La familia Castellanos Bonillo de Arboleas, apodados Los Truenos salió con una mano de atrás y otra delante a finales de los 40, a buscar un futuro, un porvenir, lo que fuese para salir de la miseria. Tras hacer parada y fonda un breve tiempo en Reus (Tarragona), el padre Juan y la madre Francisca deciden embarcarse con Juanico y María, sus hijos, rumbo a La Argentina del trigo candeal que repartía Evita Perón en el Nodo. No fueron los únicos: decenas de paisanos arboleanos y de toda la lengua del Almanzora embarcaban desde Vigo, en esos años, hasta tierra austral, como antes lo hicieron sus abuelos.
Como eran despabilados y afanosos, prosperaron rápido los Castellanos Bonillo. Empezaron arrendando fincas y ganado en las feraces tierras de La Patagonia, estableciendo domicilio en la creciente ciudad de Comodoro Rivadavia.
Allí, el padre empezó a dar portes con una camioneta para la petrolera YPF hasta constituir una empresita: Transportes Castellanos. Su hijo Juan tomó el relevo, aumentando la flota y los clientes y su hija María, que se ocupaba de las ovejas en las llanuras de Río Grande y la Tierra de Fuego, encontró petróleo en la finca familiar donde pastaban los ovinos.
Creció como la espuma la caja de caudales familiar y su influencia económica y social en la comunidad patagónica. Ahora, los hermanos Juan y María Castellanos Bonillo, con los progenitores ya fallecidos, son unas de las grandes fortunas argentinas, con propiedades en todo el país y con una nómina de empleados a su servicio que supera las 10.000 personas.
Juan, de 67 años, llamado el ‘gallego’, tiene negocios en el sector del juego con casinos y bingos por toda Argentina. También es socio fundador de la sociedad Hotelera del Sur que construye y explota establecimientos hoteleros por toda la región austral.
Asegura uno de sus parientes de Arboleas, su primo hermano Bartolomé Gómez Bonillo, que Juan es un pertinaz aficionado al fútbol y al equipo del Almería. “Acude al estado de los Juegos Mediterráneo siempre que puede y también, a veces, viene expresamente desde Buenos Aires a presenciar algún Madrid-Barça”, asegura Gómez. Cuenta el primo la anécdota de que en un partido de la pasada temporada, otro empresario almeriense, Manuel Lao, le sacó una entrada en el Nou Camp y al lado se encontró con su socio, también almeriense, y zar del juego en Argentina, Cristóbal López: todo lo había preparado el oriundo de Doña María presidente de Cirsa.
María Castellanos es accionista de la petrolera YPF y habrá debido de vivir en primera línea todo el conflicto de intereses cuando la compañía energética argentina estaba en manos de la española Repsol: un corazón partido entre sus raíces españolas y su adopción argentina.
María es viuda, sin hijos, arriesgada en los negocios, conserva casa en su pueblo natal, Arboleas, donde suele acudir dos o tres veces al año para no olvidarse de sus raíces y a compartir tiempo con sus vecinos de la infancia.
Lázaro es el tercer hermano, nacido ya en Argentina, menos vinculado a la tierra de sus padres, menos acaudalado que sus hermanos, pero también con grandes fincas, pastos y cabaña de ganado vacuno en la zona de La Patagonia.
Los Castellanos, los Truenos aquí, gallegos allá, son un ejemplo más del triunfo de la emigración almeriense en tierra extraña.
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