Han sido tres días de intensos recuerdos para Faustino Reyes. El jueves se cumplían viente años desde que desfilara en la ceremonia inaugural de Barcelona 92, el viernes revivía el momento al ver al equipo español en Londres y ayer repasaba los recortes de prensa de aquellas dos semanas en las que toda Almería vivía pendiente de sus puños. “Estuve en Barcelona un mes, los quince días de los Juegos y otros quince antes en la Villa Olímpica”, relata y vuelve su memoria a los momentos previos al desfile: “Estuvimos unas dos horas esperando, a mi lado estaba Arancha Sánchez-Vicario que me decía "¿y tú haces boxeo, con lo guapo que eres...?" También estaba el Príncipe, con dos o tres guardaespaldas”, rememora.
Faustino Reyes quiso hacerse una foto con él, a la que el Príncipe accedió gustoso. “Yo llevaba mi cámara pero con el lío de la foto me despisté y me perdí del equipo de boxeo, cuando empezó el desfile me tuve que unir a los últimos, los del baloncesto, y ahí estaba yo, pequeñito, rodeado de gigantes”, ríe el boxeador.
Tenía sólo 17 años y unos nervios que le comían. “Fue sin duda lo que me dio la fuerza para aguantar los combates, los nervios. Y así estaba, dándoles un repaso”. Y en Almería todos vibrando con el pequeño gran Faustino. “De hecho mi error fue ir tranquilo al último combate: me dejé las botas y el protector bucal en la Villa Olímpica y no me daba tiempo a volver así que lo tuve que pedir prestado a un cubano que tenía la talla 44 y yo la 42..., y tuvo que poner el protector en lejía, claro”, recuerda divertido.
De aquel momento, del éxito, de la vuelta a Almería saborea los autógrafos en el Paseo Marítimo, el homenaje que le dio el Ayuntamiento e incluso el ser pregonero de feria aquel año “y pasar más nervios que en las Olimpiadas”.
Pero el recuerdo más entrañable lo tiene para su entrenador, Fernando Serra, ya fallecido, un segundo padre con el que incluso vivía en El Zapillo “porque decía que en mi casa mis hermanos me robaban el aire...; media medalla olímpica es suya”, dice.
Tras pasar por un centro en París -“para ordenar mi vida”- y vivir en Alemania, donde está su hija y la madre de ésta, Faustino volvió con sus padres a Marchena, donde se ocupa ahora de ellos y tiene un puesto en el mercado. Abrió también una escuela de boxeo con la que no pudo luego continuar por falta de apoyo oficial. “Me llamaron también del COI para que trabaje un tiempo con ellos, pero lo estoy pensando por mis padres”, finaliza.
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