Todo iba bien, y al final solo quedó la Esperanza (Macarena). El Miércoles Santo de Almería arrancó con dudas pero decidido: a pesar de un leve chispeo a las 17.30 horas que hizo que se abrieran algunos paraguas en la plaza de la Catedral, el cielo se abrió a la vez que las puertas de la Catedral y Prendimiento empezara a llenar de capirotes azules la capital. Antes, desde San Roque, el Calvario había hecho lo propio. Hasta que todo se torció.
Los Estudiantes estaban en el claustro de la Catedral organizando su cortejo. La Macarena estaba abriendo las puertas de San Ildefonso y había sacado ya a todos los nazarenos que acompañan al Señor de la Sentencia. Y pasó lo que nadie quería que pasara.
Las primeras gotas aumentaron la intensidad y, al final, cayó un intenso chaparrón que hizo que a los hermanos del Prendimiento y el Calvario los minutos se le hicieran horas. La Macarena, por su parte, tuvo más suerte y solo tuvo que devolver parte del cortejo al interior de la parroquia del barrio de la Plaza de Toros.
El Prendimiento
Quién protagonizó las escenas más dolorosas fue la Hermandad del Prendimiento. Con el cortejo totalmente roto por culpa de la lluvia, el palio de la Merced volvió sobre sus pasos para atravesar una resbaladiza plaza de la Catedral, bajar por Cubo y llegar a la casa de hermandad, en la calle Bendicho.
Para entonces, el paso del Prendimiento y el del Cautivo habían pasado su calvario particular. El aguacero pilló al misterio a la altura de la plaza Marín y, de hecho, se barajó la posibilidad de que se resguardara en el garaje de este rincón del casco histórico. Sin embargo, las dimensiones del paso lo hacían imposible: desde la plaza Flores hasta Masnou, una chicotá que quedará para la historia de esta cuadrilla, llevó al Prendimiento a escasos metros de su casa de hermandad.
Por su parte, el Cautivo se desvió en San Pedro para intentar resguardarse en la parroquia sede de la Santa Cena y el Santo Sepulcro. De hecho, se le llegaron a quitar las potencias a la imagen tallada por Dubé de Luque, que vestía para la ocasión la misma túnica lisa con la que llegó a Almería hace ahora 25 años.
Sin embargo, el Cautivo no entró finalmente en San Pedro y puso rumbo tras el Prendimiento a la casa de hermandad, que acogió entre aplausos y llanto a todo un cortejo que veía cómo acababa su corta estación de penitencia. Y tras ellos, llegó la Merced, entre un nuevo aguacero.
El Calvario
No serían los tres pasos del Prendimiento los únicos que se cobijaran bajo el techo de la Casa de los Puche. No en vano, el Calvario tuvo serios problemas para refugiarse de la lluvia.
Al empezar a llover, el cortejo se refugió en la Catedral, pero el paso no cabe por la puerta del primer templo de la Diócesis. Tapado con plásticos, el paso se quedó en el dintel a la espera de que aminorara la lluvia.
Pasados los minutos más tensos, el paso se fue a la casa de hermandad del Prendimiento, donde se le hizo un hueco para acoger, por primera vez, cuatro pasos. A las diez de la noche, los nazarenos del cortejo y la banda de cornetas y tambores Ntro. Padre Jesús de la Sentencia de Almuñécar salieron con el aplauso de una multitud procesionando de regreso (sin sus imágenes) hacia San Roque.
Los Estudiantes
En todo este dantesco escenario, los Estudiantes esperaban pacientes en el interior del templo. La paciencia se convirtió en incertidumbre y, de ahí, al pesimismo. Tras posponer la decisión hasta en dos ocasiones, Antonio Salmerón anunció que, ante la posibilidad de que volviera a llover, se suspendía la estación de penitencia.
La noticia, aplaudida por los hermanos, fue comunicada a las 22 horas, momento en el que los capirotes verdes se acercaron hasta la Esperanza y el Señor de la Oración en el Huerto para rezar, algo que pudo hacer el resto de Almería una vez se abrieron las puertas de la Catedral.
Y al final, solo quedó la Esperanza. La Macarena, en concreto. A esa misma hora, las 22 horas, los hermanos macarenos se animaban y abrían las puertas de San Ildefonso para llevar a cabo su estación de penitencia con un recorrido, eso sí, más corto en el regreso. Así fue el Miércoles Santo de 2022, que hará que el regreso a la calle con normalidad tenga que esperar a 2023.
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