Médico especialista en Traumatología y Cirugía Ortopédica, pionero en España en la aplicación de células madre en la osteonecrosis de cadera, autor de dos libros y numerosos artículos científicos nacionales e internacionales, el doctor Antonio Ríos Luna, además, ha completado 8 maratones y un Ironman.
¿Por qué decides ser médico?
Sinceramente, no lo sé. Fue una llamada del destino. Siempre me ha gustado ayudar a la gente, curar animales. Tenía una abuela que estaba siempre mala y yo le decía: abuela, yo te voy a curar.
¿Y traumatólogo?
Eso no lo tenía tan claro. De hecho, fue en El Ejido cuando me decidí. Vine a la boda de un amigo, también médico, el ginecólogo Jofré, y en el trayecto desde la iglesia de Santa María del Águila, a la altura de Ejidohotel, presenciamos un accidente de tráfico. Me impresionó mucho la manera de actuar y de resolver la situación del traumatólogo que atendió a los heridos. Esa forma de sobreponerse al caos me cautivó y, aunque tenía en mi cabeza ser cardiólogo, cambié mi idea.
¿Cuál es la cara más amarga de tu profesión?
Cuando no puedes solucionar o aliviar un dolor. Acabé la carrera con el pelo negro azabache y ahora solo tengo canas. Mi vida médica no acaba cuando cierro la consulta. Estoy continuamente pensando en casos que no resuelvo o que me cuesta trabajo solucionar... aquel niño que no puede hacer deporte, la persona que te dice que sigue con dolor, o cuando operas a un paciente y se complica. Es duro porque te acuestas pensando en ellos. Por eso el deporte me ayuda tanto porque me permite planificar, ordenar ideas, buscar soluciones... La medicina es una ciencia en continua evolución pero siento impotencia de no poder curar o de no dar con la tecla. En la medicina que yo practico es el paciente el que te busca a ti, no es como en la Seguridad Social. Busca a Antonio Ríos para poner su rodilla o su hijo en tus manos. Si no sabes llevar esa responsabilidad, la presión en los hombros puede acabar contigo.
Trabajar en la U.D. Almería debe ser lo máximo.
Son experiencias vitales que esperas contarle a tus nietos. De la mano de Francisco debutamos en Primera División. Sentarte en el banquillo del Camp Nou o correr por el área de penalty del Santiago Bernabéu para atender a un futbolista... es increíble. Pero desgasta mucho en lo personal ya que el futbolista es un paciente de 24 horas. He atendido jugadores un Viernes Santo porque al día siguiente tenía entrenamiento, también de madrugada...
Tu salida del club se emborronó un poco. ¿Qué ocurrió?
Yo soy muy pasional y me dedico en cuerpo y alma a lo que hago. Cuando bajamos a Segunda División no me vi reconocido. Eché de menos un guiño a la hora de hacerme una oferta de renovación. No hablo de lo económico ni mucho menos. Me sentí ninguneado porque creo que merecía otra cosa. Ellos solo querían una persona que estuviera ahí y yo quería cambiar el organigrama. Mi padre me regañó por las declaraciones que hice pero es lo que sentía en ese momento, aunque no fui diplomático. Incluso tuve llamadas de gente de arriba del Almería reprochándome lo que hice. La sinceridad no está bien vista en este país, pero los acontecimientos me han dado la razón después de un tiempo.
Hablando de deporte, ¿por qué le ha dado a la gente por correr?
La crisis ha influido mucho, pero es una liberación increíble de endorfinas y dopamina. Deberías probarlo, sinceramente.
¿Qué se siente al hacer un Ironman?
Soy otra persona diferente. Nunca pensé que alguien corriente como yo podría conseguirlo. Esta prueba se acaba con la cabeza, no con las piernas. Las más de 13 horas que tardé se me pasaron rápido. En casa no querían que lo hiciera porque estaban muy asustados. Tengo 44 años y, aunque he entrenado 43 semanas, es un riesgo. Llegar a la meta ha sido la subida de adrenalina más grande de mi vida. Con mi hija Paloma de la mano corrí los últimos 100 metros y en cada vuelta intentaba que mi mujer me viera para que se supiera que estaba bien.
Y ahora, “Historias en zapatillas”.
Este verano las musas se sentaron conmigo y di forma a seis historias de ficción, con pinceladas de realidad, y el resultado ha sido un libro. Son relatos de curiosidad, de superación... estoy muy orgulloso y, además, por una buena causa. La recaudación va para ayuda psicológica a los familiares de enfermos de esclerosis múltiple.
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