La iguala

La iguala

Manuel Leon
10:54 • 11 abr. 2012
Hubo un tiempo, no hace tanto -Borges decía que todo lo sucedido después de la Revolución Francesa no le interesaba demasiado- en el que los almerienses tenían que pagar por la asistencia médica: las familias se acogían a la Iguala, una especie de contrato leonino en el que los vecinos tenían que desembolsar una cantidad fija al mes (tarifa plana) -fuesen atendidos o no por el facultativo- para no verse tirados como perros ante una gripe, ante unas fiebres maltas, ante una tisis. El impago de la iguala era causa de anulación del servicio y en la mensualidad no se incluían las visitas extraordinaras,los accidentes de trabajos ni la cirugía. Los pobres de solemnidad que no podían pagar la Iguala, quedaban a merced de la discrecionalidad de los alcaldes de meterlos en la lista de beneficiencia. Si no, simplemente morían o sanaban por la divina providencia. Luego estaba la bondad infinita de muchos médicos que antes que empresarios de la salud, eran discípulos de Hipócrates, gente humana que se saltaban la Iguala y salvaban vidas por encima de todo. Médicos como don Jacinto en Vera; Antonio Lacal y Trino Torres de Garrucha; don Bartolo de Turre; don Diego Carrillo de Mojácar; Miguel García, de Alhama; Palanca, Gómez Campana o Francisco Cordero, en Almería. En casi todos los pueblos de la provincia siempre había un médico dispuesto a subirse a una caballería y llegar al último cortijo de la sierra a ayudar a una mujer a dar a luz, cobrando o sin cobrar. Cuentan que un día, don Trino, lo llamaron de madrugada a un parto de una familia gitana en las cuevas de La Cimbra de Garrucha: el galeno se equivocó de puerta y como estaba muy oscuro -solo clareaba un quinqué- echó mano de la entrepierna de un gitano canastero que dormía en el catre de al lado creyendo que era la parturienta. Costó convencer al calé de que había sido un error. Han quedado afortunadamente lejos los tiempos de la Iguala y más de uno se estremece de pensar que un territorio conquistado como el del Sistema Nacional de Salud puede empezar a resquebrajarse por la cuardena del copago (en realidad repago). Ya existe, de hecho, el copago farmacéutico. Si otros países occidentales siguen aún anclados en sistemas medievales como el de la Iguala, no los tomemos como modelo a seguir: tengamos memoria.






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