Rescate en helicóptero y noches al raso: continúa la búsqueda del desaparecido

José Antonio Mateo solía acudir a la sierra para hacer senderismo. Pero ese día no volvió. Solía hacer sus rutas en soledad, solía llevar consigo el móvil y el GPS, pero ese día los dejó en casa. Su coche fue encontrado en la Rambla del Águila, a los pies de la Sierra de Gádor, y, desde el pasado jueves, 23 de agosto, vecinos, autoridades y voluntarios lo buscan sin descanso. Ya ha transcurrido una semana desde que sus familiares dieran el aviso, pero, a día de hoy, es el mismo titular el que inunda medios y redes sociales: "Sin noticias de José Antonio".

Una semana de operativos de búsqueda, en los que Guardia Civil, Policía Nacional, Policía Local, Protección Civil de El Ejido y Protección Civil de Diputación se coordinan para peinar la sierra hasta dar con el paradero del varón de 56 años. A ellos se han unido familiares, voluntarios y cientos de vecinos, que poco han podido hacer en un terreno tan vasto y hostil. Drones, perros y helicópteros han sido desplegados durante el transcurso de estos días. Sin éxito.

El pasado martes, el Ayuntamiento de El Ejido pidió ayuda al Club de Montaña MundoEjido, debido a sus años de experiencia en la zona. Tras analizar la situación, desde el club decidieron contar con el apoyo del Club de Montaña Berjanatura y el Club Ecologista Sherpa, y estuvieron tres días rastreando la sierra. "El hombre tenía sobrepeso y algunas dificultades de salud. En la zona del Barranco del Águila hay cinco o seis diques muy cerrados y, aunque andase bastante, no creemos que subiera por los diques, pero no se puede descartar nada", comenta Raquel González, presidenta del Club de Montaña MundoEjido. 

Falta de efectivos

Desde el club lamentan la falta de efectivos, y es que creen que "pastores o cazadores, acertarían muchísimo antes que cualquier persona. Porque conocen todos los senderos, conocen todos los caminos de los animales. Se conocen todos los entresijos de cuevas pequeñas, veredas antiguas, que ya no se andan". 

Los miembros de estos clubes llevan toda una vida recorriendo los montes de la zona, la Sierra de Gádor es su “sitio de salida, de entrenamiento, de actividades”. "Conocemos todas las veredas, sabemos movernos, sabemos el material que hay que llevar, sabemos interpretar mapas, llevamos GPS, vamos preparados", asegura Raquel, a la vez que lamenta la "espontaneidad por parte de familiares, amigos que van, suben y se ponen a buscar. Pero eso, más que una ayuda, a veces es un problema, porque de un desconocimiento de la zona puede haber alguna situación complicada".

El peligro del ímpetu

El ímpetu por ayudar puede desembocar en tragedia cuando no se tienen la experiencia o los recursos para acometer una empresa de tamaño calibre, y es lo que ha acabado sucediendo durante esta semana. "Dos personas intentaron bajar desde la antena hacia el barranco y se tuvieron que quedar a dormir allí porque les pilló toda la tormenta del miércoles. No tuvieron previsión de luces. Creo que fueron amigos que dijeron: "pues vamos a buscar por aquí". Pero es que no es tan sencillo. Hay muchísimos barrancos, mucha dependiente. Hay mucho desnivel de subida, de bajada, terreno muy suelto, terreno muy cerrado”, recuerda Raquel.