Nunca había caído tan poca agua en buena parte del suelo almeriense
como en este último año hidrológico. La sequía por la falta de
lluvias en extensas zonas de la provincia ha llegado a tal punto que
es imposible encontrar datos más bajos desde que existen registros
históricos. Y eso es mucho decir, ya que los datos climatológicos
como el de las precipitaciones se vienen recogiendo desde hace casi
un siglo.
Es la preocupante
realidad que nos dejan los números de las lluvias acaecidas sobre
todo en comarcas como la del Valle del Almanzora e incluso Los Vélez,
una de las áreas almerienses, esta última, tradicionalmente más
húmedas.
Sirva como factor de
medida una simple comparación con la media histórica. Si en
localidades de las zonas mencionadas como Albox se situaba en torno a
los 250 litros caídos a lo largo de 365 días, en este último año
hidrográfico de (octubre de 2023 a octubre de 2024) el agua recogida
se ha quedado en unos paupérrimos 65 litros de media en el término
municipal albojense.
Es conveniente
insistir. No es que los 250 litros fueran valores altos o una máxima
alcanzada años atrás. Se trata de la media que, comparada con los
65 litros de este año, se antoja ahora como un nivel de
precipitaciones inalcanzable.
En el caso de Albox
y el Valle del Almanzora en general, los datos se remontan nada menos que a 1941.
Hasta ahora, entre los más secos figuraban algunos como el de
1952-1953 con 74 litros o lo ocurrido entre 1942 y 1943 con 111
litros registrados. Pero nunca se había tenido constancia de algo
como lo ocurrido estos meses atrás.
En esa misma comarca
del Almanzora, los hay incluso peor parados, como es el caso de Olula
del Río con 60,5 litros o Macael, donde la estación situada en
Polígono de Rubira Sola muestra unos números tan preocupantes como
los que suponen los 40,2 litros.
“La media en el
área del norte de la provincia de Almería está en torno a los 250
y los 300 litros pero hay comarcas como es el caso de Los Vélez
donde sí pueden llegar a los 400 litros”, explica Juan Jesús
Maestre, responsable del Observatorio Meteorológico del Almanzora. Y
es que la comarca más septentrional de Almería tampoco se libra de
lo sucedido durante este año hidrológico para olvidar. Estaciones
como la de Vélez-Rubio muestra un total de 98,6 litros caídos
durante este ejercicio mientras que otras como las de María mejoran
algo esos números pero aún lejos de lo necesario, con 115,9 litros.
La excepción la
protagoniza “la parte más occidental de la provincia, que sí ha
recibido algo más de precipitación, pero el resto de la provincia
está en torno a una media de entre 50 u 80 litros”, detalla
Maestre. La repercusión de
este hecho histórico salta a la vista con tan sólo poner un pie en
zonas naturales de estas comarcas. Este año el habitual -aunque
efímero- verde primaveral del que se teñían las sierras y laderas
simplemente no ha existido, y el estado de los campos y cultivos es
ya mucho más que preocupante.
Este ‘estrés
hídrico’ en las zonas de bosque, por ejemplo la Sierra de María,
ha supuesto en ciertas zonas “la seca de centenares de pinos por la
propagación de plagas facilitadas por la debilidad del árbol, por
ese estrés hídrico, y esto aún no ha acabado, porque pese a que
empezará a llover se seguirán secando, y en más zonas como en los
Filabres también hay áreas de los donde se empieza a ver la seca
del pino”, advierte.
Ni tan siquiera un
verano algo más húmedo de lo habitual puede paliar mínimamente
esta situación, ya que esta circunstancia sólo puede llevar a
engaño, como subraya Maestre. “Es verdad que el verano fue más
húmedo de lo normal pero es algo paradójico. Hay que tener en
cuenta que en verano habitualmente llueve muy poco, por lo que con
poco que lo haga la media ya es superior”.
Lo más preocupante
es que, pese a la gravedad de los sucedido en este último año
hidrológico, lo peor puede que no centre en esos datos sino en lo
que está por llegar, puesto que esta tendencia climática no tiene
intención de cambiar a corto plazo. El responsable del observatorio
meteorológico lo ejemplifica sirviéndose de un muelle como
metáfora.
“El clima funciona
como un muelle con altibajos, pero ese muelle cada vez se va
estirando más, pese a que también haya momentos de lluvia y se
acerque a su posición original”. Sin embargo, cada vez son más
las veces que el muelle se estira (supongamos que coinciden con
situaciones de calor extremo) y por lo tanto “el ,muelle sigue
estirándose cada vez más hasta que no puede volver a su posición
original y entramos en una zona de no retorno”.
Una realidad que
muestra las alteraciones en el clima entre cuyas consecuencias, más allá
del daño para la agricultura y ecosistemas e el día a día, figura sobre todo el
avance de la desertización en una provincia donde el riesgo de que
este fenómeno vaya a más siempre ha sido extremo. “Los datos son,
de verdad, para echarse a llorar”, lamenta Juan Jesús Maestre.
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