El domingo arrancó de la peor manera en el municipio de Roquetas de Mar, donde una mujer murió estrangulada por un hombre con el que previamente había mantenido relaciones sexuales, Nina, como se llamaba la fallecida, de origen rumano, murió de madrugada después de una fiesta celebrada en su casa en la que participó su asesino, 'El moreno', un senegalés que vivía en la calle y al que Nina, tal y como relata su hijo, había ayudado en numerosas ocasiones.
Ionut Uluitu, el hijo de la fallecida, ha contado a El Español como vivió la muerte de su madre, pues el joven rumano de 25 años se encontraba en el domicilio cuando ocurrió el feminicidio. "Me desperté al escuchar a mi madre gritar fuerte, en dos ocasiones. Eran las cinco de la madrugada del domingo, intenté salir de mi cuarto, pero la puerta de mi habitación estaba cerrada o atrancada por fuera: no podía salir. Entonces, salté desde el balcón de mi cuarto hasta la calle y llamé a la Guardia Civil para que mandasen una patrulla porque tenía miedo de lo que estaba pasando: escuché gritar a mi madre", apunta el joven.
Pero descubrir lo que había ocurrido en el interior de la vivienda no fue fácil para los agentes de la Guardia Civil que se personaron en el piso ubicado en el número 7 de la calle Palmeras, en el barrio roquetero de las 200 viviendas, pues tal y como relata Juan, como es conocido el joven en el barrio, cuando entraron tres o cuarto guardias civiles al piso tuvieron que darle patadas a la puerta del cuarto en el que se enocntraba la mujer asesinada "porque ese hombre estaba detrás, intentando que no pasaran. Tuvieron que romper la puerta y mi madre, lamentablemente, ya había muerto. Tenía sangre en la boca".
"Le daba comida"
'El Moreno', como conocía la comunidad rumana al joven senegalés de 30 años que acabó con la vida de Nina y que ha sido enviado a prisión, estaba, según el relato de Juan, a "full de droga y borracho" e incluso agredió a uno de los agentes y le lesionó la muñeca antes de ser detenido. Un joven indigente al que Nina ayudaba habitualmente y que fue quien acabó con su vida. "Ella le daba comida porque le veía por la calle buscando en la basura. Mi madre sepasaba muchas horas bebiend cereza en la Plaza Alcalde José Pomares Martínez y allí conoció a este hombre al que solía ver por las calles de este barrio marginal, buscando ropa y objetos en los contenedores para venderlos en el rastro de Las 200: unas veces para comprar comida, otras para alcohol o para fumar cocaína en base", cuenta el hijo de la asesinada.
Del mismo modo, el joven niega que su madre fuera prostituta. "Mi madre tenía novio, no era prostituta porque la conozco muy bien y sé que no haría eso. Es muy duro que me pregunten si mi madre es prostituta y me molesta, pero tengo que decírselo a la Policía Judicial porque me lo han preguntado: les he dicho que ella no se acostaba por dinero y tampoco tomaba drogas", relata al citado medio el jove, quien concluye: "Era una mujer buena, con un gran corazón, que le daba todo lo que tenía a la gente y era muy trabajadora. Ella me crió sola".
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