Entre la ciudad de Orán y la base aérea de Bousfer, una pequeña localidad turística mancha sus pies en la arena del Mediterráneo. Ain Turk amanece cada día como un balcón con vistas a Europa y una playa llamada Paraíso (Paradis Plage).
La mañana del 16 de octubre las barcas tomaron posiciones algo más al norte, en una zona alejada de la mirada de los hoteles y las tiendas. Los promotores del viaje captaron a un grupo de jóvenes argelinos, la mayoría de apenas 20 años. Trece varones, una mujer.
El mecanismo está muy rodado. Ain Turk, Arzew, Mazalquivir y Mostagamen se han convertido en las principales plataformas de las mafias para el envío de pateras en la llamada ruta argelina y los traficantes alimentan los viajes clandestinos con taxis flotantes capaces de transportar pequeños grupos hasta Almería en apenas cuatro o cinco horas.
Los jóvenes viajaron desde las ‘wilayas' interiores hasta las provincias costeras del noroeste con el objetivo de encontrar un asiento entre el pasaje y convertirse en la última remesa de ‘harragas’ en alcanzar la orilla de Cabo de Gata. La patera soltó amarras la noche de sábado. A bordo viajaba Yaagoubi Mouhcine, un joven marroquí a quien sus allegados conocían con el apodo de Hasni. En noviembre cumpliría 24 años.
“Estaba en Argelia para coger una patera y su intención era ir directamente con su madre, que vive en Navarra; solo buscaba una vida mejor”, explica un familiar llamado Jawad.
“Por la mañana le mandó un mensaje de audio de WhatsApp para decirle que saldrían por la noche. La patera salió desde Ain Turk entre las 21 y las 22 horas con destino a San José y ya no supimos nada más de él”.
Los viajes
Sobre la pequeña cubierta de fibra navegaban también Khaldi Omar de 23 años y Elyamani Abdelhafid de 26. “Salieron sobre las 22 horas, pero no sabemos exactamente su destino porque mis primos lo hicieron todo de manera discreta”, lamenta Imad.
Como Jawad o Imad, Sabrina perdió la pista de su familiar en la caída de la madrugada y desde entonces rastrea las informaciones sobre los naufragios en el Mar de Alborán con la esperanza de tropezar con una historia de supervivencia, un rescate milagroso dos semanas después de la tragedia.
Vuelco y rescate La patera consiguió cubrir buena parte de la travesía (200 kilómetros), pero comenzó a hacer aguas a unas 18 millas náuticas de tierra. El barco se fue a pique y los migrantes quedaron a merced de las olas en la oscuridad. Eran las cuatro de la madrugada, en mar abierto.
Solo dos de los 14 viajeros terminarían por salvar la vida. Jawad cita el relato de uno de ellos. “Estaban a unos 35 kilómetros de Almería. El agua empezó a entrar por los lados y todos se asustaron. Se levantaron y desnivelaron la barca. Había más gente en un lado y la patera volcó”.
De los instantes posteriores solo se conocen los detalles referidos a los rescates. El primer superviviente, un varón de nacionalidad argelina, apareció a las 15 horas del domingo sosteniéndose a flote a duras penas. Un velero noruego topó con el joven al sureste de Carboneras. Los tripulantes lo llevaron a San José (Níjar), donde fue atendido.
Para entonces Salvamento Marítimo peinaba una amplia franja de la costa levantina en la búsqueda de los náufragos en esas primeras horas cruciales. El helicóptero encontró pasadas las 16 horas a una mujer en el agua y la trasladaron hasta el Aeropuerto de Almería, donde esperaba una ambulancia.
Dos supervivientes y 12 desaparecidos. Decenas de familiares con la angustia del vacío. Allegados como el hermano de Elyamani Hafid, que llegó a Almería con fotos de su hermano, o la madre de Mouhcine rastreando centros de acogida de la provincia. Todos ellos escriben la última historia de muerte en Alborán.
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