Óscar Perales está contra las cuerdas. Dos días de declaraciones en el juicio por la muerte de Rosa Galera en mayo de 2011 rebaten las principales tesis de su defensa y colocan al acusado en una posición muy comprometida frente al jurado popular.
Perales se confesó autor de la muerte de su ex compañera sentimental en Fines. Sin embargo, niega que preparara el ataque y lo ejecutara por sorpresa. Técnicamente es la diferencia entre un homicidio y un asesinato, esto es, entre una condena de 15 ó 20 años de cárcel.
Ahora bien, los testimonios prestados en la Sección Primera de la Audiencia Provincial de Almería le colocan en mala posición. En primer lugar, no supo explicar por qué compró una pistola y aseguró que nunca salía con navaja (salvo el día del crimen). Según los informes forenses, Rosa Galera sufrió dos impactos de bala antes de ser degollada. Y, en segundo lugar, achacó a “una fuerza maligna mayor” la muerte de la muchacha y afirmó que la pistola, “un trasto”, se disparó accidentalmente dos veces contra la víctima.
A estos elementos procedentes de la primera sesión del juicio oral se añaden las conclusiones extraídas de la segunda vista celebrada ayer, en la que comparecieron Francisco Javier R. F., imputado por encubrimiento, y agentes de la Policía Judicial de Guardia Civil encargados de la investigación. De un modo y otro, ambos testimonios son desfavorables para el autor confeso del crimen.
Francisco Javier R. F., que se juega una condena de hasta tres años de prisión, asegura que fue presionado y amenazado por Óscar Perales para ayudarle. A preguntas de su letrada, María del Carmen Rojas, los guardias civiles reconocieron que Francisco Javier R. F. denunció amenazas de muerte de Perales en los instantes posteriores al crimen. El presunto encubridor juega la baza del miedo insuperable para solicitar la absolución.
¿Estuvo allí?
En este sentido, su presencia o no en la rambla de Tabernas donde fue hallada muerta Rosa Galera es controvertida. Las acusaciones creen que acompañó (quizás ayudó) a Óscar Perales a enterrar el cuerpo de la joven y los propios guardias civiles también apoyan esta tesis porque “dio detalles muy concretos sobre el lugar que sólo podía conocer si estuvo allí”. Sin embargo, uno de los instructores matizó textualmente: “No existen pruebas objetivas ni indicios científicos para demostrarlo”.
Será el jurado popular quien decida sobre este extremo, si estuvo o no allí, y más aún, si no haberse desplazado al lugar donde yacían los restos mortales de Rosa Galera es suficiente para librarle de una condena por encubrimiento (para las acusaciones la respuesta es no).
Ahora bien, más allá de las implicaciones de su testimonio en su imputación, la declaración de Francisco Javier R. F. sí respalda la tesis de un plan urdido por Óscar Perales para deshacerse del cuerpo de su ex pareja, madre de una niña de cinco años (portaba una pala y un pico).
Esta misma versión es la mantenida firmemente por los instructores de la Guardia Civil que reconstruyeron la secuencia de hechos y buscaron a Rosa Galera tras su ‘misteriosa’ desaparición en mayo de 2011. El juicio se retoma hoy con agentes y testigos.
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