La entrada en la Iglesia en el día de la Primera Comunión es un momento especial para cualquier niño de nueve años. Un recorrido que marca un antes y un después para ellos y sus familias.
Este paseo fue aún más especial para Juan Ramón y sus familiares, vecinos de Gádor, ya que vieron como el niño realizaba uno de sus sueños: entrar por sus propios medios al Templo para recibir por primera vez la Comunión sin necesidad de que nadie empuje su silla de ruedas.
Ello fue posible gracias a la solidaridad de la Asociación Provincial de Personas con Discapacidad Verdiblanca que, tras conocer la historia de este chico a través de un programa de Canal Sur, se ofreció a prestar una silla automatizada para que Juan Ramón pudiera entrar solo en la Iglesia en ese día tan especial.
La visita de la televisión
“La silla de ruedas con la que se mueve el niño”, explica su abuela Isabel, “es la que nos presta la Seguridad Social y no es mecánica, sino que hay que empujarle a cualquier sitio que quiera ir y una silla con motor es algo que la familia no puede permitirse”.
Por ello, acudieron a la sección ‘Todo tiene arreglo’ de un programa de la televisión pública andaluza, para ver si “alguien podía ayudarles”.
A la llamada respondió de inmediato la Asociación Verdiblanca que el pasado día tres hizo llegar una silla de ruedas con motor para que Juan Ramón pudiera moverse por sí mismo el día de su Primera Comunión, que tuvo lugar dos días después de esta esperada entrega en la Parroquia de Nuestra Señora del Rosario, de Gádor.
“Yo soy muy católica y para mí era un sueño ver a mi niño entrando en la Iglesia para recibir la Primera Comunión”, comenta su abuela. Y es que es ella quien se encarga del cuidado del chico desde que naciera para ayudar a su hija, también Isabel, que tiene otros dos hijos de 10 y 6 años.
“Nació a los cinco meses y medio de gestación y yo ya tenía a su hermano que es diez meses mayor que él”, cuenta la madre de Juan Ramón. Ello no significa, eso sí, que estos padres no están volcados en cubrir todas las necesidades del pequeño pese a que sólo llega un sueldo a la familia (el de Isabel). “Cualquier aparato o accesorio que quieras comprar más allá de lo que ofrece la Seguridad Social vale miles de euros”, explica su padre que dedica su tiempo y sus manos a facilitar y mejorar la vida del pequeño.
La bici de un papá manitas
El mejor ejemplo de ello es algo tan esencial para cualquier crío como una bicicleta. “Vimos bicicletas adaptadas para niños como él pero se nos escapaban del presupuesto”, comenta, “así que compre una bici normal, los accesorios necesarios y la monté yo mismo y ahora mi hijo se pasea por el parque tranquilamente con su bicicleta. Además, desde el primer día que la cogió hasta ahora, ha mejorado mucho la movilidad de las piernas”.
De hecho, esto es una de las incongruencias que esta familia encuentra en las ayudas que reciben (y agradecen) por parte de la Sanidad Pública. “Si la bici es buena para las piernas de estos niños, no comprendo por qué no hay ayudas para comprarlas”, critica el padre.
Y es que el coste de estos materiales es altísimo para una familia como esta. Según explica la madre de Juan Ramón, como ejemplo, una bicicleta adaptada ronda los 2.000 euros o una sencilla silla para poder bañarlo supera los 600 euros.
Pese a todo, Juan Ramón, es un niño normal y cari&ntild
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