No parece demasiado aventurado decir que es una de las apariciones que ha roto con más fuerza en el panorama musical almeriense en el último lustro. Carlos Arróniz (Almería, 1986) combina la arquitectura con un desbordante amor por la música, que le ha llevado por distintos proyectos hasta fructificar en Wi Bouz, la banda que lidera y que estrena EP con tres nuevas canciones en enero.
¿De pequeño soñabas con ser músico o arquitecto?
Ambas han estado siempre ahí. Mi padre es arquitecto y, cuando yo era niño, ponía en mi cuarto libros para que me interesara por su profesión y yo los miraba con interés. Las dos cosas son la hostia, pero la música tiene un punto de rapidez, en cuanto a la relación de la obra con el autor, que la arquitectura no tiene. Ese ‘feeling’ que te entra, cómo te llega, cómo la recibes cuando compones...
Esa forma de entender la composición se nota. Pareces traído del Seattle de los años 90.
Las influencias marcan, evidentemente. Me gusta mucho Pearl Jam, Nirvana, The Cure, Jeff Buckley... Y también se nota en la personalidad, claro. En cómo afrontamos los conciertos y los viajes de sala en sala. Es un estilo de vida que se mantiene, aunque ahora la sociedad tenga más comodidades.
Lo vuestro parece un ‘grunge’ llevado al siglo XXI. ¿Tú cómo lo definirías?
Creo que tengo suficiente con hacer las canciones y que es trabajo de los medios catalogarlas (risas). Aunque sí hay una definición con la que me he sentido identificado. Fidel Oltra, de Muzikalia, dijo que era “Rock Emocional”.
¿Y en qué consiste el Rock Emocional?
No tenemos un estilo súper marcado. Hay muchas letras con motivos existenciales y, en eso, tiene que ver con lo emocional. Pero la base es que cada canción no se parezca a nada que haya hecho antes.
¿Estar abriendo el Cooltural es más una responsabilidad o una ilusión?
Es un paso muy importante. Siempre se trabaja para que algo así ocurra, pero el objetivo tiene que ser siempre la música, hacer canciones buenas. Todo lo que ocurra ha de ser consecuencia de que ese trabajo está siendo bueno.
Dos EP con seis canciones. ¿Habrá álbum o hay algo de respeto al vacío?
Yo tengo miedo siempre de quedarme vacío. Tengo compuestas 54 canciones, pero, de esas, hay muchas malas que no salen a la luz. Prefiero ir sacando pildoritas y seguir componiendo.
Parece una mentalidad muy de estos tiempos.
La gente tiende cada vez más a escuchar una canción o dos, no discos enteros. Creo que la industria va en ese sentido, ir dando cosas cada poco para que la gente reciba siempre de ti.
¿Venís a demostrar que el Rock no ha muerto?
No venimos a demostrar nada (risas). Nosotros hacemos lo que nos gusta. Sí es cierto que el ‘indie’ lo ha conquistado todo pero, como yo vengo de los 90, tengo otro tipo de energía. Creo que el público tiene que notar pasión encima de un escenario. Parece que ahora a la gente no le apetece dar ni escuchar gritos, sino las cosas más pausadas. Es algo que va con la sociedad, que se ha vuelto más conformista, más acomodada. A lo mejor tendría que haber nacido antes.
Pero, precisamente, el espíritu ‘indie’ debería de ir a contracorriente y apostar por algo en lo que nadie cree.
Lo que pasa es que, aunque quieras ser indie, siempre quieres estar ahí, en la movida. Si eso ocurre, luego no te la juegas con una guitarra eléctrica potente porque “no es lo que se lleva”. ¿Te gusta la música? Haz lo que te dé la gana, no puedes estar pendiente de lo que está de moda. Si es así, entonces tu objetivo no son las canciones. No es hacer temas con lo que tú lo flipes.
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