Heredó su pasión por la cocina de sus dos abuelas y sostiene que frente a los fogones “el cariño hace mucho”. Consuelo Jordá (Tíjola, 1934) se planta el mandil con la sabiduría de los años y la ilusión de hacer feliz a los demás. En el libro ‘Cocina conmigo’ lo consigue por partida doble: enseña a elaborar platos tradicionales con fines solidarios.
¿Qué ocurre para que una señora de 83 años se siente a escribir un libro de casi 500 recetas?
Casi 84, porque este domingo los cumplo. (Risas). ‘Cocina conmigo’ es mi segundo libro después de ‘Cocina popular de Tíjola’, que salió en 2002 y se sigue vendiendo. Ese era un libro amplio, de unas 400 recetas, a beneficio de la lucha contra el cáncer y otras ONGs.
En este nuevo libro, que incluye casi 500 recetas, no solo hablo de la cocina tradicional de la zona del Almanzora, que es la que hacía mi madre. Como también he viajado, he aprendido recetas de otras partes de España, cocina tradicional de otras regiones. Y al estar en el límite con Murcia, he hablado además de la cocina murciana.
¿Qué es lo que la mueve a la hora de publicar?
Yo no quiero fama, soy quien soy. Quiero vender muchos libros para ayudar a los demás. De este nuevo he editado 500 ejemplares sin la ayuda de nadie.
También son el resultado de los cursos de cocina que he dado. Cursos en los que he aprendido yo porque la cocina es muy amplia.
¿Cuál es su receta preferida del libro?
Hay un flan que es muy fácil de hacer y que se puede preparar de mil sabores. Con leche condensada e incluso con turrón. A mí me encanta el flan de turrón. (Risas).
¿A quién pretende poner a cocinar?
Se dirige a todo el mundo. En especial a los jóvenes. Yo he tenido a muchos como alumnos en mis cursos de cocina y les viene bien. Aprenden a hacer lo más elemental: una tortilla de patatas, una paella.
¿De dónde nace su pasión por la cocina?
Lo cuento en el libro anterior: yo tenía dos abuelas muy diferentes en todo. Entonces se cocinaba en la chimenea con la leña. Una se llamaba Consuelo como yo y era pequeña, dulce y preciosa. Siendo una niña, me decía que me pusiese con ella frente a los fogones a hacer cosas. Cada abuela me metía en la cocina con un estilo diferente y de la unión de ambos nació esta pasión en mí.
¿Qué representa para usted la cocina como espacio dentro de la casa? ¿Es el corazón de la misma?
Sí que lo es, me encanta estar en la cocina.
¿Qué es lo más bonito que le han dicho de su recetario hasta ahora?
Mi libro ha salvado algún matrimonio. Una enfermera de Granada me contó que los problemas con su marido se habían arreglado gracias a que había vuelto a conquistarlo con mis recetas.
¿Qué opina de la cocina de vanguardia?
Yo veo mucha química en la cocina de vanguardia. En este libro nuevo hay una receta para preparar Nocilla, que ahora dicen que lleva aceite de palma y esta, sin embargo, es cien por cien natural. La vida ha cambiado, las personas tienen que salir a trabajar. También se puede improvisar cocina tradicional, que no lleva conservantes ni nada malo. Es mi opinión.
Usted ha vivido momentos de penuria como la posguerra cuando apenas había nada que llevarse a la boca. ¿Cómo se cocinaba entonces?
En la cocina el cariño hace mucho. Cuando tienes que preparar de comer con nada, hay que agudizar el ingenio. Yo siempre digo que con aceite, harina y patatas nadie pasa hambre. Y si tienes un corral con animales, mejor todavía.
Una anécdota que conté una vez en una revista de Cantoria: cuando de jovencita viajaba en tren, lo mejor era viajar en tercera; en primera había tapiceria donde se pegaban piojos y chinches. Pero en tercera, como eran tablas, no teníamos ese problema. Lo más bonito era que como el tren paraba en todas las estaciones, se subían los cortijeros con unas cestas hermosísimas con tocino, tortillas de patatas y de todo. En primera eso no ocurría.
¿Está entre sus planes escribir un tercer libro?
¿Tú crees que con 84 años voy a escribir otro libro? Mi pueblo está volcado conmigo. Yo he sido muy feliz en mi vida a pesar de que he tenido que superar un cáncer de útero y seguir adelante tras la pérdida de mi marido con 71 años; éramos novios desde los 18 y le acabé cerrando los ojos. Hace poco un médico me definió como una anciana inválida porque ando con un carrito, pero soy feliz porque creo en Jesucristo y en la bondad de los demás.
¿Quién ha colaborado con usted en esta obra?
Las fotografías son de mi nieto, Adolfo Guiard, y la portada y la contraportada de Garren, el pintor de Olula del Río que es un gran amigo.
¿Cuál es el mayor piropo que le pueden decir como cocinera?
Me acuerdo de lo bien que guisas. Me encanta que la gente se venga a comer casa.
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