Javier Adolfo Iglesias
01:00 • 07 may. 2012
Los trabajadores de empresas y comercios del centro de la capital están siendo ya los principales afectados por los cambios en la regulación de la zona azul. Estos empleados se están viendo obligado a cambiar sus hábitos de desplazamiento desde su domicilio. Aunque no hay aún una tendencia homogenea registrada sí se están moviendo ya para buscar una solución a este nuevo panorama. Ninguno de los consultados por este diario ve posible adaptarse a la nueva norma, que incluye el cambio de zona del vehículo cada dos horas.
La concejala de Movilidad y Seguridad, María Muñiz admite que “hay gente muy molesta”, entre las que se incluyen a este colectivo y ha reiterado a este diario su intención y la del Gobierno municipal de hacer balance dentro de unos meses. Entonces, afirma Muñiz, se podrían estudiar cambios en el sentido de ampliar el concepto de residentes, incluyendo bajo el mismo a estos cientos de trabajadores que tendrían de esta forma unos beneficios parecidos a los titulares de las zonas verdes.
Los muchos garajes públicos que tiene ahora la ciudad no han experimentado un cambio drástico en cuanto a alquileres y compras, según fuentes consultadas de dos de ellos. Pero alegan que aunque han pasado pocos días para que los principales afectados hayan tomado una decisión, sí se ha experimentado un aumento espectacular de consultas sobre precios.
Media docena de previsores empleados de la sede central de Cajamar negociaron en bloque precios especiales. A través de su asociación cultural Acremar consiguieron plazas por 55 euros al mes en el cercano garage de Padre Méndez. El otro garage más cercano, en la plaza Gloria Fuertes, oferta sus plazas a 63 euros.
En Nueva Andalucía, los empleados de los comercios también están indignados por la ampliación de la zona azul. “Me sale más barato quedarme en mi casa”, afirma una dependienta. “Nos tiramos veinte minutos para aparcar y no podemos salir cada dos horas para rotar”, afirma. La posibilidad de alquilar la ha descartado porque trabaja en una cadena de tiendas en barrios distintos y se mueve entre una y otra.
Los trabajadores afectados tienen un perfil predominante: mujeres de menos de 40 años y sueldos moderados. Muchas de ellas son de barrios periféricos de la ciudad. Los más lesivos son aquellos que trabajan a horario partido. Es el caso de Estefanía, empleada de un bufete de abogados. “Mi autobús dura 45 minutos desde La Cañada, estoy indignada y no voy a alquilar ninguna plaza de garage”, afirma. Ha optado por coger la línea de la Universidad y que la recojan allí en coche todos los días. Sara también trabaja en el centro y el coste del aparcamiento de su coche echando tickets del ORA no llegaba a cuatro euros la jornada de trabajo. Ahora le costaría diez un garaje público. Prefiere aparcar por la zona de la Plaza de Toros y ya verá si consigue un garaje privado más barato.
Una joven dependienta de una tienda de ropa íntima se lamenta, “nos cuesta más el collar que el perro”. Tiene que venir desde Roquetas y su lugar habitual, el aparcamiento público del puerto, ya estaba lleno el pasado viernes.
Hay quienes sí han cambiado de costumbres e incluso han seguido el consejo de Muñiz. Un trabajador de una aseguradora del Paseo con domicilio en El Quemadero ha optado por el garaje. “Yo dejaba antes el coche en la zona de Calzada de Castro y en enero cogí una plaza en el garage de Padre Méndez”, afirma. Una trabajadora bancaria del Paseo ha optado por alquilar una plaza en el párking más antiguo de Federico García Lorca.
No todo es garaje público. Una dependienta de una óptica alquiló con previsión una plaza privada cercana a Santa Rita para dejar su coche todos los días desde el Zapillo. Los autobuses son otra opción que han adoptado los trabajadores del centro. Es el caso de una empleada de banca del Paseo que reside en la zona del Alcampo. Antes aparcaba en la calle de Los Picos o Hermanos Pinzón y ahora coge el autobús. No hay todavía estadísticas oficiales del aumento de usu
La concejala de Movilidad y Seguridad, María Muñiz admite que “hay gente muy molesta”, entre las que se incluyen a este colectivo y ha reiterado a este diario su intención y la del Gobierno municipal de hacer balance dentro de unos meses. Entonces, afirma Muñiz, se podrían estudiar cambios en el sentido de ampliar el concepto de residentes, incluyendo bajo el mismo a estos cientos de trabajadores que tendrían de esta forma unos beneficios parecidos a los titulares de las zonas verdes.
Los muchos garajes públicos que tiene ahora la ciudad no han experimentado un cambio drástico en cuanto a alquileres y compras, según fuentes consultadas de dos de ellos. Pero alegan que aunque han pasado pocos días para que los principales afectados hayan tomado una decisión, sí se ha experimentado un aumento espectacular de consultas sobre precios.
Media docena de previsores empleados de la sede central de Cajamar negociaron en bloque precios especiales. A través de su asociación cultural Acremar consiguieron plazas por 55 euros al mes en el cercano garage de Padre Méndez. El otro garage más cercano, en la plaza Gloria Fuertes, oferta sus plazas a 63 euros.
En Nueva Andalucía, los empleados de los comercios también están indignados por la ampliación de la zona azul. “Me sale más barato quedarme en mi casa”, afirma una dependienta. “Nos tiramos veinte minutos para aparcar y no podemos salir cada dos horas para rotar”, afirma. La posibilidad de alquilar la ha descartado porque trabaja en una cadena de tiendas en barrios distintos y se mueve entre una y otra.
Los trabajadores afectados tienen un perfil predominante: mujeres de menos de 40 años y sueldos moderados. Muchas de ellas son de barrios periféricos de la ciudad. Los más lesivos son aquellos que trabajan a horario partido. Es el caso de Estefanía, empleada de un bufete de abogados. “Mi autobús dura 45 minutos desde La Cañada, estoy indignada y no voy a alquilar ninguna plaza de garage”, afirma. Ha optado por coger la línea de la Universidad y que la recojan allí en coche todos los días. Sara también trabaja en el centro y el coste del aparcamiento de su coche echando tickets del ORA no llegaba a cuatro euros la jornada de trabajo. Ahora le costaría diez un garaje público. Prefiere aparcar por la zona de la Plaza de Toros y ya verá si consigue un garaje privado más barato.
Una joven dependienta de una tienda de ropa íntima se lamenta, “nos cuesta más el collar que el perro”. Tiene que venir desde Roquetas y su lugar habitual, el aparcamiento público del puerto, ya estaba lleno el pasado viernes.
Hay quienes sí han cambiado de costumbres e incluso han seguido el consejo de Muñiz. Un trabajador de una aseguradora del Paseo con domicilio en El Quemadero ha optado por el garaje. “Yo dejaba antes el coche en la zona de Calzada de Castro y en enero cogí una plaza en el garage de Padre Méndez”, afirma. Una trabajadora bancaria del Paseo ha optado por alquilar una plaza en el párking más antiguo de Federico García Lorca.
No todo es garaje público. Una dependienta de una óptica alquiló con previsión una plaza privada cercana a Santa Rita para dejar su coche todos los días desde el Zapillo. Los autobuses son otra opción que han adoptado los trabajadores del centro. Es el caso de una empleada de banca del Paseo que reside en la zona del Alcampo. Antes aparcaba en la calle de Los Picos o Hermanos Pinzón y ahora coge el autobús. No hay todavía estadísticas oficiales del aumento de usu
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