Hay que frotarse los ojos dos veces. Sí. La UD Almería ganó de milagro al Rayo Vallecano y se coloca a solo un punto del ascenso directo. En una jornada de batacazos de todos los rivales de la zona alta, la única luz verde la puso el conjunto de Mario Silva, no sin antes pasar por su habitual tramo de nervios. El nuevo fútbol después del confinamiento no lo entiende nadie, ni los propios profesionales, porque de un duelo con tintes de goleada, se pasó de golpe a una nueva película de terror, esta vez con un final feliz.
El Rayo fue valiente, quizá en exceso, y facilitó mucho la labor del Almería en las transiciones. Fue José Carlos Lazo quien abrió el luminoso a los ocho minutos con un disparo de falta que tras tocar en la barrera hace imposible la estirada de Dimitrievski. Se vinieron arriba los rojiblancos, que en el 20’ ampliaron las distancias. Darwin Núñez disputa un balón con Esteban Saveljich dentro del área, se queda botando, y cuando todos esperaban un centro al punto de penalti, el uruguayo se sacó de la chistera un derechazo de otro nivel para superar al meta visitante. Este delantero llegará lejos si mantiene la línea de trabajo.
¿Sentencia?
Camino de la media hora seguía muy cómodo el Almería. Valentín Vada dio otro pase de oro a Juan Muñoz para el 3-0. No había fisuras ante uno de los rivales del momento, el Rayo Vallecano. Por si fuera poco, en el inicio del segundo tiempo Darwin Núñez llegó a marcar el cuarto, pero el VAR anuló la acción por fuera de juego. Fue el punto y final de un partido y el inicio de otro.
El Rayo dio un pasito al frente con Juan Villar en el minuto 51, para seis más tarde meter definitivamente el miedo en el cuerpo al conjunto almeriense. Mismo autor. A partir del minuto 57 el Rayo se hizo dueño y señor del balón, de las oportunidades, y perdonó ante Antonio Sivera, que había entrado en la primera mitad por Fernando Martínez, lesionado. El Almería se mostró inestable porque podía perder un duelo sentenciado. Sufrimiento extremo para seguir vivos en la lucha por el ascenso directo. Y es que los rivales que luchan por la segunda plaza están en una espiral que no tiene lógica, desperdiciando todos ellos infinidad de oportunidades de certificar el paso a Primera División. Del disfrute al pánico y del pánico a la felicidad. De ver al Huesca a kilómetros a presionarlo con solo un punto de desventaja.
La ansiedad bloqueó completamente al equipo frente al Rayo Vallecano, aunque supo sacar adelante un difícil compromiso. Quedan dos finales en las que ya da igual si el juego es vistoso o rácano. Aquí solo vale vencer incluso colgados del larguero.
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