La necesidad de aprender idiomas lanza a muchos jóvenes al extranjero. En el caso de Fanny Sáez, su formación en el sector turístico hacía imprescindible su perfeccionamiento así que no lo dudó y aterrizó en Nantes para trabajar como ‘au pair. “Yo había estudiado idiomas, tanto inglés como francés, por lo que creía que me sería fácil”, dice la almeriense. Sin embargo, cuando llegó a su destino comprobó lo que para ella son las deficiencias de la enseñanza de idiomas en España: “No nos enseñan nada más que gramática y cuando sales, no te puedes desenvolver; puedes leer y entenderlo, pero no sabes hablar para hacerte entender”.
Eso sí, en su trabajo tuvo la suerte de ir aprendiendo como un nativo. “Con los niños es más fácil porque ellos también están aprendiendo”, opina. También por el hecho de estar completamente inmersa en la cultura francesa, lo que le ha hecho conocerla al detalle en su parte moral... -“los franceses tienen una mentalidad por lo general muy educada y con principios, si creen en algo lo defienden, tienen una opinión cultural, política o moral y la expresan”- ... y en otros aspectos más materiales, como por ejemplo que no suelen usar fregona: “Cuando cae algo al suelo lo limpian con papel u otro material absorbente, pero es de lo más raro que yo me he encontrado, incluso ahora que vivo en una residencia, te aportan en la habitación escoba pero no fregona”, explica Fanny.
En cuanto a los horarios, explica que la jornada escolar discurre desde las 8.30 horas y hasta las 16.30 horas con un descanso para comer de 12 a 13.30 horas. Además, los miércoles no hay colegio porque es el día del niño y lo dedican a actividades”, por eso es “muy común” tener au pairs, como la almeriense. “Yo he conocido algunas, tanto españolas como de otras nacionalidades a través de foros y redes sociales en internet”, cuenta.
Una ciudad cosmopolita
Nantes, como ciudad univesitaria, acoge a jóvenes de todas las nacionalidades. “Eso es muy bueno para una persona que aprende el idioma porque ves los diferentes acentos cuando hablas con ellos en francés, todo el mundo te pregunta de dónde eres en cuanto hablas. Además, la gente es muy amable y educada por lo general, te ayudan cuando ven que no sabes hablar bien”, describe.
También es una ciudad avanzada en cuanto a servicios. Según la almeriense, los transportes en ciudad “son excelentes”, con cuatro líneas de tranvía “con una periodicidad de 3 a 7 minutos y un horario muy amplio”. Además, Nantes cuenta con un aeropuerto internacional, “con vuelos por Europa y el resto del mundo bastante amplio” y una red de alta velocidad muy buena y a buenos precios.
Las políticas sociales también son una ventaja ya que el estado “da bastantes ayudas según el nivel de ingresos, a la gente joven por ejemplo le da una ayuda de alojamiento para que puedan independizarse, los desempleados tienen muchas ventajas en transporte o entradas a museos por ejemplo”, enumera. “Por lo que leí el otro día en el periódico, Nantes es la segunda ciudad que crea empleo de Francia, aunque no quiere decir que sea fácil encontrarlo, aquí también se nota la crisis…”
Ella lo consiguió, al acabar su periodo de au pair, gracias a una amiga, en el sector agrícola y vive en una residencia para jóvenes menores de 30 años. “En la propia residencia hay personal de administración que te ayuda con todos los papeles que necesites, y personal de formación para ayudarte con temas de cursos y búsqueda de trabajo”, explica. También se realizan actividades todos los días, se hacen reuniones para aportar ideas... “Es muy activo, nos solemos reunir una vez al mes para conocer a la gente nueva, intentan que nos conozcamos todos, está muy bien”.
Todo esto no impide, claro, que eche de menos a su familia, a quien ha podido visitar en unas mini vacaciones en abril. Pero a la vuelta ellos también podrán compartir sus experiencias.
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