“El Grupo Salmerón fue muy significativo, así que algún guiño, alguna cosita, puede que haya en mi nuevo libro, pero no está centrado en ello, aborda de forma transversal la emigración que llegó a Estados Unidos de todas partes de España: de gallegos a almerienses y de alicantinos a vascos. Pero este episodio es muy entrañable y me ha permitido conocer a algunos de los que volvieron y de los que se quedaron allí, es un episodio digno de ser recordado”.
La historia casi invisible, invisible por desconocida, de los españoles que emigraron a EEUU desde finales del siglo XIX y hasta la primera mitad del siglo XX y, en concreto, el caso del Grupo Salmerón, comunidad de alhameños establecida en Brooklyn, trajo ayer a Almería a la conocida escritora María Dueñas ('El tiempo entre costuras').
Su nueva novela, ‘Las hijas del Capitán’, que verá la luz en abril de la mano de Planeta, es una ficción ambientada en este fenómeno migratorio, lo que le ha llevado a estar inmersa en una pequeña gira organizada por la Embajada de Estados Unidos en España que esta semana ha recalado en Almería, en el Salón Noble de la Delegación de Gobierno de la Junta, donde la escritora manchega compartió ayer una charla-debate con el profesor de la Universidad de Nueva York James Fernández, autor del ensayo ‘Inmigrantes invisibles: españoles en EEUU (1868-1945)’.
Apego a la tierra
Según el investigador, una característica del Grupo Salmerón es el fuerte apego a su tierra. Hasta el punto de que muchos volvieron, al contrario que otras comunidades. “Una segunda particularidad es su gran movilización a favor de la República, sus archivos familiares son tesoros de documentación de este proceso: fotos, panfletos, programas”, señalaba a preguntas de los periodistas. Al tiempo que apuntaba que llama la atención su cohesión.
La emigración Alhama-Nueva York, en su primera oleada, tuvo como protagonistas a hombres jóvenes. Hombres que más tarde enviaban billetes a sus novias o volvían en busca de alguna conocida o pariente del pueblo.
“Allí, eran ellos los que salían a trabajar, las mujeres se quedaban en casa, hacían trabajos artesanales, velaban por mantener las tradiciones, casi nunca aprendían a hablar inglés, seguían haciendo las mismas comidas, ponían los mismos nombres a sus hijos, escribían a la familia, las mujeres fueron muy valientes”, expresaba Dueñas, que en ‘Las hijas del Capitán’ sitúa el foco en unas hermanas que regentan una casa de comidas en uno de los enclaves de la colonia española.
Tal y como indicaba James Fernández, los primeros años fueron especialmente difíciles. Los españoles, sin ningún tipo de formación ni conocimientos del inglés, “trabajaron en la hostelería, en las cocinas de los grandes restaurantes, haciendo de todo”.
En cuanto a su aportación, no se trata de una historia de grandes figuras, “aunque han salido algunas”, pero la mayoría “es gente decente y normal que, con su tesón y creencia en la importancia de la educación, criaron a unos hijos que sí destacaron en sus profesiones”. “Los hijos de los almerienses en Nueva York hoy son abogados, maestros, doctores”, apostillaba.
El rastro físico de estas familias, que contribuyeron al progreso de la ciudad de los rascacielos, casi se ha perdido por el propio dinamismo de la urbe y la dispersión de las colonias. Ahora apenas queda en la calle 14 de Manhattan un edificio que era una especie de sociedad de beneficencia para ayudar a los que llegaban sin recursos.
“Me sorprende el desconocimiento que los propios españoles tenemos de ese fenómero: eran colonias en las que comían chorizo y migas y se seguía hablando español. Por eso es tan importante el trabajo que hace el profesor James Fernández para reconstruir ese legado y esa memoria”, concluía Dueñas.
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