“Ser bondadoso no tiene efectos secundarios”

Manu Muñoz, artista plástico de Cabo de Gata 

Manu Muñoz cree que “todo el mundo tiene momentos de genialidad que podrían cambiar su vida”.
Manu Muñoz cree que “todo el mundo tiene momentos de genialidad que podrían cambiar su vida”.
Alberto Gutiérrez
19:00 • 15 ago. 2016

Picasso decía que el arte es una mentira que nos permite comprender la verdad. ¿Estás de acuerdo?
Sí, hay una parte que nos tenemos que inventar para sobrevivir y también tiene algo tangible en lo que puedes creer.




¿El artista vive en el desequilibrio o es un mito?
En mi caso sí puede haber desequilibrio. Pero entiendo la vida así, como la fuerza cinética de un reloj. No se tiene una existencia lineal. Yo prefiero estar tranquilo y concentrado, tener tiempo y lucidez para afrontar mi obra. 




Crees mucho en las personas. 
Absolutamente. Todo el mundo tiene grandes ideas, pero piensan que no las tienen. Y momentos de genialidad que les podrían cambiar la vida. Pero muchas personas no confían en sí mismas porque no les han enseñado a hacerlo. Se les ha dirigido a la religión, a la patria e incluso al consumismo y entonces pasamos de ser el eje a ser el satélite de nuestra propia vida. Hemos fabricado mitos. Y todo es mucho más sencillo. Nos intoxican desde fuera. En las pasadas elecciones fui presidente de una mesa aquí en Cabo de Gata y tengo una foto de los líderes de los partidos en armonía. Sin embargo, desde arriba nos quieren vender un conflicto político continuo.




Estás exponiendo tu obra en Acanto. Tiene un trazo limpio, es intimista, quizá con toque de Hopper y cierto naturalismo...
Hay un montón de influencias. Somos la suma de mucha gente. Hopper no me llama la atención pero puede que de forma inconsciente esté presente. Ahora me fijo en Caravaggio y en Rembrandt. Mezclo conceptos antagónicos planteando aves en lugares poco habituales. Los pintores naturalistas siempre me han parecido unos cachondos. Hacían una búsqueda casi documental y le salían monstruos. Me gusta lo ecléctico, porque así es la vida. Mi mayor capital personal está aquí, en Cabo de Gata. Salgo a pescar y en tres horas puedo estar en Londres. Tengo la suerte de vivir en un mundo extenso.




¿La libertad hay que pagarla?
Sí, y así va a ser siempre. Hay tipos de esclavitud. El más notorio ahora son las hipotecas, un inventazo. Te mantienen en el mismo sitio y toda la vida las estás pagando. Trabajo en el restaurante (‘La Goleta’) durante los veranos para no tener que claudicar en otros aspectos, hasta que pueda vivir plenamente de la pintura. Prefiero eso a vivir del político de turno o de una subvención, que nunca la he tenido.  




¿La cultura es un capricho para la política?
Si hablamos como gestores ni siquiera es un capricho. A algunos les molesta porque es más fácil manejar a la gente si no hay cultura. Con dejarla morir es suficiente, no creo ni que intenten censurar, aunque lo parezca con el IVA al veintiuno por ciento y los recortes. Por otro lado, el altruismo ha desaparecido en la política. Hay gente poco cualificada, no costaría nada hacer un Gobierno tecnócrata en donde el que entre supiese de su materia. 




¿La indignación ha limpiado los caminos? 
Que la gente se haya levantado ha servido para que esto se mueva. Los nuevos partidos han contribuido. Vivimos una etapa parecida a la Transición. Te das cuenta de que todo necesita renovación. Aunque España es un país un poco cobarde: tememos más un cambio que una situación perjudicial. El miedo ha triunfado. No entiendo que no se pueda hablar de política en una reunión. Eso lo hemos heredado de nuestros abuelos.




¿La bondad es sinónimo de inteligencia?
Creo que sí. La bondad parte del sentido común. Ser bondadoso es lo más inteligente que se puede ser en la vida y no tiene efectos secundarios. A mí me sienta bien cuando soy generoso. Es reconfortante. 


¿Lo mejor de la vida?
La gente excepcional que llegas a conocer. Por eso merece la pena seguir adelante. Imitamos a los que admiramos. Si alguna vez tengo envidia de alguien lo transformo en admiración. Y en las situaciones difíciles  me aferro a una frase que tengo en mi estudio: “Life is good”, la vida es buena.  Y la verdad es que sirve.



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