Atravesar a pie los 650 kilómetros del Lago Baikal se ha convertido en todo un reto que solo han logrado contados deportistas de élite en todo el mundo, una hazaña que Carlos García, vecino de Garrucha desde hace años, se ha propuesto completar, convirtiéndose en el primer español en llevar a cabo esta gesta en solitario.
Tras viajar a Siberia, región en la que se encuentra este lago, que contiene una quinta parte de toda el agua dulce de la tierra, Carlos ha partido esta madrugada y se encuentra ya recorriendo la superficie helada del enorme acuífero, un desafío en el que lo acecharán numerosos peligros.
Zona sísmica
Desde la ciudad de Irkutsk, en Siberia, Carlos explicó por teléfono la dificultad del recorrido. “El lago Baikal es una zona sísmica en la que se producen más de 2.000 terremotos anuales y unos cinco terremotos diarios”, una actividad geológica que provoca que la capa de hielo se fracture con frecuencia, según explicó el deportista, que en los días previos ha recorrido diferentes partes del acuífero, pudiendo constatar que en las proximidades del lago se aprecia “un ruído como de truenos, que es el hielo fracturándose a causa de la dilatación y la contracción de la masa de agua congelada”, según afirma este intrépido vecino de Garrucha.
“En un recorrido como este, puedes acampar por la noche en una zona llana y de hielo cristalino y transparente, y por la mañana levantarte con montañas de dos y tres metros de hielo roto que ha crujido y ha formado esos bordes de presión”, explica.
No obstante, y a pesar de las informaciones “que se recibían en España” a propósito de que el hielo del lago tenía “bastante mala calidad y estaba muy fracturado”, según afirma Carlos y según las comprobaciones que ha podido efectuar in situ, la superficie del lago se encuentra “en buenas condiciones”.
Rescate extremo
Aunque se presta muchísima atención a la seguridad, en un ambiente extremo como el del lago Baikal a veces es inevitable que se produzcan accidentes como el sufrido por el polaco Lukasz Rybicki, que cayó al agua ayer tras recorrer el lago durante siete días en un intento por batir el récord mundial de velocidad al cruzarlo y tuvo que ser rescatado en un operativo que fue organizado por el propio Carlos.
Solo ante el peligro
“Aquí no hay organización, ni avituallamientos, ni ruta. Nada. Es una expedición en solitario y sin asistencia de ningún tipo”, explica el deportista, que en su recorrido en solitario arrastrará un trineo de más 50 kilos en el que portará toda la comida, ropa, herramientas e incluso medicinas para un ataque al corazón o congelaciones, según expone.
“Es mi póliza de vida”, asegura Carlos, que señala otros peligros como la congelación de extremidades a causa de las bajas temperaturas, que pueden llegar hasta a superar los -20 grados Celsius. “Hay que estar continuamente monitorizando las extremidades. Si se produce sudor hay que cambiarse inmediatamente de ropa para evitar que se produzca una congelación. A pesar de lo que todo el mundo piensa, las congelaciones no se producen en el exterior sino en el interior de la ropa”, apunta.
Pero los peligros no amilanan a Carlos. “Poder sobreponerme a las complicaciones y adaptarme a las diferentes situaciones que surgen es mi motivación”, apostilla.
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