Era el año 1935, cuando una niña almeriense llamada Matildita Morales cosechó éxito como “recitadora”, no solo en su ciudad natal, también en otros lugares de España.
Nacida el 24 de julio de 1924, a los 11 años su talento era ya reconocido.
Debutó en el mes de enero de 1935, en el Teatro Cervantes, en un festival organizado por los estudiantes de Bachillerato del sexto año. A los pocos meses, el 29 de Mayo de 1935, se celebró en el Teatro Cervantes un festival artístico, con Matildita como protagonista. Fue su presentación al público de Almería.
Su actuación fue un éxito rotundo, a pesar de que algunas personas le hicieron un “vacío”, no asistiendo , quizás por esa envidia de algunos hacia otros con más talento y esa falta de empatía de los almerienses con sus propios paisanos. Aún así triunfó en su actuación, recitando poesías difíciles, de interpretación complicada, como la de 'Feria de Abril en Jerez', de José María Pemán.
En junio de 1935, actúa en Granada, en el Centro Artístico, obteniendo gran éxito, tanto, que tuvo que salir de nuevo al escenario, recitando 'El Piyayo' y 'El Fleco'.
En julio del mismo año, actúa en la fiesta infantil celebrada en 'La Colonia Costa del Sol', en el Zapillo. En agosto, con motivo de una novillada y una carrera de cintas, organizada a beneficio de las instituciones de Asistencia Social, Tienda Asilo y Hermanitas de los Pobres, participa en el desfile de la presidencia. En una carroza engalanada con flores, desfiló Matildita, junto a las señoritas, Bella Frías Giménez, Consuelo Albacete, Carmencita Fernández, Isabelita González y Aurora Guil.
En octubre, actúa en Vera, en la función benéfica para la 'Facultativa de Minas Oportunidad', recitando 'Pregones Malagueños'. Cuenta el periodista Carlos Giménez Flores que un señor lloraba de emoción en su butaca, y que los aplausos fueron tantos, que Matildita tuvo que salir de nuevo al escenario.
Era febrero de 1936 su fama era celebrada en otras provincias. El diario 'Las Provincias' de Valencia, escribía: “De las tierras andaluzas, nos ha llegado estos días una brillante embajada artística con la misión de realizar un noble cometido: la reivindicación del cante jondo…nos dirigimos al Apolo y allí encontramos a González Marín, acompañado de una deliciosa criatura de diez años cortos, diez años que le vienen muy estrechos a una sensibilidad bien agudizada.” La entrevista, que en principio iba dirigida a González Marín, se desvió hacia la chiquilla. “Es de Almería, le llaman Matildita Morales, y ya reclama un puesto con su segura vocecita entre los más firmes depuradores de la lírica andaluza. La misma tarde que la conocimos la oímos en un recital en la Asociación de la Prensa”.
La definen como una niña con dicción tranquila, extraordinariamente expresiva, acomodada perfectamente en todo momento al matiz lírico de la composición. Mímica ajustada, y sobre todo, una captación rigurosa del sentido musical y colorista de la poesía bética. Había en ella una admirable recitadora y unas magníficas posibilidades de actriz. El mismo diario valenciano, se hacía una pregunta: “¿Será mucho pedir que un director la encauce y una empresa que la patrocine? Cifesa tiene la palabra”.
Cifesa era una productora que se había interesado por el talento de Matildita, y le había escrito rogándole que se pasara por uno de sus estudios en Madrid.
Matildita vivía en una bonita casa, y su ventana daba a la calle 'Primero de Mayo' (Rambla Alfareros en 1935, actualmente Pablo Iglesias). El saloncito de su casa estaba coquetamente amueblado, predominaba más el confort y familiaridad, que el lujo excesivo. Admiradora de Imperio Argentina, y de su interpretación en 'Nobleza Baturra'.
En marzo de 1936, la publicación 'Voluntad', comienza a hacerse eco de su fama y éxito alcanzado en sus actuaciones en Vera, Valencia, Alicante, Cartagena. Un éxito que se debía a la perfección con la que dominaba el arte de la recitación, y el sentimiento, interés y entusiasmo que mostraba en sus actuaciones. En sus inicios, ella, estaba orgullosa de sus triunfos, y aseguraba que el que más le emocionaba era el de su actuación en el estudio del pintor don Vicente Ros, de Cartagena.
El poeta José M. Tavera, en una entrevista para el 'Diario de Almería', en abril de 1935, hablaba de Matildita, destacando sus magníficas cualidades, y augurando que sería una figura destacada como recitadora. Esa misma tarde, Matildita, recitó en el Salón de Actos de la Escuela de Artes y Oficios, las poesías del Sr. Tavera. El director del Museo Arqueológico Provincial, Sr. Cuadrado Ruiz, leyó unas cuartillas, ensalzando las cualidades de Matildita Morales.
En 1936, la misma revista 'Voluntad', le dedica un reportaje: “Matildita Morales, la maravillosa recitadora de once años, habla para VOLUNTAD con motivo de sus triunfales actuaciones en Madrid”.
El 30 de mayo de 1936, en el teatro del Círculo de Bellas Artes de Madrid, Matildita Morales, orgullo de sus paisanos, ramillete de esperanzas hecho realidad, dio un magnífico recital de poesías, ante las más destacadas personalidades del Arte y la Poesía.
Toda la prensa de la época madrileña, el 'Heraldo', 'ABC', 'El Liberal', y otros, le dedicaron elogios, relatando el alto valor artístico de aquella chiquilla. Acababa de iniciar sus primeros pasos y ya había alcanzado entre los de su género un lugar inaccesible para otros profesionales. Su triunfo en Madrid fue su consagración definitiva.
A primeros de abril, recitó en Radio España, después en el Círculo de Bellas Artes. El selecto auditorio tuvo para ella una acogida que nunca olvidaría. Cuando terminó el recital, acudieron infinidad de señores a su camerino a felicitarla, solicitando al mismo tiempo que les dedicase fotografías y agotando más de 200 que llevaba. Recitó 'Platero' y 'Ángelus', de Juan Ramón Jiménez; prosa rimada que sólo Betta Simgerman incluía en su repertorio. Igualmente dijo una preciosa poesía de José Díaz de Quijano, titulada 'Al Alba', compuesta expresamente para su presentación y que el escritor le dedicó de la siguiente manera: “Para Matildita Morales, capullo de mujer y de artista”.
En viajes y actuaciones, Matildita siempre llevaba consigo sus libros más preciados, algunos dedicados por sus propios autores. 'Ars Moriendi, el arte de morir', 'Cante Jondo', 'Dedicatorias', 'Museo Apolo', de Manuel Machado; 'Poesía' de Rafael Alberti; 'Nuevas canciones', de Antonio Machado, y otros muchos libros.
José D. de Quijano, le escribe una dedicatoria en una primera edición de sus escritos 'El Madrid del ochocientos', edición que aún guarda su hija María Teresa. Matildita contaba orgullosa que Manuel Machado le ofreció una colección de poesías inéditas que había publicado en la Feria del Libro. Aún se conserva la dedicatoria que Manuel Machado le hizo en su libro 'Museo Apolo': “A Matildita Morales, deliciosa esperanza del arte escénico español.” Manuel de Góngora también le ofreció enviarle sus publicaciones, para que ella las recitase.
Quería darle nuevos giros a sus recitales, y esperaba en esos días, recibir varias obras del peta indio Tagore.
Matildita tenía previsto recitar en el Ateneo y el Teatro de Gijón, en Avilés, Oviedo, Jaén, y otros puntos de España, incluso tuvo ofertas cinematográficas. Ella prefería siempre el teatro, pero quería aprovechar las películas que fuesen saliendo.
En enero de 1937, actúa en la 'Semana del niño', organizada por el Gobierno de la República en Almería, y a final del mismo año, actúa en Berja, en los actos celebrados en por de la Campaña de Invierno del S.R.I. (Socorro Rojo Internacional). En 1938 actúa en el Teatro Cervantes, para la misma causa, y en Valencia , en el festival pro-ayuda organizado por el S.I.A.
En julio de 1937, Luis de Tabique le dedica una poesía, titulada 'Cantos y Ripios', y publicada en el diario 'Lucha'.
Inquieta, inteligente, soñadora, emprendedora, quería aprender música, baile y canto. Manuel Machado y Manuel de Góngora iban a escribir expresamente para ella argumentos de películas en la que figuraría como protagonista.
Siempre llevaba Almería por bandera, y donde quiera que fuese, decía con la cabeza muy alta, que era almeriense. Su mayor deseo, tal y como comentaba en sus entrevistas, era alcanzar lo más alto, para ensalzar el nombre de Almería. Lamentablemente la llegada de la Guerra Civil, echó por tierra sus sueños y su carrera.
Se casó con Joaquín Pérez Maset, cámara de cine, hijo de un conocido animador de cine valenciano, Joaquín Pérez Arroyo.
Se conocieron el 22 de diciembre de 1922, durante El día de la Cruz Roja, y se casaron unos años más tarde, el 29 de junio de 1949, en la Parroquia de San Esteban, en Valencia. El matrimonio tuvo un hijo y una hija, María Teresa, y Joaquín (fallecido en 2013).
Matilde, antes de conocer a su marido, fue la primera persona del estudio de Pérez Arroyo en tener contacto con las mejores actrices del momento, algunos años antes que su suegro. Su amor por la poesía no lo perdió nunca y continuó recitando en reuniones familiares e incluso durante el trabajo como 'calcadora' en el propio estudio de su marido.
Falleció en Valencia en enero de 2009 a la edad de 85 años.
Quiero dar las gracias a María Teresa Pérez Morales, hija de 'Matildita', por la aportación de las fotos.
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