La actriz Elisa Mouliáa, quien recientemente denunció públicamente al expolítico de SUMAR, Íñigo Errejón, por acoso sexual, vuelve a estar en el centro de la polémica tras interactuar en redes sociales con una publicación de la filósofa y escritora Clara Serra.
En el vídeo compartido, Serra aborda el consentimiento como un concepto jurídico y enfatiza en la importancia de la "voluntad" en estos casos: "No todos los 'síes' son libres, y la prueba de la validez o libertad de un 'sí' es siempre la posibilidad de decir 'no'. En el ámbito sexual, la libertad de un 'sí' reside en la posibilidad de retirarlo y decir después 'no'".
Aunque el planteamiento de Serra parece impecable, la controversia surge cuando este enfoque no contempla situaciones en las que las mujeres no tienen derecho a rechazar, como ocurre en la prostitución. Esto ha llevado a que muchos interpreten que Serra respalda la industria del sexo, al no condenar de manera explícita la explotación sexual, y por afirmaciones como: "Lo que las trabajadoras sexuales pueden decir sobre el consentimiento es muy interesante, no solo para defender su validez ante el Estado, sino porque consentir no significa desear profundamente".
Un debate muy polémico protagonizado por Elisa Mouliáa
La polémica se avivó cuando Mouliáa comentó el post de Serra en Instagram calificándolo como "maravilla" y agregando un corazón morado. Esto desató la reacción de varias mujeres, quienes criticaron su postura al recordarle que "el 99% de las mujeres prostituidas no pueden decir 'no'".
Mouliáa, lejos de retractarse, defendió su posición a favor de la regulación de la prostitución: "No sé qué problema tienes con las trabajadoras sexuales, pero quienes ejercen esta profesión por elección tienen derecho a hacerlo. Regular esta industria, que ha existido durante siglos, es necesario. Lo que debemos combatir son las mafias y la explotación sexual".
"La prostitución va a existir toda la vida, te guste o no"
Estas declaraciones generaron un fuerte rechazo entre feministas abolicionistas, quienes consideran inaceptable hablar de la prostitución como una industria legítima. Una de ellas expresó: "No somos objetos para vender o alquilar. No habrá libertad mientras un hombre pueda comprar el cuerpo de una mujer". Mouliáa respondió insistiendo en que "hay muchísimas mujeres que deciden intercambiar su tiempo por dinero y aunque te cueste aceptarlo, es totalmente lícito. Somos libres de hacer lo que queramos, siento decirte que es algo que va a existir toda la vida, te guste o no". A muchas les ha resultado extraño que Mouliáa afirme que la prostitución siempre ha estado ahí y por ende, seguirá estando hasta que el planeta se consuma.
Como era de esperar, las respuestas se han multiplicado en cuestión de minutos. "Si fueras en lugar de actriz, trabajadora sex**, de las que, según tú, lo eligen libremente y te hubieran agredido, obligado a hacer algo que no querías, violentado... Basándonos en la trampa del consentimiento, ¿no habría justicia para ti?, le ha comentado @adriansita, mientras @rocioarraez ha explicado que "no intercambia tiempo, es su cuerpo lo que pone en venta. Si un hombre estuviese dispuesto a cobrar dinero porque otros hombres le pegaran palizas, ¿también sería lícito? Si una persona está dispuesta a vender un órgano suyo, sería lícita la venta de órganos? La moral está ahí para regular lo que es lícito y lo que no".
Regularizar sí, legalizar no
La actriz insiste en que "yo diferenciaría entre legalización y regulación, igual que con ciertas drogas. Para combatir algo es importante regularlo (...) Ciertas actividades van a seguir ahí aunque las machaques socialmente, deben ser reguladas, que no legalizadas. Inventaría un término medio para controlarlo, dar derechos y protección y límites y combatir las mafias. Países como Holanda, Alemania y Canadá son para mí referentes".
El plan de Mouliáa, un contrato de consentimiento
"Un contrato de consentimiento puede definir unos límites que si el cliente propasa puede ser denunciado, como en cualquier contrato laboral. Haría lo mismo con las drogas, pasando un exhaustivo análisis de laboratorio antes de ofrecerlo a miles de consumidores de fin de semana que hay en España. Así como el CBD puede venderse, también creo que tanto la prostitución y algunas drogas deberían regularse para dar derechos y poner límites". Así, Elisa Mouliáa habla de clientes y contratos como si la prostitución pudiese ser comparada con trabajar en una panadería, un colegio o un supermercado. Y muchas muejeres se lo han tomado fatal.
Las comparaciones de Elisa han enfurecido aun más a las redes sociales: "Hay gente que se agujerea todo el cuerpo con piercings, que se llena de tatuajes, que se dobla por la mitad horas y horas en el circo. La gente hace con su cuerpo lo que le da la gana. Claro que me paree lícito, la cuestión moral es siempre subjetiva, porque lo que a ti te parece cero ético para otra persona es libertad (veáse el velo árabe). Creo que habría que diferenciar entre actividad regulada y actividad legalizada. Perseguiría las mafias de explotación sexual y de órganos, pero a igual que el cannabis medicinal se puede comprar con receta, creo que la subrogación si es altruista puede ejercerse como en Canadá, o el trabajo sexual puede desarrollarse de forma pactada y controlada".
"Acabar con la prostitución es una utopía imposible"
Para Elisa es inviable acabar con la prostitución porque "es utópico y jamás va a pasar. Hay que cortar el problema de raíz regulando, controlando, midiendo... Pero no marginándolo. La abolición es una utopía, jamás se va a llevar a cabo, por favor asumidlo". Al leer sus palabras, muchas han puesto el grito en el cielo asegurando que "cuando se planteó abolir la esclavitud también había personas que no lo veían posible. No se trata de pensar o no que se puede, si no luchar para que así sea. La regulación de la prostitución es la regulación de la violación de los derechos humanos de todas las mujeres. Hablas de regular que el proxeneta se haga empresario y los hombres afirmen aun más la idea de que tienen derecho a disponer de nuestros cuerpos cuando quieran".
Pero, para la actriz, simplemente "el lobbie sexual que hay en España es un gigante económico con grandes acciones en multinacionales que sostienen partidos políticos, que votamos todos. Estamos muy lejos de que la ley abolicionista sea real y me parece importante ejecutar un plan de control de actividades para que las trabajadoras sexuales lo hagan de forma autónoma y con un contrato que las defienda y proteja (...) No defiendo la trata, defiendo el trabajo sexual ejercido de forma individual y libre. Hacer una ley que permita a las mujeres hacer con ellas, su tiempo y su cuerpo lo que consideren por el precio que ellas consideren".
España, un sueño para 'scorts' que quieren dar placer
"España está lleno de scorts que trabajan de forma libre y voluntaria (...) Nadie nace con nada y la vida nos hace, esto es así. Pero es tan lícito que una mujer aborte como que voluntariamente decida dar placer a otra persona. Creo que hay que diferenciar bien entre trata, explotación sexual y trabajo sexual. Si hablas con las scorts muchas se sienten mejor tratadas en estos intercambios que en la calle con hombres que conocen en discotecas o incluso parejas".
"Se sienten como princesas y bien tratadas en esos encuentros. Ellas deciden dar placer porque tienen una energía sexual sana y les apetece. Antes eran llamadas curanderas. ¿Sabes lo que puede hacer la energía sexual? Muchas de ellas se sienten empoderadas, después pueden crear negocios". Con este increíble argumento proprostitución, Mouliáa ha terminado de enfurecer a las feministas, que consideran que, directamente, no tiene ni idea de lo que está hablando.
La auténtica realidad de la prostitución, muy lejos de una libre elección
Lo cierto es que, por más que Elisa Mouliáa intente convencernos de que la prostitución consentida empodera y convierte a las mujeres en empresarias exitosas, la realidad es que nadie desea que su hija se dedique a esta actividad. Elisa menciona la posibilidad de cursos, regulación y contratos, lo que lleva a preguntarse: ¿apoyaría que existiera un máster o una formación profesional en "temas de cama"? ¿Estaría cómoda si, en algún momento, su hija le dijera: "Mamá, quiero trabajar en un burdel"? Probablemente no.
El 99% de las mujeres en situación de prostitución no están ahí por elección propia. La mayoría enfrenta condiciones de vulnerabilidad extrema, pobreza severa y, en muchos casos, enfermedades físicas o mentales. Son víctimas de explotación, rechazo social, humillación y abuso sistemático por parte de hombres a quienes Elisa Mouliáa califica como "clientes". Clientes que consumen servicios sexuales como si fueran productos cotidianos, trivializando una realidad profundamente compleja y dolorosa.
Abordar un tema tan delicado como la prostitución en un espacio público, como las redes sociales, exige un conocimiento sólido y sensibilidad. Defender figuras políticas como Íñigo Errejón, quien abogó por regular la prostitución, contribuye a perpetuar el sufrimiento de millones de mujeres y niñas que son explotadas diariamente en todo el mundo.
En países como los Países Bajos, que Elisa pone como ejemplo, la regulación no ha frenado la trata ni mejorado las condiciones. De hecho, la prostitución ha crecido exponencialmente. Muchas mujeres en esos contextos se ven obligadas a trabajar incluso durante el embarazo para pagar deudas y retoman sus labores poco después del parto. El auge de burdeles de bajo coste en esos países, con precios que degradan aún más la dignidad humana, evidencia que regular la prostitución no ha resuelto los problemas estructurales.
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