“La universidad americana da al año más artistas que todo el siglo XVI italiano”

El almeriense Francisco Uceda inaugura hoy en MECA su nueva propuesta, Americana, una mirada a los arquetipos de Estados Unidos

Francisco Uceda, ayer en Mediterráneo Centro Artístico frente a dos de las obras que podrán verse desde esta tarde.
Francisco Uceda, ayer en Mediterráneo Centro Artístico frente a dos de las obras que podrán verse desde esta tarde.
Evaristo Martínez
01:00 • 05 ago. 2016

Durante los dos últimos veranos ha aprovechado sus vacaciones en su tierra, Almería, para mostrar las obras que crea en Nueva York, donde reside desde 2001 impartiendo clases de educación en la Universidad pública y de español, cine y dibujo en un instituto del Bronx. Hoy inaugura en MECA su nueva propuesta, Americana. Vaqueros e inmigrantes, que podrá visitarse hasta el 26 de agosto.




Americana. Vaqueros e Inmigrantes revisa estereotipos de Estados Unidos, donde reside desde 2001. ¿Cómo ha cambiado desde entonces su percepción del país?
Resido en Nueva York desde 2001 pero previamente había estudiado allí, licenciándome en 1993 en Antropología y Arte. Así que llevo allí desde los 17 años, aunque volví después de licenciarme y me puse a estudiar aquí en la Universidad de Almería, a trabajar y a hacer la prestación social. El tramo de estudios universitarios fue estupendo pero aislado, a dos horas al norte de Nueva York, en medio del campo, con el río Hudson delante. Fue un periodo de bonanza:  eran los años de Clinton y aquí de las Olimpiadas y de la Expo. Ser español estaba de moda y yo era el único en la universidad, así que era mitad bicho raro, mitad interesante (risas). 




En el segundo tramo, desde 2001 -exactamente desde el 11S que, desastrosamente, fue mi primer día de clases, muy cerca de las Torres Gemelas-, cambió la percepción de los americanos por el atentado y se permitieron recortes en las libertades con el fin de proteger a la sociedad americana. La idea de seguridad había sido ultrajada y había que buscar maneras de controlar: surgieron nuevos enemigos, nuevos terrores nucleares y un afán por crear más democracias; recordemos la primavera árabe. Pero, sobre todo, un miedo colectivo hacia el otro, fomentado por los medios y ciertos sectores políticos.

Vaqueros e inmigrantes: parece hablar de una sociedad polarizada. ¿Cuántas Américas hay en Norteamérica? 
Esta serie trata dos arquetipos, ideas o mitos de América con los que definitivamente se puede hablar de, al menos, dos Américas. Por un lado, la de la frontera, con su moralidad y competencia aparente, la amante de su libertad a ultranza o a costa de la expansión hacia el oeste (con lo que supuso) o mundial con sus continuas incursiones para fomentar las democracias o controlar los mercados con el píxel, la de la segunda enmienda con sus armas. Y, por otro lado, la representada por la isla de Ellis, entrada de la inmigración durante décadas,que representa a los inmigrantes, gente que fue a hacerse un hueco a un país que ofrecía todo tipo de posibilidades siempre que se adaptaran, se camuflaran y se integraran. Y que se hacía más fuerte por su diversidad: la América de las minorías.




¿Cómo ha influido el arte para ayudar a crear la identidad de Estados Unidos siendo un país con tan pocos siglos de historia?
 Estando en Nueva York quizá tenga una visión sesgada, pero creo que Estados Unidos ha invertido en colecciones de arte y artistas, ha formado a músicos y directores, siempre con una visión muy práctica. Pensemos en el poderío de su industria cinematográfica o lo bien que ha comercializado el expresionismo abstracto o el pop. Las universidades de Estados Unidos producen cada año más artistas que todo el siglo XVI italiano junto: la mayoría no pueden vivir de su arte, pero encuentran huecos para producir sus visiones.  




¿Qué arquetipos recoge en esta exposición y por qué los ha escogido?
En las diez obras que presento en MECA aparecen los dos arquetipos de los que hablaba: el cowboy y el inmigrante, que a veces se convierten en el ejecutor y la víctima, dependiendo de la mirada. Son todas fotografías intervenidas; es decir, fotografías impresas sobre lienzo y luego intervenidas con acrílico.




¿Qué técnicas ha empleado y cómo ha influido su pasión por los dioramas del Museo de Historia Natural?
Desde que empecé con mis estudios de Antropología y Arte visito museos de historia natural y fotografiar animales vivos o muertos ha sido una constante. En una de mis visitas pensé que los dioramas del museo podrían ser el espacio para mi próxima serie: se aunaban todos o casi todos los elementos temáticos que me interesaban. El Museo de Historia Natural de Nueva York es símbolo del interés científico, pero también de opulencia, y de expolios, como los grandes museos de Occidente. En los dioramas vemos animales disecados que nos miran con ojos de vidrio desde los cuatro puntos cardinales. Es, según se mire, un cementerio. La gente eran siluetas, sombras que actuaban delante de estos escaparates. A partir de aquí empecé a pensar en posibilidades para la serie. 




En i_Candy, su última exposición en Almería, también en MECA, jugaba con el imaginario colectivo a través de obras protagonizadas, por ejemplo, por boxeadores y toreros. ¿Hay algo similar en Americana?
Creo que sí, trabajé y sigo trabajando con arquetipos del imaginario colectivo, subvertidos entonces por azúcar y dulces, y ahora por los fondos y la variedad de técnicas que he usado, desde el cómic, al pixelado, pasando por el décollage.




Tanto en i_Candy como en Tierra se marcó limitaciones creativas, como unas reglas de juego. ¿También lo ha hecho en ésta?
Sí, siempre marco parámetros o guías para definir una serie temática. Si en i_Candy intervine la imagen pintando al modelo casi en una performance, los fondos eran siempre blancos, en Tierra solo trabajé con tierras de Almería en fondos negros, ahora las fotografías son todas dioramas de museos de historia natural de Estados Unidos, Nueva York y Los Ángeles, intervenidas con siluetas o sombras pintadas en acrílico.


¿Ha tenido oportunidad de mostrar Americana allí?
Sí, mostré tres obras en una colectiva en Chelsea esta primavera y tuvo muy buena recepción. Estoy en conversación para llevar esta serie a Miami el año próximo.


EE.UU. está en un momento clave. ¿Cómo perciben los inmigrantes la posibilidad de que Trump pueda alcanzar la presidencia?
Esta polaridad arquetípica de la que hablábamos se ve claramente en  los políticos del siglo XX estadounidenses. Pensemos en Reagan, el cowboy por excelencia, propietario de un rancho y amante de las botas camperas, el sombrero vaquero, los caballos broncos y las películas del Oeste (risas). Por el otro bando, Obama epitomiza al inmigrante, hijo de inmigrantes, hecho a sí mismo, interesado en los intereses colectivos, la seguridad social y un plan médico para todos. Pero Trump no llega a encajar en ninguno de estos arquetipos: su presencia mediática y su discurso usan el terror, el miedo y la violencia para captar votos de una sección de la población que se siente privada de lo que creyeron tener en algún momento, pero que probablemente nunca hayan tenido. No es ni cowboy ni inmigrante, aunque su familia venga del norte de Europa y su padre construyera un imperio inmobiliario. Y sí hay cierto malestar: muchas de las convenciones de este señor han acabado en revueltas contra las minorías y los inmigrantes y gran parte de su discurso se basa en buscar chivos expiatorios. Todos conocemos la cantinela; lo asombroso es que muchos decidan votar por ella.


¿Se considera plenamente integrado allí? ¿Tiene que soportar prejuicios?
Mi experiencia siempre ha sido muy positiva. Fui con una beca de estudios completa, luego volví a trabajar para el Departamento de Educación y la universidad. Siempre he tenido posibilidades y he conocido a gente encantadora, emprendedora y muy interesada en el mundo. Mis tres hijas han nacido allí y son estadounidenses y almerienses. En Nueva York me siento en casa, aunque echo de menos a mi madre, mis amigos y mi tierra.


¿Están presentes el arte y la cultura española en las clases que imparte?
Por supuesto, imparto clases de cine y la espina dorsal del curso de cine es la historia de España desde la conquista con películas como Cabeza de Vaca o También la lluvia, pasando por El espinazo del diablo, El viaje de Carol, El espíritu de la colmena, Muerte de un ciclista, La cabina, Mujeres al borde de un ataque de nervios, Los lunes al sol, Mar adentro…por no hablar de nuestra excelente producción de cortometrajes.



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