No le parece completa la etiqueta de crítico gastronómico, porque la crítica “es solo un género” dentro del periodismo gastronómico. Desde una voz personalísima, grave y profunda todo lo que narra adquiere una dimensión seria, aunque Curro (Almería, 45) es muy bromista pero eso sí, tendrá usted que entrenar su intelecto para captar su sutil sentido del humor. Lo que no admite discusión es que es toda una autoridad en el mundo gastro de Almería y probablemente la voz más autorizada para hablar de restauración.
¿De dónde le viene la afición al periodismo?
Yo tenía afición por escribir y había mucha gente que me decía que debía hacer periodismo porque sé escribir, pero en el fondo no hay relación entre una cosa y otra. Lo
¿Por qué?
Hacer buen periodismo no es una cuestión de saber escribir bien sino de trasladar el mensaje rápido, fácil y digerible. A veces prevalece la vanidad del periodista sobre las necesidades del lector.
¿Y de ahí a la gastronomía?
Tuve un momento de crisis. Tenía un trabajo fijo con buen sueldo pero tenía la sensación de haber tocado techo y de que no podía aprender nada más. Decidí dejarlo y largarme a América Latina, en 2007. Ya me atraía la gastronomía, el turismo, la música. Me fui a Uruguay con la intención de viajar por diferentes países del cono sur y decidir qué quería hacer.
¿Y qué decidió?
Cursé en la Complutense un programa de experto en periodismo gastronómico y nutricional en 2010, y ahí me formé. Aunque curiosamente hoy en día nadie ya pide títulos ni un aval en ese sentido, formativo.
¿Las personas como usted pueden influir en el devenir de la vida gastronómica de una ciudad?
Aunque no creo en el término influencia como tal, por supuesto que sí. Pero no es cuestión de una persona sola, ocurre a medio-largo plazo, cuando se va asumiendo un discurso que puede provenir de una persona, un lobby, un foro de ideas… y al final cala. A veces se confunde de todos modos la influencia con el alcance hoy en día, hay demasiada obsesión con el número de reproducciones en las redes y el número de seguidores. Para que alguien sea influyente tiene que haber detrás conocimiento.
¿Por qué funcionan los tiktokers o instagramers que van a comer a sitios de cosas grasientas como morcilla, hamburguesas?
Porque hay un público masivo que consume esos medios y no tiene mucho poder adquisitivo y buscan pistas para comer razonablemente bien por poco dinero.
¿Nunca le vamos a ver en esas redes sociales comiendo?
Es algo que quizá algún día pueda pasar, aunque de momento me niego, lucho contra ello constantemente.
¿Sabe usted si queda gamba roja de Garrucha todavía? Hay quien dice que ya es un mito.
Sí, claro que queda, y hay que ir a comerla y comprarla a Garrucha. Hay productos que son aspiracionales como ese. Hablando con una hostelera de Garrucha me decía que en los años 80 vendía muchas más gambas que ahora, había mucha más demanda porque la gente cuando se sentaba en el restaurante quería esa exhibición, hacer ostentación.
¿Usted come siempre bien?
A mí me gusta probarlo todo, pero al final soy más feliz con las cosas que me puedo permitir sin que supongan una erosión en mi cuenta corriente. Para mí las cosas más ricas que hay son los huevos fritos con patatas o los torreznos y son asequibles. ¿Me gusta el caviar? Sí, pero no voy a pagarlo. Por lo que me cuesta prefiero gastarlo en cosas que me apetecen más. Muchas veces el lujo, esos precios, vienen determinados por la escasez pero eso no me va a hacer tomar decisiones de compra o de qué es lo que me gusta.
Los hábitos a la hora de salir de restaurantes o bares han cambiado mucho últimamente.
Sí, la pandemia ha traído cambios que se han quedado. Para empezar el consumidor tiende a reservar más para no arriesgarse a quedarse sin su sitio en el bar o restaurante, sale más temprano, el “tardeo” creció también y de ahí mucha gente pasa directa a la cena por ejemplo.
¿Se le puede ver en un McDonalds?
Sí, aunque más en un Burguer King (risas). Yo a veces como mal, tengo porquerías en mi despensa y congelador porque a veces el ritmo de vida obliga. No creo que McDonalds o BK sean lo peor que podemos comer. Cuando empezó la pandemia hice un propósito de pedir comida en todos los sitios de comida a domicilio que había, empecé a hacer un ranking. no lo hice porque era todo bastante lamentable, casi todos (aunque algún sitio merezca algo la pena) pierden cuando la comida se lleva a domicilio, pero entiendo que cumplen una función. Para mí lo mejor de la gastronomía está en la compañía siempre.
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