Los vecinos viven las 24 horas más largas de sus vidas a causa del fuego

Los vecinos viven las 24 horas más largas de sus vidas a causa del fuego

Rogelio Montes
21:05 • 26 ago. 2012

La madrugada del sábado pasado, los vecinos de Bédar fueron desalojados por motivos de prevención. Alrededor de 220 de ellos se trasladaron al pabellón de Los Gallardos, donde pasaron la noche entre nervios e incertidumbre, siempre con la mirada puesta en el monte.
“Nunca he visto un incendio así. Hemos visto alguno pero nunca tan cerca. Yo vivo casi en el centro del pueblo y ahora mismo la situación es horrible. Tengo familia, hermanos, madre... todos están aquí. Hemos dejado, menos el bolso y el móvil, todo en el pueblo”, explicaba Juana Collado, vecina de Bédar.
Pese a que la preocupación era evidente, los vecinos mantuvieron la calma en todo momento. “Estamos muy preocupados, veíamos cómo el fuego bajaba para abajo, muy cerca del pueblo. Había unas llamas muy exageradas. Todo el que se ha podido traer los animales, se los ha traído”, declaraba Pedro Cano.
Tranquilidad
Jesús Zapata, párroco de Bédar, afirmaba que “estamos todos tranquilos. Hay un gran equipo de colaboradores de Protección civil de todos los pueblos más cercanos de la comarca. Tras la cena, están preparando camillas para que todos puedan dormir. Mi papel es tranquilizar a la gente, porque ellos me conocen y hay un buen feeling”. Y es que la solidaridad entre los municipios colindantes fue ejemplar. Municipios como Garrucha, Turre, Los Gallardos, Lubrín, Mojácar, Cuevas del Almanzora, Carboneras y Antas colaboraron con voluntarios, policía y lucharon codo con codo contra el fuego. “Ha habido gente que ha ofrecido sus casas para dormir, asearse... Toda la gente se ha volcado y la Cruz Roja también ha hecho una labor estupenda”, explicaba Ana María Jodar, vecina y concejala de Bédar.
Buena organización
Pese a que la gente estaba “desesperada por ir a sus casas”, la buena organización en el pabellón de los Gallardos ayudó mucho a tranquilizar a los vecinos que habían tenido que dejar pertenencias e incluso animales en el pueblo. “Lo han preparado todo muy bien. Camas, bebidas, bocadillos... incluso un set para asearnos. A los niños les dan potitos y nos informan de cómo va la situación. Es posible que al mediodía o a la tarde podamos regresar a nuestras casas”, afirmaba María Gallardo, vecina del pueblo.
Y así fue. Alrededor de las 13:00 horas, los vecinos recibían la buena noticia: podían volver a sus casas. Poco a poco, la normalidad va tomando protagonismo aunque aún queda mucho trabajo que hacer.







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