“Una vez le hice a mi mujer un cesto para los huevos y dije bueno y
¿porqué no puedo hacer otros cestos?”. Así comenzó la afición
de Pedro Contreras por el oficio del esparto. El veratense que nunca
antes se había dedicado a esta artesanía, al llegar a su jubilación
se planteó que tenía que hacer algo para mantenerse activo y útil.
Así llegó hasta lo que Contreras define como “un despertar del
ayer”.
El oficio de
espartero se perdió hace ya mucho tiempo, sin embargo no hay que
olvidar que fue un trabajo fuertemente representativo en la provincia
de Almería. “Al final es algo que llevamos en los genes la gente
de Almería, por eso siempre nos han llamado la famosa expresión
‘legañosos y esparteros’, una expresión que nunca me ha gustado
emplear y que a mi me picaba en mi amor propio”. Que
te llamaran “legañoso” en aquellos años tenía una connotación
despectiva, pues el
legañoso, aparte de tener ese un
mal en la visión,
generalmente era de clase
baja. Aquella parte
de la población trabajaba y vivía en el campo fabricando todo tipo
de utensilios de esparto.
Hoy
en día se ha conocido que el esparto producía la infección del
tracoma, que provocaba picazón
e irritaciones leves
en los ojos y en los párpados. Además esta afección daba la
sensación de tener los párpados hinchados y drenaban. Sin
tratamiento, el tracoma puede
provocar incluso ceguera.
“El esparto estuvo
muy relacionado con la agricultura, aunque es una planta silvestre
que crece en los montes. Es una planta que hay que cogerla en verano
y tiene un proceso. Primero se seca al sol, luego se pone en remojo
durante un mes y luego se pica con unas mazas. Y esto generaba una
riqueza extra, importante para los agricultores”, recuerda Pedro
Contreras que según nos cuenta es hijo de “campesinos” y ya
desde pequeño estuvo acostumbrado a ver como en su casa se usaba el
esparto para los enseres del hogar. “Si hacía falta una soga, si
hacía falta una espuerta, todo se hacía con esparto”; por este
motivo el veratense decidió recuperar esta etapa de sus vivencias,
aunque claro, con ciertas diferencias.
Según comenta el
artesano “yo me dedico al esparto fino, hago escudos de esparto,
cestas decorativas, centros de mesa, indalos etc. Hago más bien
decoración, que no solamente gusta al turismo, sino también a la
gente de nuestros pueblos”.
En el taller de
Pedro Contreras, ubicado en la calle Diego Caparros, una de las más
céntricas del municipio de Vera, se pueden observar escudos de
esparto, cestas decorativas, centros de mesa o indalos, entre otros
motivos que tiene expuestos al público.
Pedro cuenta que su
objetivo con este oficio no es ganar dinero sino disfrutarlo. “Yo
me encuentro muy a gusto haciendo mis piezas y viendo la gente pasar,
porque ya a mis 77 años ya, ¿dónde voy, me voy a hacer torero?
Pues, no. Tengo que hacer algo de lo nuestro y lo nuestro es esto”,
confiesa el autor.
Este veratense ha
vendido algunas de sus piezas a Bélgica o a Nueva York, “y pienso
¿qué pensarán esos norteamericanos que no saben ni lo que es el
esparto, al coger una cesta de esparto en la mano?”, se pregunta el
espartero, que cuenta emocionado que “me he sentido orgulloso que
el escudo de Vera haya ido a Nueva York haya ido a Ecuador y haya ido
a muchos sitios”. Pedro Contreras concluye esta afición como la de
“un viejo que no ha sido espartero toda la vida, pero que hoy se
siente espartero”.
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