y a los toros, José Torcuato Montoya, que trabajó de periodista un tiempo en La Crónica de Almería, repasa sus casi 100 años de vida y su paso por la Guardia Civil.




¿Cuándo nació y dónde pasó su niñez?
El 17 de agosto de 1917 en Padul, en Granada. Estuve allí más o menos hasta los 10 años, cuando marché con mi familia a Casablanca (Marruecos) ya que a mi padre lo mandaron allí por trabajo, era capataz de construcción de carreteras y yo le ayudaba. Estuve en Casablanca 7 años y aprendí a hablar francés y árabe hasta que mi padre falleció en un accidente laboral y volvimos a Padul.




¿Dónde pasó la Guerra Civil?
La Guerra me pilló realizando el servicio militar en 1936 y me mandaron a combatir con los falangistas en Granada, luego a Moclín, al lado de Pinos Puente. Allí las pasé canutas, combatiendo y comiendo pólvora. Recuerdo que el pueblo estaba dividido por un río, un bando en una orilla y otro bando en la otra, por la noche nos hablábamos ya que había eco y nos preguntábamos cosas: “¿rojo que habéis comido hoy? Y nos contestaban “pues garbanzos ¿y tú?” y nos hablábamos así (cuenta entre risas don José). Hubo una vez que lo pasé muy mal. Ellos disparaban a nuestra bandera que estaba en lo alto de una torre nazarí abandonada. Yo me subí a lo alto de la torre para quitarla y escuchaba muchos disparos. Cuando conseguí quitarla, escuché la alegría del ejército rojo porque habían quitado la bandera, pero los míos pensaban que me habían herido. Allí lo pasé muy mal, estábamos rodeados y no teníamos qué comer y nos estábamos quedando sin munición. Entonces, echamos a suertes a ver quién le tocaba salir por provisiones a media noche. Al que le tocó ir, cuando volvía, le pegaron un tiro. Tras la Guerra, recibí la Cruz al Mérito; la gané comiendo pólvora todos los días.




¿Qué hizo después de la Guerra?
Me licencié en el servicio militar y me casé con mi novia que la conocí allí en Moclín donde tuvimos un hijo y empecé a trabajar en el mismo oficio que me enseñó mi padre, en una carretera con un compresor. Era el que más dinero ganaba ya que era el que más trabajaba y el que mejor lo hacía. Estuve 6 años y de allí ingresé en la Guardia Civil.




¿Por qué se hizo usted guardia civil?
Porque me gustaba, siempre me ha gustado y me sigue gustando.




¿Qué exigían para entrar en la Guardia Civil?
Pues las cuatro reglas: sumar, restar, multiplicar, dividir y el dictado. Y no haber combatido a favor del ejército republicano ya que lo miraban con lupa. En aquellos años se miraba quien era nuestra familia y hasta tenías que presentar un informe de los parientes de las novias para poder casarse; si la familia de la futura mujer era del bando rojo no te podías casar.




¿Dónde hizo la Academia y cuál fue su primer destino?
La hice en Madrid, donde se encuentra actualmente el Parque Móvil de la Guardia Civil. Después he estado en varios sitios. Mi primer destino fue en el puesto de Guainos, en Adra, allí nació mi hijo pequeño (1945 a 1952). Estuve 7 años porque antes en la Guardia Civil no se podía estar más de ese tiempo en el mismo puesto. Mi segundo destino fue en Macael (1952-1959), allí pasé otros siete años. Los siguientes siete los pasé en Purchena (1959-1966), luego volví a Macael (1966-1973) y mi último destino fue en Roquetas donde ya me jubilé con 65 años en 1982.




¿Recuerda su primer sueldo como guardia civil?
Sí, unas 200 pesetas (1,20€).


¿Tenía vacaciones?
Pues vacaciones tenía cuando las solicitaba y me las concedían. Para que me las dieran tenía que ir a la Compañía a que me examinaran y si no sabía los artículos, no me concedían las vacaciones.


¿Cómo eran los cuarteles en los que estuvo?
Los cuarteles eran muy viejos y no teníamos luz. En Guainos teníamos un aljibe donde sacábamos agua para beber y teníamos un pequeño huerto para poder comer y unas gallinas. En Macael pusieron dos inodoros en un patio, uno para las mujeres y otro para los hombres. Alrededor del patio estaban los pabellones donde vivíamos los guardias con nuestras familias.


¿Cómo era el uniforme de la Guardia Civil?
Pues vestíamos con una camisa verde y una guerrera abrochados hasta el cuello, tricornio y capa, con el mosquetón a la espalda, botas y con trinchas, así hacíamos los servicios. En verano igual, sin capa y un tricornio forrado de tela con una cortinilla en la nuca. Luego nos cambiaron el uniforme, era más o menos igual que el otro, pero nos pusieron una gorrilla verde. Dentro de los cuarteles, si íbamos con uniforme, teníamos que usar un gorro cuartelero con una borla.


¿Qué horario tenía y como eran los servicios que le nombraban?
Allí no teníamos un horario fijo, teníamos servicios a pie incluso de 14 o 15 horas. Alguna vez hice servicio en bicicleta en Guainos, luego ya no. Los servicios de puerta eran de 24 horas y de allí no me podía mover, hasta dormía en una cama que teníamos preparada en la habitación de armas. Me acuerdo que en una ocasión, estando en Macael, un compañero hizo el examen para cabo y llamó al cuartel diciendo que había aprobado. De la alegría yo salí al patio a decirle a la mujer la noticia con tal mala suerte que, en ese momento, llegó el teniente y me arrestó. Estuve arrestado en mi domicilio sin poder salir 7 días, fue la única vez que me arrestaron. Por último, un años antes de jubilarme en Roquetas, me obligaron a comprar una moto para realizar servicios con ella, ya que los propios guardias teníamos que comprarnos nuestra propia moto para no hacer servicios a pie, ¡Pero que me obligaron! (recalca Don José).


¿Recuerda alguna anécdota de cuando era guardia civil?
Estando en Macael, me dijeron que tenía que buscar a uno que robó en una joyería y habíamos averiguado que era de Quesada (Jaén). Estando de servicio cogí, me monté en el tren, me fui a Quesada hasta que lo encontré. Lo cogí y me lo llevé de vuelta a Macael, todo esto yo solo.


¿Cómo ve a la Guardia Civil hoy en día?
Mejor, mejor, mejor, mucho mejor que cuando yo estaba, con coches, horarios, vacaciones. Antes, para pedir un día libre tenía que pedir permiso y que me lo concediera. En ese día libre no podía alejarme mucho del puesto y en las vacaciones lo mismo, tenía que avisar donde iba, y presentarme de uniforme en el puesto donde iba a pasar las vacaciones e informar donde me iba a quedar. Hasta tenía que pedir permiso para ir de uniforme desde el cuartel al bar que estaba en frente.


¿Recuerda cuánto cobraba cuando se jubiló?
Pues alrdedor de 15.000 pesetas (90€).


¿Qué hizo entonces?
Después de jubilarme, estuve buscándome la vida y empecé a trabajar de guarda jurado con un uniforme en la Urbanización de Roquetas, y como sabía hablar francés, me encargaba de enseñar aquello a los franceses que querían comprar pisos.


¿Cuál ha sido su secreto para vivir todo un siglo?
Pues no lo sé, buena comida, buena salud, ser bueno, no he fumado nunca y alguna vez un vaso de vino comiendo.



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