Nada más aparecer en pantalla su mirada infantil y curiosa, en cuanto abría la boca para lanzar alguna de las frases que han inundado las redes sociales a modo de despedida, el espectador sabía que Chus Lampreave iba a robarle el plano a quien tuviera al lado. Y la película al completo, si alguno se despistaba. Con el discreto encanto de los ladrones de guante blanco. En la mejor tradición de los gigantescos (y mal llamados) secundarios del cine español, donde pudo trabajar junto a los mejores. Los que ayer lloraban la pérdida de una actriz “irrepetible”, como la ha calificado Antonio Resines, presidente de la Academia de Cine.
Chus Lampreave -la portera que uno siempre hubiera querido encontrarse en la escalera, la tendera a la que escucharíamos durante horas y tantos personajes más que te querías llevar a casa cuando la sala se encendía- falleció en la mañana del lunes en el hospital Torrecárdenas de la capital a los 85 años de edad. Aquí había establecido su residencia de forma definitiva desde que enviudó del almeriense Eusebio Moreno el pasado mes de julio aunque llevaba décadas dejándose ver por la ciudad, casi su segunda residencia cuando su presencia en el cine se fue dosificando. De hecho, vivía en la residencia Ballesol, donde se había instalado para estar más cerca de su hijo Diego, biólogo marino y trabajador de la Agencia de Medio Ambiente y Agua de la Junta de Andalucía.
“Le encantaba investigar la historia de los antepasados de su marido y visitaba mucho el Archivo Histórico Provincial. Como estamos enfrente se pasaba a vernos, ya que Diego era miembro del departamento de Ecología y Medio Ambiente”, cuenta Nieves Molina, coordinadora del Instituto de Estudios Almerienses (IEA).
De estas visitas nació una amistad que se mantuvo hasta el final. “Me contaba sus excursiones a enclaves arqueológicos de la provincia y hablábamos de su faceta menos conocida, la de pintora e ilustradora. Ella estudió Bellas Artes en la Real Academia de San Fernando, donde coincidió, por ejemplo, con Antonio López”.
De su vinculación con la tierra del indalo habla también la actriz almeriense Dita Ruiz, quien solía encontrarse con ella por el centro. “Era muy agradable, sencilla y educada. Venía de vacaciones con su marido y solían alquilar un apartamento por la Plaza Flores”, dice. Por eso, muchos se sorprendían al verla alejada de los focos, caminando por el Paseo, visitando La Dulce Alianza o comprando por los comercios del casco histórico.
Asimimo pasó temporadas en la localidad de Turrillas, donde la familia tenía una vivienda a unos doscientos metros del casco urbano en la que disfrutaban de los veranos.
Goya por ‘Belle Epoque’
Seis veces candidata como mejor actriz de reparto a los Premios Goya y ganadora de uno por su papel en ‘Belle Epoque’, de Fernando Trueba, Chus Lampreave comenzó en el cine en 1959 con un papel sin acreditar en ‘El pisito’, de Marco Ferreri. Al parecer, fue Jaime de Armiñán, a quien conocía de la Academia de Bellas Artes, quien la animó a actuar. Con el director italiano repetiría un año después en ‘El cochecito’, figurando aún en los créditos con su nombre real, María Jesús Lampreave. Adoptaría por primera vez el familiar Chus en 1963, cuando apareció en ‘El verdugo’, de Luis García Berlanga, con quien volvería a rodar cinco largometrajes más.
Tras figurar en el reparto de títulos como ‘Mi querida señorita’ y ‘El amor del capitán Brando’, de Jaime de Armiñán, y ‘La guerra de papá’, de Antonio Mercero, entre otros, trabajó por primera vez con Pedro Almodóvar en ‘Entre tinieblas’. Así comenzaría una relación profesional que se extendería a lo largo de ocho producciones, hasta ‘Los abrazos rotos’. Mucho de lo que Chus Lampreave ha sido en el cine -o al menos mucho de lo que el público recuerda que ha sido- se lo debe al manchego, especialmente a la divertidísima y cotilla portera de ‘Mujeres al borde de un ataque de nervios’. “Fue la actriz que mejor interpretó los personajes inspirados en mi madre y pertenecía a la estirpe de los grandes actores de reparto, aquellos sin los que el cine español no existiría”, escribió ayer en ‘El país’ el cineasta.
En la recta final de su carrera (del celuloide se despidió en 2014 con ‘Torrente 5’, de Santiago Segura) contagió su entusiasmo a los espectadores gracias a las navideñas campañas de Campofrío. Quizás los más jóvenes descubrieran así a la sonrisa más entrañable del cine español.
Con Berlanga, Almodóvar, Trueba, Cuerda...
La filmografía de Chus Lampreave está formada por 59 largometrajes, muchos de los cuales están dirigidos por algunos de los mejores autores de nuestro cine. Con Pedro Almodóvar trabajó ocho veces (de ‘Entre tinieblas’ hasta ‘Los abrazos rotos, pasando por '¿Qué he hecho yo para merecer esto?', 'Matador', ‘Mujeres al borde de un ataque de nervios’, ‘La flor de mi secreto’, ‘Hable con ella’ y 'Volver') pero también lo hizo en seis ocasiones con Luis García Berlanga (‘El verdugo’, la trilogía ‘Nacional’, 'Moros y cristianos' y ‘Todos a la cárcel’), en cuatro títulos con Fernando Trueba (‘Sé infiel y no mires con quién’, 'El año de las luces', 'Belle Epoque' y ‘El artista y la modelo’) y en dos con José Luis Cuerda (‘Amanece, que no es poco’ y ‘Así en el cielo como en la tierra’).
Ganadora de un Goya por ‘Belle Epoque’, recogió el Fotogramas de Plata honorífico en 2005 y poseía la Medalla de Oro al mérito en las Bellas Artes que recibió en el año 2001.
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