El primer latin lover

Antonio Moreno fue uno de los primeros en encarnar el prototipo de galán latino en Hollywood.
Antonio Moreno fue uno de los primeros en encarnar el prototipo de galán latino en Hollywood. La Voz
Óscar Fábrega
07:00 • 13 may. 2018

Mucho antes que Antonio Banderas triunfase en Hollywood, otro Antonio, madrileño en vez de malagueño, se convirtió en el primer actor de este país nuestro en triunfar en la Meca del Cine. Se trata de Antonio Moreno y en su extensa, aunque no demasiado brillante carrera, llegó a currar con D. W. Griffith, Alfred Hitchcock o John Ford, que se dice pronto…



En realidad se llamaba Antonio Garrido Monteagudo Moreno, aunque usaba el nombre artístico de Antonio Moreno y en Hollywood era conocido como “Toni Moreno”. Nació en Madrid en 1887, aunque se crio en Andalucía, tierra nuestra, concretamente en Sevilla, adonde se trasladó tras la muerte de su padre, militar profesional, y en Algeciras. Desde chiquitillo mostró poco interés por el colegio y los estudios. Y tampoco mostró mucho por trabajar. Así que cuando le comentó a su madre la idea de marcharse a buscarse la vida a los Estados Unidos, junto a dos amigos, no dudo en darle el visto bueno. Y eso que tenía solo quince años cuando cruzó al otro lado del charco.



Comenzó trabajando en bares y restaurantes de la ciudad de Boston (Massachusetts), sin demasiado interés por el cine, hasta que en 1910 tuvo la fortuna de conseguir un papel de extra, gracias a su agraciado físico, en la compañía teatral de Maude Adams, la actriz más popular de Broadway por aquella época. Junto a ella tuvo la oportunidad de interpretar un papel importante en la obra Two Women, de 1910, y consiguió vivir durante un tiempo del teatro, aunque su dicción, marcada por un fuerte acento español, no le permitía crecer como artista. En cambio, en el cine, que por aquel entonces aún era mudo, no importaba cómo hablase. 



Su primera película fue Lola’s Promise, dirigida en 1912 por el gran D. W. Griffith para la Biograph, en la que actuaba una de las grandes estrellas del cine mudo, la diva Mary Pickford. Ese mismo año apareció en otras películas de Griffith, como An Unseen Enemy y Two Daughters of Eve protagonizadas por Lillian Gish y Mae Marsh, o So Near, Yet So Far, de nuevo con Mary Pickford.



En 1913 se pasó a la Vitagraph, para la que llegaría a hacer cerca de cincuenta películas —hay que recordar que las pelis de aquella época eran todas cortos o mediometrajes—, y poco a poco fue afianzando su imagen de latin lover, en menosprecio, quizá, de su calidad artística. De hecho, fue Antonio Moreno el que abrió una senda que luego recorrerían, con bastante más éxito, Rodolfo Valentino y Ramón Novarro.



En 1917 firmó con la Pathé, para la que protagonizó varios seriales cinematográficos, como The house of the hate, junto a Pearl White. Pero no estaba muy satisfecho con el camino que estaba tomando su carrera, así que cambió de nuevo de estudio y se marchó a la Paramount. Acertó, ya que, aunque empezó haciendo papeles secundarios, pronto consiguió algunos grandes papeles.  



En 1922 rodó My American wife, dirigida por Sam Wood, y coprotagonizada por Gloria Swanson; y en 1923, Look Your Best, dirigida por Rupert Hughes; Lost and Found on a South Sea Island, de Raoul Walsh; y The Spanish Dancer (La bailarina española) dirigida por Herbert Brenon, y coprotagonizada por Pola Negri.



Ese mismo año se casó con una viuda multimillonaria llamada Daisy Canfield Danziger, de la que se divorciaría diez años después. Durante su vida matrimonial vivieron en una grandísima mansión, Crestmount House, por la que pasaron estrellas del tamaño de Buster Keaton, Errol Flynn o Mary Pickford.


Para 1924 ya era una estrella bastante conocida y reconocida, gracias a su aspecto latino seductor, a su simpatía y a sus dotes artísticas. Esto le permitió dar un nuevo salto, que le llevó al mayor estudio de aquellos tiempos, la Metro Goldwyn Mayer, con la que hizo sus mejores obras, como, por ejemplo The Tempress, dirigida en 1926 por Fred Niblo, con Greta Garbo como protagonista; Mare nostrum, dirigida ese mismo año por Rex Ingram junto a Alice Terry y rodada en diversas ciudades europeas, entre ellas el propio Madrid; o It (Ello), dirigida por Clarence G. Badger en 1927, secundando, atención, por Gary Cooper y Clara Bow. Fueron sus días de gloria. 


Pero todo tiene su fin. Y la carrera de Antonio Moreno se vio afectada por dos crueles giros del destino: por un lado, la llegada del sonoro, en 1929, un cataclismo que destruyó la carrera de muchísimos actores y actrices y que afectó especialmente a los extranjeros con marcados acentos. Por otro lado, la efímera moda de los latin lovers también se acabó.


De todos modos ya tenía sus añicos, cuarenta y dos para ser exactos, y había gozado de bastante éxito, popularidad y dinero. Además, no dejó el cine: se dedicó durante unos años a doblar películas al español y trabajó en varias dobles versiones, un sistema que funcionó durante unos años en Hollywood y que consistía en rodar la misma película en varios idiomas y con actores distintos. Intentó también lanzarse como director, y llegó a realizar la primera película sonora mexicana, Santa (1931), pero no tuvo demasiado éxito. Y llegó un momento en el que tuvo claro que solo podía continuar en el mundo del cine con actor de reparto. Y eso hizo. Trabajó en un sinfín de producciones, tuvo la oportunidad de ponerse a las órdenes de algunos de los grandes directores de los años cuarenta y cincuenta y acabó participando en algunas de las películas más grandes de la historia: The Spanish Main (Los piratas del mar Caribe), dirigida en 1943 por Frank Borzague; Notorious (Encadenados, 1946, Alfred Hitchcock); Captain from Castille (Capitán De Castilla, 1947, Henry King); Creature from the Black Lagoon (La Mujer y El Monstruo, 1954, Jack Arnold); o The searchers (Centauros Del Desierto, 1956, John Ford).


Ojo, nunca dejó España del todo. Durante su época dorada viajaba a menudo para visitar a su madre; además, en enero de 1936 rodó en nuestro país María de la O, junto a Carmen Amaya. Eso sí, tras la Guerra Civil, y tras la muerte de su madre, no regresó nunca más.


A principios de los sesenta, tras varios años de retiro, la salud comenzó a fallarle, hasta que el 15 de febrero de 1967, a los 79 años, un ataque de apoplejía se lo llevó por delante. Está enterrado en el Forest Lawn Memorial Park de Glendale, Los Angeles, California.


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