María Medina
10:44 • 22 ene. 2012
Más del 8 por ciento de los jóvenes de entre 18 y 34 años tienen riesgo de convertirse en adictos a las nuevas tecnologías de la información y de la comunicación (TIC), según se desprende de un estudio de la Asociación Española de Psiquiatría Privada. La asociación para el tratamiento de las adicciones al juego, Indalajer, trata hoy con terapia en Almería a ocho jóvenes de entre 18 y 40 años y presta atención psicológica individualizada a dos menores.
No obstante, son ya más de 40 los que en Almería han logrado, gracias a una actuación a tiempo, dejar la adicción a las nuevas tecnologías. Así lo apunta el presidente de Indalajer, Manuel Fernández López, que insiste en que esta adicción es similar a otras como las compras compulsivas o el juego. “Son los mismos impulsos los que tienen”.
La principal diferencia es que las TIC dejan sin libertad a almerienses “cada vez más jóvenes”. Muchos son estudiantes o empleados en su primer trabajo. Hay otros, escolares, que se enganchan temprano a los videojuegos, dice Fernández.
Muchos pierden, por esta adicción, el trabajo, los amigos y se alejan de su familia. Precisamente es la familia la que acaba por convencerles de que estar a todas horas frente a una pantalla de ordenador, navegando o chateando no es normal.
“Pierden el control del impulso y son quienes forman parte de su entorno los que acaban por dar el primer paso para que los jóvenes adictos puedan salir de esta rueda”, insiste el presidente de Indalajer.
“El perfil de la persona adicta a estas nuevas tecnologías suele ser una persona joven, urbana, con conocimiento de inglés y manejo habitual de ordenadores, de profesión liberal y de clase media-alta”, precisan los expertos. Hasta la fecha, cerca del tres por ciento de los jóvenes comprendidos entre estas edades es adicto a las TIC, según el estudio, lo que hace que los expertos alerten de que este fenómeno puede llegar a afectar al desarrollo y a la salud mental de los adolescentes y que puede generar una gran demanda sanitaria, si no es detectado a tiempo.
Y es que, esta adicción, perder el control sobre uno mismo es una enfermedad, insiste Manuel Fernández López que, al igual que muchos psiquiatras, aconseja que, si el menor tiene un bajo rendimiento o fracaso escolar, irritabilidad, pérdida de interés por actividades que realizaba previamente, trastornos del sueño o distanciamiento de la familia o amigos, puede esconderse un caso de adicción a las TIC. “Y si tienen dudas, la sede de Indalajer en la avenida del Mediterráneo, está abierta. Resolvemos dudas y escuchamos antes de dar una opinión o un consejo”, dice.
No obstante, son ya más de 40 los que en Almería han logrado, gracias a una actuación a tiempo, dejar la adicción a las nuevas tecnologías. Así lo apunta el presidente de Indalajer, Manuel Fernández López, que insiste en que esta adicción es similar a otras como las compras compulsivas o el juego. “Son los mismos impulsos los que tienen”.
La principal diferencia es que las TIC dejan sin libertad a almerienses “cada vez más jóvenes”. Muchos son estudiantes o empleados en su primer trabajo. Hay otros, escolares, que se enganchan temprano a los videojuegos, dice Fernández.
Muchos pierden, por esta adicción, el trabajo, los amigos y se alejan de su familia. Precisamente es la familia la que acaba por convencerles de que estar a todas horas frente a una pantalla de ordenador, navegando o chateando no es normal.
“Pierden el control del impulso y son quienes forman parte de su entorno los que acaban por dar el primer paso para que los jóvenes adictos puedan salir de esta rueda”, insiste el presidente de Indalajer.
“El perfil de la persona adicta a estas nuevas tecnologías suele ser una persona joven, urbana, con conocimiento de inglés y manejo habitual de ordenadores, de profesión liberal y de clase media-alta”, precisan los expertos. Hasta la fecha, cerca del tres por ciento de los jóvenes comprendidos entre estas edades es adicto a las TIC, según el estudio, lo que hace que los expertos alerten de que este fenómeno puede llegar a afectar al desarrollo y a la salud mental de los adolescentes y que puede generar una gran demanda sanitaria, si no es detectado a tiempo.
Y es que, esta adicción, perder el control sobre uno mismo es una enfermedad, insiste Manuel Fernández López que, al igual que muchos psiquiatras, aconseja que, si el menor tiene un bajo rendimiento o fracaso escolar, irritabilidad, pérdida de interés por actividades que realizaba previamente, trastornos del sueño o distanciamiento de la familia o amigos, puede esconderse un caso de adicción a las TIC. “Y si tienen dudas, la sede de Indalajer en la avenida del Mediterráneo, está abierta. Resolvemos dudas y escuchamos antes de dar una opinión o un consejo”, dice.
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