La figura del maestro cobra estos días toda la importancia con los alumnos de todo el país confinados a causa de esta crisis sanitaria. Y José Luis Martínez Clares (Gor, 1972), que imparte clase en el CEIP Las Lomas de Roquetas de Mar, encarna los valores del docente que sirve de guía, pero también estimula el juicio crítico y fomenta la autonomía dentro del aula. Autor de cuatro poemarios y un libro de crónicas, ve en la lectura “una forma de seguir buscándonos”.
¿Cómo explica un poeta lo que está pasando a causa de la pandemia del coronavirus?
Este escenario ya aparecía en relatos que entonces juzgábamos como pura ficción literaria. Podemos releer, por citar un ejemplo, ‘Las flores suicidas’ de Juan Herrezuelo. Uno de sus cuentos describe con todo lujo de detalles una situación como la que estamos atravesando. Pero yo lo explicaría con las palabras que suelen decirse durante los velatorios en busca de consuelo: “No somos nada”.
¿La literatura sirve de bálsamo en momentos como este?
La literatura es siempre un bálsamo, aunque reconozco que en estos momentos estoy leyendo menos que nunca. Parece mentira la de cosas cotidianas que adquieren repentina importancia cuando uno está encerrado bajo llave.
¿En qué libro recomendaría refugiarse Martínez Clares?
En cualquiera donde podamos encontrarnos. Yo pasé hace años por las páginas de ‘El jinete polaco’ de Muñoz Molina. Después, creí reconocerme en los versos que Caballero Bonald nos regaló con su ‘Diario de Argónida’. Y, ahora, estoy en la vía muerta del confinamiento recordando ‘Cuando los trenes paraban en todas las estaciones’ de José Pastor González. Todos aparecemos en algún libro tarde o temprano. Leer es una forma de seguir buscándonos.
Muchos escritores de todos los tiempos se han recluido por decisión propia para crear, ¿es su caso?
No, en absoluto. Pienso que para crear hay que escuchar el ruido de la calle. Dejar, al menos, la ventana entreabierta.
¿A usted el confinamiento le inspira?
Qué más quisiera. Estoy totalmente improductivo. Me siento como un espectador en el patio de butacas del teatro Cervantes justo en el momento en que le han apagado la luz. Respiro una calma tensa. No sé si en algún momento se levantará el telón.
Dentro de nueve meses, ¿qué habrá más: baby boom de niños o de diarios de la cuarentena publicados?
Aunque ambas actividades tienen efectos terapéuticos, apuesto por la segunda.
Es maestro, ¿qué lleva peor de haber perdido de vista a sus alumnos?
Noam Chomsky afirma que este es el momento de enseñar a los niños a entender el mundo. Y eso es lo que echo en falta. Estar con ellos buscando los motivos, extrayendo conclusiones, calculando un futuro.
En su centro, el CEIP Las Lomas de Roquetas, van a llevar la celebración del Día del Libro al mundo virtual, ¿cómo será?
En el cole, tenemos claro que la educación no se confina y queremos interpretar las actuales circunstancias como una oportunidad para traspasar la frontera del alumnado y llegar hasta el conjunto de la comunidad educativa. Por ello, hemos diseñado numerosas actividades que van desde una exposición virtual de ilustraciones de Diana Martínez Sánchez, alumna del centro, hasta fotopoemas de edición casera, talleres con ilustradores, cuentacuentos para los más pequeños y lecturas a cargo de poetas almerienses. Todo ello se difundirá a través del blog de la Biblioteca Escolar y de las redes sociales.
Como educador, ¿teme que esta situación cree mayor adicción a las pantallas entre los niños?
No creo que pueda haber mayor adicción de la que ya existe.
¿Qué efectos considera que tendrá la interrupción del curso escolar?
Sería bueno diferenciar las consecuencias por niveles educativos. Además, existen competencias que me parecen mucho más importantes que cualquiera de los contenidos del temario. En Educación Primaria, por ejemplo, llevamos toda la etapa trabajando para que los alumnos necesiten cada vez menos a su maestro. El tratamiento de la información, la estimulación del juicio crítico y el fomento de la autonomía forman parte de nuestra labor cotidiana. No obstante, debemos considerar que no todos los alumnos disponen de los mismos medios y recursos. Esa desigualdad es mi principal preocupación en este momento.
Pero hay que tener un poco perspectiva: el sintagma nominal y el cálculo del área del romboide son ahora, probablemente, la menor de las preocupaciones en muchos hogares con niños. Habría que lanzar un mensaje tranquilizador a las familias. Dentro de las limitaciones, se sigue trabajando a diario para estimular al alumnado y se han finalizado dos evaluaciones sin contratiempos. No es tanto lo que podría perderse por el camino hasta el final de curso.
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