La segunda excavación en el yacimiento de ‘Macael Viejo’ tuvo lugar a finales del pasado año y se centró en la necrópolis, una vivienda y el aljibe. La aparición de numerosos esqueletos en la necrópolis ha permitido conocer las duras condiciones con las que convivían los macaeleros siglos atrás.
Todos los individuos se encontraban enterrados según el rito musulmán, reposando sobre el lado derecho, con la mirada puesta a La Meca y sin ningún tipo de joyas u objetos. Los restos esqueléticos, una vez exhumados de sus respectivas tumbas, fueron trasladados a Madrid donde fueron exhaustivamente estudiados por el equipo de antropólogos físicos de Universidad Autónoma de Madrid dirigido por el profesor Jesús Herrerin y compuesto por Sofía Zdral y la doctora Natasa Sarkic.
Niños y adultos
En total se encontraron cuatros individuos. Dos niños (uno de entre 4 y 6 años y otro de entre 9 y 11 años) y dos adultos, un hombre y una mujer, de edad avanzada, ambos mayores de cincuentena años en el momento de su muerte.
La salud y la calidad de la nutrición, estudiadas a través de las marcas que ciertas enfermedades dejan en los huesos, revelaron en primer lugar que todos los individuos presentaban una importante patología dental con numerosos indicadores de una precaria salud e higiene oral.
De hecho, ambos niños hallados en este yacimiento presentan un leve retraso en el crecimiento y diversos signos que señalan al estrés metabólico y que ocurrieron en diferentes etapas de su corta vida. En el niño que perdió la vida a una edad de entre 9 y 11 años, los investigadores han encontrado una porosidad patológica en prácticamente todos los restos óseos recuperados “muy probablemente causada por escorbuto (falta de vitamina C) o por raquitismo (falta de vitamina D)”, señalan en un comunicado.
Cargas pesadas
En el caso de los niños, como la enfermedad aún estaba en fase activa en el momento de la muerte, es probable que esta deficiencia pudiera estar relacionada con su fallecimiento. Por el contrario, los dos individuos adultos presentan una robustez importante, con marcas en los huesos relacionadas con la carga y transporte de cargas pesadas y el uso de herramientas en labores agrícolas y en el quehacer diario. La mujer, en sus trabajos diarios, habría utilizado más la musculatura de los brazos que la de las piernas.
El hombre mayor, de más de 60 años y probablemente zurdo, durante de su vida realizó un trabajo físico muy duro, basado principalmente en el uso de los brazos y el trasporte y acarreo de pesadas cargas en la espalda. Este estilo de vida dejó huellas profundas en su columna vertebral (hernias y artrosis), que con seguridad le provocaron dolor, rigidez y pérdida de movimiento. También mostraba signos de haber sufrido varias fracturas en costillas y dedos, las cuales pensamos que podrían estar relacionadas con su exigente actividad laboral. Lo que queda patente con esta investigación es que las condiciones de vida de lo antecesores de los macaeleros de hoy fueron muy duras.
Las marcas halladas en los esqueletos nos sitúan en un escenario de problemas de salud y/o malnutrición, aunque futuras investigaciones con nuevos individuos darán más luz sobre las condiciones de vida y el día a día de la ‘vieja’ Macael medieval.
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