El Viernes Santo no fue positivo para la UD Almería. Los rojiblancos estaban obligados a ganar al Rayo Vallecano para acercarse de nuevo a Mallorca y Espanyol, pero la expulsión de Ivanildo Fernandes en la segunda mitad y un gol de rebote de Bebé dieron la victoria a los madrileños, que han vencido en el campo de los tres primeros clasificados. Pero el análisis del duelo va mucho más allá de la decisión del árbitro, Muñiz Ruiz, a la hora de mostrar la segunda amarilla al central.
El Almería fue perdiendo frescura conforme avanzaban los minutos, fruto del cansancio y de un Rayo que se empezaba a sentir mejor en el césped. Faltaron desmarques de ruptura, más movimientos de un Umar Sadiq que últimamente no se está sintiendo cómodo en los partidos. Sin desborde por bandas con Balliu, Corpas, Akieme y Lazo, el rival tapó los pasillos interiores y apenas generaron oportunidades de gol. El propio José Gomes reconocía que ante el Leganés llegaron 27 veces a zona de definición, mientras que con el Rayo Vallecano alcanzaron las cinco.
La luz de este Almería pasa por Manu Morlanes, que también fue acusando la carga de minutos y no se le vio fresco como en él es habitual. Su compañero de fatigas, Samú Costa, tuvo que ser sustituido por Jorge Cuenca en el tramo final y no le sentó nada bien la decisión de su entrenador.
Desarrollo
En inferioridad numérica, los almerienses sacaron fuerzas de flaqueza y apretaron al Rayo, aunque en una contra que debió ser parada por la defensa, Bebé le pegó a puerta y tras tocar en Balliu se mete en la portería. Nada pudo hacer Fernando para evitar el 0-1. Se vio a un Almería plano, falto de ideas, de continuidad en su fútbol, y sobre todo previsible. Ganar era imprescindible y el 0-1 tiene consecuencias directas en la clasificación de la Liga.
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