Crónicas del ayer: el crimen del capitán Martínez

El 15 de julio de 1951 se produjo una grave tragedia en la barriada de Ciudad Jardín

El crimen del capitán Martínez.
El crimen del capitán Martínez.
José Ángel Pérez
21:42 • 09 feb. 2023

El 15 de julio de 1951 se produjo una grave tragedia en el seno de una conocida familia de la barriada almeriense de Ciudad Jardín, cuyos principales y tristes protagonistas, víctima y verdugo pertenecían al cuerpo de la Guardia Civil cuyo trágico desenlace provocó un profundo pesar y consternación en la capital. Tanto el fallecido como su agresor eran personas extremadamente educadas y serviciales, muy apreciadas y queridas entre sus compañeros de profesión y vecinos del barrio. Nadie se explicaba entonces que es lo que pudo ocurrir para desatarse la tragedia.



En la calle Colombia, vivía el capitán de la Guardia Civil retirado, Blas Marcos Martínez de 64 años, con su esposa y cuya vivienda era compartida, junto a su única hija y su marido también agente del guardia civil destinado en las dependencias que la Benemérita tenía en el puerto de Almería.



El joven matrimonio con dos hijos de corta edad se habían casado en 1946 y mantenían una buena relación, pero la boda de la pareja desde el primer momento no fue bien vista por el capitán Martínez, quien aspiraba a que su única hija, tuviese como marido a una persona más importante y de un mayor relieve social.



Sagrario Martínez y el agente Miguel Manzano vivían juntos con la familia de ella desde hacía unos cinco años. Según se comentó entonces entre el vecindario y conocidos, el padre interfería continuamente en la vida de los jóvenes desposados por lo que la convivencia del matrimonio llegó un momento en que se hizo cada vez más complicada y difícil. El yerno estaba cansado ante la permanente tensión que existía en la vivienda porque su suegro le hacía vivir situaciones vejatorias y humillantes. 



Cansado de vivir esta situación, el agente decidió de acuerdo con su esposa, pedir destino a la comandancia de la Guardia Civil de Lérida, ciudad en la que vivía su madrastra y parte de su familia. Unos días después de que el joven agente tramitase la pertinente solicitud, cuando el capitán Martínez se enteró de la petición de traslado montó en cólera, conminando al joven guardia civil a que anulase dicha petición, ya que no quería estar separado de su única hija y sus nietos.



El 15 de julio de 1951 hacia mucho calor en Almería. Alrededor de las tres y media de la tarde, Miguel Manzano llegó a la casa una vez finalizado su horario de servicio en las dependencias del puerto. Se despojó de la parte superior del uniforme y de su arma reglamentaria colgándolos sobre una silla del pequeño recibidor de la vivienda dirigiéndose posteriormente a la cocina para disponerse a almorzar.



De nuevo, el suegro que se encontraba dormitando la siesta al escuchar abrirse la puerta, se despertó furibundo, entrando de nuevo en acción. Se encaró con el yerno volviendo a reiterarle que anulara de una vez por todas la petición de traslado a la comandancia de Lérida. De las acaloradas palabras, se pasaron a las recriminaciones y ofensas verbales, llegando finalmente a las manos, enzarzándose en una fuerte y violenta disputa. No se pudo determinar quien, pero uno de ellos fue el primero en coger el arma que junto al resto del correaje colgaba sobre la silla del recibidor. Lo cierto es que durante el fragor de la pelea se produjeron tres disparos a corta distancia, uno de los cuales le atravesó el corazón a Miguel Manzano que cayó fulminado de bruces al suelo en medio de un gran charco de sangre.



Tras la tragedia, viendo como se le iba la vida al joven guardia civil sin poder hacer nada por reanimarle, el capitán Martínez abandonó el domicilio dirigiéndose de inmediato hasta el acuartelamiento de la Guardia Civil donde confesó lo ocurrido entregándose a sus antiguos compañeros del Cuerpo. 


Según relató Blas Marcos el yerno fue quien durante la discusión tomó el arma primero y que al arrebatársela durante el forcejeo fue cuando se produjeron fortuitamente los disparos. Las investigaciones posteriores efectuadas por los especialistas en Criminología de la Guardia Civil una vez efectuada la inspección ocular de la vivienda, tomar declaración al oficial y conocer los resultados de los informes de los médicos forense determinaron otra versión diferente sobre lo realmente ocurrido por lo que ex capitán fue detenido e ingresado en prisión acusado de homicidio.


Tras el juicio celebrado unos tres años más tarde, la Audiencia Provincial de Almería, el 23 de febrero de 1954 hizo pública la sentencia condenando al oficial retirado de la Guardia Civil a la pena de catorce años, ocho meses y un día de reclusión menor.


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