Rusia continúa con la invasión en Ucrania. Por ello son muchas las familias ucranianas que buscan, en medio de la incertidumbre, salir de su país y poder sobrevivir a los misiles y ataques rusos. Una de esas familias ha conseguido llegar hasta la Alpujarra Almeriense. Se trata de Zhanna y Polina que han emprendido un largo viaje desde Kiev y recientemente han llegado a Canjáyar.
Todo comenzó el pasado 24 de febrero cuando Rusia inició el ataque contra Ucrania. Zhanna, de 49 años, y Polina, de 14 años, vivían en el margen izquierdo del río Dniéper, en la capital ucraniana, y desde allí comenzaron a vivir una situación de pánico, miedo e inseguridad, ya que como cuenta a LA VOZ la propia madre, desde su vivienda veían los misiles pasar y escuchaban las bombas estallar, mientras sentían una gran "impotencia" de que esto esté sucediendo. "Siento un gran pánico y miedo. Nunca pensé que sucedería, porque Ucrania y Rusia eran amigas y lucharon juntas en la Segunda Guerra Mundial". En su zona no hay refugios cercanos, por lo que el lugar más seguro que tienen en casa era el cuarto de baño.
Dos días después, madre e hija emprendieron su camino para salir de Ucrania gracias a Svetlana, amiga de Zhanna y madrina de Polina. Ella también estaba muy asustada y les ofreció irse el día 26. Si no fuera por la ayuda de Svetlana, se habrían quedado en Kiev, relata. Se fueron casi con lo puesto, con una maleta pequeña y tres mochilas, y sin ningún plan sobre hacia dónde ir. Otra de sus dudas era que Polina no tenía pasaporte válido. De camino a la frontera con Polonia, se dieron cuenta de que había largas colas en la frontera (tres días), y decidieron cambiar la ruta e ir a la frontera con Rumanía, aunque, como dice Zhanna, era más rápido que la carretera al país polaco, pero aún así fue lento. Era un momento de mucho estrés e incertidumbre donde tuvieron que ir tomando decisiones sobre la marcha.
En el camino tuvieron que pasar la noche en Lvov y Chernivtsi, donde relata que "muy buenas familias" les dieron mucha ayuda, brindándoles alojamiento, alimentación y mucha atención y calor de corazón. En Chernivtsi, junto con los dueños de la casa, se escondieron en el sótano por la noche durante el ataque aéreo.
Fueron en el coche de Svetlana pero la mala suerte hizo que a 9 kilómetros de la frontera, y tras un largo camino, la batería del coche se rompiera y teniendo que seguir el camino haciendo autostop, también hicieron frente al mal tiempo y a las bajas temperaturas. Haciendo autostop consiguieron avanzar con una mujer y su hijo que viajaban en su vehículo y posteriormente con un sacerdote ucraniano, de los que esta familia solo tiene palabras de agradecimiento hacia ellos.
Salida de Ucrania
Se aproximaban a la frontera con Rumanía, para después cruzar la frontera y dejar atrás con gran sufrimiento, preocupación y recuerdo constante a su país y a su familia. Zhanna, que viaja con su hija, tiene en el país ucraniano a su madre, de 80 años, a su suegra, que relata que es un poco más joven, y a su marido, de los que tanto ella como su hija se acuerdan diariamente, y siempre que pueden hablan con ellos para saber cómo están.
Una vez en Rumania tenían dos opciones: Alemania o España. Al final se decantaron por Canjáyar, donde reside un amigo y profesor de ambas de inglés, Kevin Mutch. El idioma, ya que Zhanna habla español y Polina inglés, además de otros factores hicieron que este fuera el destino. Además, Kevin, quién ha estado en contacto con ellas durante el viaje, dispone de una casa grande donde madre e hija pueden instalarse.
Desde Rumanía tuvieron que hacer dos trayectos en avión, el primero desde Suceava a la capital rumana, Bucarest. También tuvieron algún problema con algunos trámites para seguir su camino desde Rumania hacia España, ya que como señaló el alcalde de Canjáyar, Juan José Romera, a LA VOZ, hubo que enviar un informe reflejando que venían a este municipio y contaban con un alojo, en este caso a la vivienda de su amigo Kevin.
España
El segundo trayecto fue el de Bucarest a Barcelona. Zhanna relata que hasta su llegada a la ciudad condal ha sido un viaje "muy difícil", pero han encontrado "mucha ayuda" tanto en esta parte del viaje como hasta su llegada a la provincia almeriense.
En Barcelona, después de varios días con amigos, cogieron un trayecto de tren hacia Almería. Además pudieron realizarlo sin coste ninguno gracias a Renfe, que ofrece gratuidad en todos sus trenes para los ciudadanos refugiados de Ucrania que lleguen al país y deseen desplazarse a cualquier punto del territorio nacional. Tras un largo y duro viaje al fin se encuentran en este pueblo de la Alpujarra Almeriense, donde llegaron esta semana y ya han podido descansar un poco.
Ahora, ya en un lugar más seguro madre e hija vuelven a sonreír, aunque siguen con la tristeza y la preocupación por sus familiares y su país. Tienen una planta de la casa para ellas, con todos los requisitos básicos como el aseo, las habitaciones, entre otros. También cuando pueden hablan con sus familiares vía telefónica, ya que como indica Kevin, su compañía le facilita minutos gratis para llamar a Ucrania y que ambas puedan hablar con su familia.
Ambas se sienten muy agradecidas, ya que en el pueblo han tenido una gran acogida, y relata la madre que los vecinos son muy "amables" y que les ayudan mucho. Han recibido muchos bienes de primera necesidad como ropa, comida, entre otros. Además de los vecinos también ha ofrecido mucha ayuda la Asociación de Mujeres de Canjáyar, como indica Kevin. Están teniendo un gran arropo de los almerienses, hasta el punto de que mucha gente que no conoce Kevin, llegan a la casa de este vecino con regalos para la familia ucraniana.
Zhanna cumplirá en Canjáyar el próximo viernes cincuenta años, y tanto ella como su hija, desean y piden que su familia siga estando bien. Además agradecen la ayuda de Svetlana, así como a sus amigos de Ucrania, Canadá, EE.UU. y España que no la dejaron sola en ningún momento, ayudándole con los papeleos y los recursos necesarios.
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