De las mieles a las hieles: un tipo con mirada limpia, a pesar de todo. Antonio Pérez (1959) asume errores y hace examen de conciencia en su primera entrevista tras el vendaval que derrumbó el imperio Obrascampo.
La suya es la historia del hijo de un albañil que se convirtió en constructor.
Antonio Pérez Moreno era mi padre, oriundo de Los Albaricoques de Níjar.
Pero usted nació en Los Gallardos y es Gallardero de Honor.
Bueno, mi padre se fue a trabajar allí con Los Pegotes y allí nací y me crié, pero mi adolescencia la pasé en Níjar. Mantengo buenas amistades en Los Gallardos.
Y le dio por estudiar al hijo del peón.
Gracias a las becas de Franco, las únicas que había entonces. Estudié en el Instituto Nicolás Salmerón y después me marché a la Universidad de Sevilla a estudiar arquitectura técnica.
Cómo empezó en el sector.
No pensaba volver a Almería, pero lo hice. Empecé como profesional libre en un pequeño despacho en la Plaza de la Glorieta de Níjar, colaborando con estudios de arquitectura, conociendo el mundillo este. Era 1980. Después empecé a hacer sociedades con otros técnicos ya como promotor.
Y las cosas le fueron bien.
Me cogió la época buena que hubo entre 1985 y 1992 y cogí bastante experiencia como promotor, primero en la provincia y en la periferia de la capital como Huércal de Almería, después y me fuí consolidando.
Y llegó el boom del cemento, ladrillo y arena.
El sector estaba financieramente muy apoyado. Yo desde 2002 tenía la mosca detrás de la oreja. Me hice un plan para no hacer más inversiones, pero llegó 2005 y volví a coger confianza.
¿Pero usted no intuía que aquel fragor de la demanda no era real?
Bueno en nuestro caso podía haber algo de especulación en nuestros clientes pero era un porcentaje mínimo del 5% ó el 10%. Nosotros lo vendíamos casi todo sobre plano, en el sector de la primera vivienda, sobre todo.
Casi todos ustedes, los promotores, negaban la burbuja, como Santo Tomás.
A toro pasado todo se ve muy bien. Mi punto de vista es que por supuesto que había precios muy altos en el sector, pero era porque el sector financiero tasaba alto y tasaba alto porque había dinero a espuertas.
¿Cuantos empleados llegó a tener Obrascampo?
Unos 300 directos, más muchos más indirectos.
¿Cuándo recibe la primera señal de que se tambaleaba el negocio?
En septiembre de 2007 cuando quebró el primer banco americano. Empezaron a descubrirse las hipotecas subprime y empieza a haber problemas de la banca española para financiarse.
Fue un innovador con el concepto de las casas de autor.
Hicimos una pequeña prueba pero la crisis no las dejó salir en la zona del Club de Tenis. También nos metimos en el sector de la segunda vivienda en El Toyo con una gran apuesta pero nos pilló la crisis.
Por qué Obrascampo ha quedado como paradigma de la crisis del ladrillo
Eramos una empresa muy conocida, muy popular, porque hicimos mucha publicidad con Juan Imedio, con el Almería. Confiábamos en el valor de la publicidad. Yo desde el primer momento no me escondí y dí la cara.
¿Y se arrepiente ahora?
Es muy fácil decirlo ahora. Quizá tuve que haber sido un poco más precavido. Yo sie
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