Los restos que aún perduran en el cerro del Espíritu Santo, casi cinco siglos después de que la ciudad de Bayra pereciera por un fatídico terremoto, hablan de su historia. Cada trozo de muro, los materiales con los que fue construido o la técnica utilizada dan pistas del pasado de una ciudad musulmana amurallada ubicada en la frontera del Reino de Granada.
Para entender lo que el yacimiento esconde, es necesario verlo con los ojos de un arqueólogo. O de dos, en este caso. Y es que el pasado viernes, Domingo Ortiz (director del Museo Histórico de Vera) y Lorenzo Cara (exconservador de la Alcazaba de Almería) ofrecieron una conferencia sobre la antigua ciudad de Vera donde expusieron sus investigaciones a lo largo de más de treinta años en el Espíritu Santo.
Pensada para perdurar
Las murallas de Bayra, la vieja Vera, estaban construidas en muy buena calidad, pensadas para perdurar y resistir ataques enemigos. Al menos, esa es la teoría de Lorenzo Cara. “En los restos encontrados hay vestigios de hasta ocho momentos constructivos distintos, lo que habla de las múltiples reparaciones llevadas a cabo en la muralla”, explica el arqueólogo. No obstante, la que parece la obra fundacional es posiblemente de la etapa de los Reinos de Taifas, de principios del siglo XI. La base de la torre posee un basamento sólido o zarpa de muy buena calidad, impensable en otras obras al uso. “Es similar a lo que encontramos en las Torres de La Chanca de Almería, lo que nos habla de que era una obra de importancia, con un estilo muy característico de Almería”.
Esta zarpa, o base más ancha que sostendría al cuerpo principal de una torre o muro, debía de ser un sistema de defensa para evitar que los atacantes socavasen la muralla para derrumbarla, técnica utilizada en las batallas del siglo XI. Además, estaba construida con tapial dulce, es decir, con mucha cantidad de cal, lo que la hacía más resistente. “La arena que se aprecia no es de las proximidades, debió de venir de Sierra Cabrera o Sierra Alhamilla, lo que habla de la importancia que se le dio a su construcción”, narra Lorenzo Cara. Estos nobles materiales que se observan también en la cumbre del cerro, en la alcazaba con tres torres que coronaba la ciudad, hablan de que, posiblemente, fuese un gobernador (cadí) de una familia noble granadina el que la habitase, tal como puede leerse en algunas fuentes escritas.
Domingo Ortiz, quizás el máximo conocedor del yacimiento veratense, explica que la ciudad sería, posiblemente, inexpugnable. “La altura de las murallas más la propia orografía del cerro harían inútil un ataque”. A eso hay que unir la dificultad para acceder a ella de los soldados a caballo, ya que posiblemente contaba con un entramado laberíntico de casas.
Una peculiaridad de la Tierra de Vera es que fue una zona fronteriza poblada. “Los nazaríes tenían un concepto de frontera diferente a los castellanos. Los primeros contaban con numerosas aldeas en las tierras limítrofes, mientras que los cristianos las dejaban despobladas”.
Esta situación estratégica hizo de la ciudad una plaza muy deseada por los cristianos, que la atacaron en numerosas ocasiones. Y resistió. Hasta junio de 1488 en el que se rinden a Fernando el Católico y al fin los cristianos consiguen acceder a la alcazaba de Vera. “Se conquistó con negociaciones, pero no con guerra”, resume el arqueólogo Lorenzo Cara. Atrás quedaban casi 250 años de luchas y treguas fronterizas, frente a los castellanos murcianos.
Vera y los terremotos
Todo el sureste peninsular es una zona de continua actividad sísmica. Los veratenses bien lo saben. Les basta mirar hacia el cerro de su antigua ciudad para comprobar las consecuencias del fatídico terremoto del 9 de noviembre de 1518 que sepultó Bayra para siempre. Pero éste no fue el único seísmo que soportó la población musulmana.
Las reparaciones que se observan en los muros del yacimiento, los remiendos y ampliaciones de las murallas, hablan de posibles problemas de derrumbes muy continuados. “Hubo problemas de terremotos antes del de 1518”, teorizan los arqueólogos. Es más, Cara fecha uno de ellos en el siglo XII.
Ahora, en el año que se cumple medio milenio del temblor que cambió su historia, Vera recuerda el pasado con conferencias y actividades enmarcadas en su Año de la Cultura. En 2019, todo quedará recogido en un libro con las conferencias y las comunicaciones presentadas.
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