Crónicas del ayer: el cruento crimen del Cine San Miguel

Algo más de diez meses de intensas y complejas investigaciones, necesitó la Policía de Almería para esclarecer el extraño caso de un ciudadano alemán asesinado y posteriormente quemado en el interior de su autocaravana estacionada en la explanada del antiguo cine San Miguel de la capital en la barriada de Ciudad Jardín. Un caso que se presentaba extremadamente complicado y que tuvo un profundo calado entre la sociedad almeriense.

Un alemán identificado como Ernest Walters Shorers de 48 años fue quemado vivo después de robarle, amordazarlo y maniatarle, manteniéndolo los criminales moribundo durante dos días en su autocaravana, hasta que los asesinos decidieron pegarle fuego al vehículo rociándolo con colonia y con el infortunado hombre aún con escasa vida en su interior.

Ocurrió el 13 de abril de 1991. La Policía, gracias a la perspicacia de un agente de Informes Judiciales un año más tarde pudo detener en la capital a cuatro jóvenes de 17 y 22 años vecinos de las Quinientas Viviendas y del Zapillo por su implicación en el asesinato, aunque solo dos de ellos, apodados “El Negro” y “El Angelillo” fueron condenados por la Audiencia Provincial de Almería como los autores materiales del crimen. 

Según pudo determinar la Policía los jóvenes entraron a robar en la caravana la madrugada del 13 de abril de 1991, cuando el propietario dormía en el vehículo. Los jóvenes forzaron las cerraduras atacándole por sorpresa sin que la víctima tuviese capacidad de reaccionar y defenderse.

Los delincuentes se apoderaron de 65.000 pesetas en billetes de 5.000, que encontraron en un pequeño bolso que el alemán guardaba debajo del asiento derecho del vehículo y utilizando unas correas lo maniataron y con una bayeta de cocina lo amordazaron para que no gritase.  

Los asaltantes consumados el robo, con total sangre fría volvieron a los tres días observando que el hombre se encontraba todavía en la misma posición en que lo dejaron, desvanecido en estado preagónico. Se determinó que fue “El Negro” quien regresó la madrugada del 18 de abril hasta la explanada del San Miguel para prenderle fuego a la caravana con el propósito de borrar todas las huellas rociando con colonia a la víctima y posteriormente quemarlo mientras los otros “colegas” vigilaban la calle.

El incendio de la roulotte produjo una densa humareda que fue detectada por un taxista quien alertó a la central de Radiotaxi, y avisó a la Policía Local y a los Bomberos. 

Se que la autocaravana estaba abandonada, pero durante la inspección ocular de su interior uno de los policías locales detectó el cuerpo reclinado de la víctima, totalmente calcinado. Al comprobarse la existencia del cadáver, los agentes locales informaron de la situación a la sala operativa del 091.

Practicada la autopsia se pudo determinar que la víctima estaba aún vivo cuando los jóvenes decidieron pegarle fuego al vehículo. La indiscreción de uno de los autores y la perspicacia de uno de los policías permitieron esclarecer este espeluznante crimen y llevar a sus autores hasta el banquillo de los acusados cuando todo apuntaba a que el crimen quedaría impune.