El Ejido

La meditación como terapia para mitigar dolores y frenar patologías

El Hospital de Poniente trabaja con éxito esta técnica en la Escuela Infantil de Pediatría

Ana Calcerrada, Mercedes Ortiz y Francisco Vela con materiales usados en el taller.
Ana Calcerrada, Mercedes Ortiz y Francisco Vela con materiales usados en el taller. Fran García
Fran García
21:54 • 17 jun. 2018

Un trastorno psicosomático es una alteración física para la cual no se encuentra ninguna causa fisiológica que la origine, de tal modo que los síntomas se relacionan con algún conflicto psicológico. Es decir, hay un factor psicológico que desencadena una sintomatología orgánica como dolor de cabeza, de barriga o ambas cosas.




Y según explica la psicóloga del Hospital de Poniente, Ana Calcerrada, “tener a un niño con un trastorno psicosomático es muy angustiante para los padres porque ellos ven al niño que dice que le duele y a ellos le dicen que no tiene nada”.




Y es en ese escenario en el que entran en liza los talleres de meditación que está llevando a cabo con éxito el Hospital de Poniente con un equipo compuesto por la propia Calcerrada, los pediatras del centro y la profesora del aula hospitalaria, Mercedes Ortiz.




Coordinación



Según explica Ana Calcerrada, “yo hago de filtro y estructuro los grupos. Los pediatras, desde las consultas o urgencias o plantas, me mandan interconsultas con niños que son susceptibles de entrar a los talleres.  Me los cito junto a los padres, les hago una entrevista clínica, les explico de qué va el taller y como trabajamos las emociones y desde ahí les doy un día y una hora para que empiecen”.




Y ese comienzo les lleva hasta el aula hospitalaria donde inician este trabajo de las emociones junto a uno de sus familiares, generalmente sus madres, de la mano de Mercedes Ortiz, que une a su labor y formación de profesora la de licenciada en psicopedagogía además de haber participado en diferentes congresos sobre meditación y medicina tibetana tanto en Indonesia como en Tibet, Italia y Madrid.




Según confiesa Ortiz, “de lo que se trata es de transformar los aspectos negativos en positivos. Y eso es a base de ir analizando lo que vamos haciendo en la vida que nos va haciendo sufrir. Cuando descubres lo que te hace sufrir y vas tomando parte en ello empiezas a sentir la alegría de que vas en el camino adecuado”.




No obstante, hay que tener en cuenta que este concepto que suena a filosofía pura hay que hacerlo llegar a niños que van desde los 6 hasta los 14 años lo que hace “que sea fundamental la participación de algún familiar para que todos comprendan muy bien lo que estamos trabajando”.


Asimismo, para acercar estos conceptos a los más pequeños de una forma más amena y divertida, Mercedes tiene elaborada una serie de materiales y manualidades que ayudan a los menores a abordar mejor esta actividad.


Usuarios 

Según explica Ana Calcerrada, “se suelen derivar niños con trastornos psicosomáticos, cefaleas, y dolor abdominal recurrente. Y a veces los dos cuadros. Y también niños con hiperactividad o déficit de atención”.


Y en cuanto a la manera de organizarlos, los participantes en estos talleres son agrupados en tramos de edad de más o de menos de diez años, participando en ciclos de talleres que se prolongan durante seis semanas.


Y lo cierto es que, según destaca Mercedes Ortiz, “los niños vienen con la angustia de que lo que tienen son dolores crónicos. Y cuando ven que tienen un componente de estrés que agrava esa situación, ven que la meditación les viene bien”.


Asimismo, según reconoce Ortiz, “los síntomas que tienen, como los dolores de cabeza, se mitigan mucho y ellos mismos ven que se encuentran mejor”.


Por tanto, no es de extrañar la buena acogida que están teniendo unos talleres que, según su impulsora, parten de la certeza de que “los pensamientos negativos restan energía y los positivos energizan. Así que trabajamos para seguir en esa línea y estamos teniendo unos resultados muy buenos”.


Y es por ello por lo que también vienen recibiendo el respaldo de una unidad de Pediatría en la que todo el personal sigue volcado en tratar de hacer que la estancia de los menores en el hospital sea la mejor posible.


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