Picor de nariz, estornudos, congestión nasal (mocos), tos y dificultad para respirar. Algunos confunden estos síntomas con un resfriado común. No siempre lo es. Las alergias son también otoñales, y no sólo las de los ácaros (polvo). Hay en esta época del año un buen número de plantas, sobre todo malezas, que provocan alergias como son la salsola o el chenopodium, por decir, algunas de las más comunes en Almería.
La responsable de la unidad de Alergias en Torrecárdenas, la alergóloga Mari Carmen Moya, explica que en la provincia las alergias respiratorias se dan durante todo el año. Y es que no sólo el polen causa rinoconjuntivitis y asma. Los ácaros del polvo, que “viven muy a gusto en climas húmedos”, son junto a los hongos otras de las causas de estos síntomas, molestos, pero para los que hay solución.
Las vacunas (también las hay sublinguales para debajo de la lengua) son hoy una de las mejores soluciones frente a las alergias. Los tratamientos farmacológicos convencionales palían los síntomas y mejoran a quien padece una alergia, pero las vacunas “evitan la progresión del cuadro”.
Moya explica que este tipo de vacunas tienen dos fases. Una inicial (con varias dosis semanales) y otra, de mantenimiento, que se puede prolongar entre tres y cinco años.
Las vacunas contra las alergias están incluidas en la Seguridad Social y se abonan en la farmacia en función de la renta, como cualquier otro fármaco sujeto a subvención.
Aún así, no todos los enfermos optan por la vacunación. Todavía hay quienes no ven clara la vacuna, y sucede no sólo entre los pacientes, sino también entre la propia comunidad médica.
Lo que está claro, al menos para los especialistas en Alergología, es que, a día de hoy, las alergias respiratorias se pueden paliar de forma significativa con la vacunación.
“Estamos para eso, para mejorar la calidad de vida de los pacientes y hoy, es posible”, reconoce Moya, que es responsable de una unidad, actualmente integrada, en la Unidad de Gestión Clínica de Neumología y Alergias.
Claro que la vacunación no siempre está recomendada en todos los casos, señala esta especialista, que ve “relativo” el debate abierto sobre el coste de la vacuna. Y es que, si bien son años de vacunación, los resultados acaban por ahorrar, no sólo síntomas y malestar (lo fundamental), sino tratamientos farmacológicos que los pacientes tienen que tomar durante toda su vida.
Eso sí, además de vacunas o tratamientos con fármacos, los alérgicos, que saben que lo son, han de evitar siempre su exposición al alérgeno, de modo que conviene evitar mantas, alfombras y librerías llenas de polvo, humedades en el cuarto de baño y cocina, y salidas al campo en zonas de maleza (ahora en otoño) para quienes son alérgicos al polvo y al polen, respectivamente.
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