La huella que deja tras de sí el acoso a un menor dificilmente desaparece. Puede que ni tan siquiera en toda una vida. Por el momento, la familia del joven Alejandro -que saltó a los medios de comunicación nacionales en 2016 tras denunciar un episodio de acoso escolar en un instituto de Olula del Río- acumula tres sentencias judiciales a su favor en tan sólo un año.
Pero lejos de suponer un impulso para el joven, éste sigue sin recuperar la normalidad previa a los insultos y a las amenazas. El último fallo judicial llegó la semana pasada, cuando el Juzgado de Menores dio la razón a la familia de Alejandro y condenó a otro menor a seis meses de libertad vigilada y prohibición de comunicación por golpearle contra una pizarra sin mediar palabra, causándole varias lesiones.
“Un paso importante”
La sentencia “ha sido una sorpresa para nosotros y un paso muy importante porque se reconoce que no estábamos mintiendo en ningún momento, que ocurrieron esos hechos y que no estaban las medidas necesarias aplicadas ni el protocolo de acoso como se dijo en un principio”, subraya Inmaculada Rivas, madre de Alejandro, en declaraciones a este periódico.
Rivas recuerda lo recogido por la sentencia, que subraya la responsabilidad civil solidaria de la Junta al no aplicar las medidas necesarias para evitar la agresión pese a las advertencias de la familia. Es más, la delegada de Educación Francisca Fernández tachó entonces de “impecable” la labor del instituto. Inmaculada asegura que “no espero disculpas porque sé que no las van a pedir pero confío en que les sirva para que, cuando haya un caso, lo investiguen y no llegue hasta donde están llegando los niños; porque a veces no pueden más y llegan hasta el suicidio”.
Incomprensión
Lo dice con conocimiento de causa porque en las últimas semanas ha estado en contacto con otras familias y, en concreto, con una madre cuya hija decidió quitarse la vida tras varios episodios de acoso. Ese contacto le ha servido para conocer lo que ha conseguido estos dos años de lucha. “Mucha gente me ha dado las gracias porque dicen que he dejado una puerta abierta. Por eso creo que ha sido un paso importante y estoy contenta”.
Sin embargo, en su entorno más inmediato no siempre ha sido entendida de la misma manera. “Hay gente del pueblo que nos ha apoyado y ha estado a nuestro lado pero hay otra parte que ha hecho que la respuesta del pueblo no haya sido la que esperábamos. Incluso nos han dicho que no nos quería nadie y que no sabían por qué seguíamos viviendo aquí”.
Más protección
Pese a reconocerlo como “un camino muy duro” Inmaculada no se arrepiente de haber emprendido su particular cruzada. Ahora habla con conocimiento de causa y analiza qué supone una batalla judicial como esta para un menor acosado y su familia. “En cuestiones de atención psicológica no tenemos queja porque cuando la hemos necesitado la hemos obtenido. Pero se puede mejorar a nivel judicial. Cuando un menor es acosado y agredido se deben adoptar medidas rápidas para que no llegue a una depresión tan profunda como la de Alejandro ni a algo peor, como puede ser quitarse la vida”, analiza.
Detección a tiempo
Una vez que sea firme la sentencia (ante la que cabe recurso) tiene claro que “voy a seguir en la lucha porque hay muchos niños pasándolo mal y quiero ayudar a los padres que lo necesiten”. Por el momento, advierte sobre una serie de síntomas a tener en cuenta antes de que sea tarde.
“Primero, quiero que la gente se conciencie de que no pasa nada por denunciar. Es un delito y hay que hacerlo aunque no sea un trago amable”, recomienda antes de enumerar algunos síntomas que pueden descubrir un caso de acoso. “Notas que baja el rendimiento escolar, tiene pesadillas, deja de hablar, les falta material escolar... y luego, en este caso, empezó a llegar con moratones”. Hasta el momento la sentencia ha servido para hacer justicia pero no repara los daños. “Siempre le comunicamos las sentencias (dice en alusión al menor). Pensábamos que al comunicarle esta última íbamos a obtener algo positivo pero ha dado un bajón. Creo que le ha removido todo y lo tenía olvidado”. Por esto y po mucho más, Inmaculada reitera. “Seguiremos luchando”.
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