Hace unas semanas, una vecina de Berja encontró a una perra abandonada que presentaba graves heridas en el cuello, en un viejo cementerio de la localidad. El animal, al que han llamado Pepita Banana, se encontraba en un estado deplorable, “aterrada y famélica”, según han detallado responsables de la protectora El Refugio.
La perra se encontraba en el interior de un viejo cementerio abandonado. “Si no recibía ayuda urgente y atención veterinaria, moriría sin remisión”, aseguran desde la protectora. Por ello, esta vecina fue llevándole alimento regularmente y poco a poco consiguió ir ganándose su confianza hasta que logró cogerla para trasladarla a un centro veterinario, donde recibió asistencia de urgencia. La asociación Rescate Animal Berja intervino directamente, ocupándose de las curas, con la intervención del veterinario local Paco Barrionuevo.
Corte en el cuello
La perrita presentaba un profundísimo corte en el cuello producido por el collar que llevaba puesto, hecho de cuero y trozos de alambre. “Desgraciadamente, muchas veces los perros que se usan para la caza suelen estar atados a cadenas como este caso, toalmente lamentable”, se queja el presidente de El Refugio, Nacho Paunero. “Pepita debió escapar o, incluso, pensamos que alguien pudo lanzarla al cementerio”, explica.
La causa de las heridas que presentaba la perra, según cuenta la protectora, podría ser que el individuo que se hizo cargo de Pepita cuando era cachorrita le pusiera un collar a la medida de su pequeño cuello. Después, el tiempo fue pasando y Pepita fue creciendo, pero su collar no. ¿Cómo sería de grande la indiferencia y la desatención de este tipo hacia la perrita que tenía bajo su responsabilidad, que ni si quiera se percató de que el collar estaba degollando paulatinamente a Pepita?, se preguntan.
Nacho Paunero reconoce que les “entristece enormemente comprobar que entre todos nosotros habitan individuos que muestran una falta tan grande de respeto y sensibilidad hacia la vida de otros seres, y hacia la propia vida en sí misma”.
Final feliz
Por otra parte, ha mostrado su satisfacción por haber podido ayudar a que Pepita Banana esté hoy sana y salva. “Le hemos puesto un nombre tan alegre para intentar ayudar a borrar su triste pasado”. Si alguien quiere adoptarla puede hacerlo entrando en la web de El Refugio (www.elrefugio.org).
Tras ser rescatada, los salvadores de la perra contactaron con la protectora madrileña, quien se encarga de acogerla y continuar con la atención veterinaria y los mimos que propician que hoy Pepita Banana esté totalmente recuperada y deseando poder comenzar una nueva vida, porque la que tuvo hasta ahora fue, según sus cuidadores, “una vida para olvidar”.
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