Existen referencias antes del denominado Humanismo que nos datan a mujeres muy influyentes con respecto al pensamiento crítico femenino. Ejemplos elocuentes son: la primera escritora francesa reconocida, Cristina de Pisan (1364- 1430) o la escritora y religiosa burgalesa Teresa de Cartagena (1420-1435- ?)
Pero sin duda existe una figura que encarnaría al Renacimiento español. Ella es Isabel I de Castilla (1474-1504). La biografía de la Católica tiene un cariz caleidoscópico según la faceta que se quiera destacar o denostar. Hoy nos fijaremos en su interés cultural como vehículo del cultivo personal.
Es conocido que, como todas las mujeres, Isabel llega al trono de Castilla por carambola y ante la ausencia de hombres que puedan ostentar el cargo. A partir de ese momento la Historia no puede negarle sus dotes políticas para mantener la corona de manera eficaz con respecto a lo que se esperaba en aquella época de una reina que, de la mano de su esposo, Fernando de Aragón (1452-1516), fundan un imperio.
Sin embargo, son poco conocidos los detalles del cultivo intelectual que impulsó de una manera personalísima en su reinado.
Puela Doctae (Niña sabia)
Por orden cronológico los hijos de los Reyes Católicos fueron: Isabel, Juan, Juana, María y Catalina. La reina Isabel era muy consciente de su propia falta de educación, por lo que quiso instruirse y educar a su prole. Y para ello se rodea del conocimiento de varias sabias, auténticas niñas prodigio, promocionando así el talento femenino. Una de las que más ha transcendido fue Beatriz Galindo (1465-1535), cuyo dominio del latín hablado y escrito, ya a los 15 años, le valió el sobrenombre de la Latina. Iba para monja, pero poco antes de entrar en el convento fue llamada por Isabel I para unirse a la corte, enseñando latín a toda la familia, además de pasar a ser una de las más influyentes consejeras de la Reina. Después de morir Isabel, era poseedora de una cuantiosa fortuna que dedicó a obras de caridad y a la beneficencia en Madrid, justo en el barrio que hoy lleva su nombre. Luisa de Medrano, nacida en 1484, se la reconoce como la primera profesora universitaria en el mundo hispánico. Llegó incluso a ser catedrática de Latín en la Universidad de Salamanca a los 24 años. Beatriz de Bobadilla, nacida en Salamanca en 1440, estuvo desde muy joven al servicio de la infanta Isabel. Pronto le nombró su camarera mayor por tenerla siempre a su lado y valerse de ella en las materias más importantes. Tratada por la reina como amiga personal y consejera, Isabel la llevó siempre consigo en sus continuos viajes, expediciones y guerras. Fueron muchos los servicios que Beatriz y su marido Andrés Cabrera, mayordomo de palacio, realizaron en favor de Isabel la Católica, tanto antes como después de su coronación como reina de Castilla. Por ello, en 1480, el matrimonio fue recompensado con el título de marqueses de Moya y el gran señorío de Chinchón. Entre algunos logros del reinado atribuidos a la influencia de Beatriz, uno de los más determinantes fue la decisión de la reina a prestar su apoyo a Cristóbal Colón. Francisca de Nebrija no solo ayudó a su padre en la investigación y elaboración de su famoso texto, sino que también ocupó la cátedra de Retórica en Alcalá de Henares que el humanista dejó libre tras su muerte. También se sabe que fue universitaria Juana de Contreras, quien en 1504 se referirse a sí misma como heroína en un texto, inventando en consecuencia el término inexistente hasta entonces. Todas ellas, en mayor o menor medida, formaron parte del movimiento Puela Doctae impulsado por Isabel I de Castilla.
Biblioteca de la Reina Isabel
Favoreció mediante leyes el desarrollo de la recién nacida industria de la imprenta. Aunque se sabe que permitió la destrucción de numerosos libros de origen árabe, considerados como peligrosos por el Cardenal Cisneros en 1500 y provenientes de la toma de Granada. Aún así, reunió una excelente biblioteca, alrededor de 400 ejemplares, número muy importante para la época, compuesta en parte por libros encargados por ella misma. El resultado de este empeño fue la exquisita preparación para el cargo que demostraron todas sus hijas. Las cortes europeas se las rifaban. Y fueron reinas que dejaron huella en el desempeño de vidas complicadas: Isabel (1470-1498), reina de Portugal, Juana (1479-1495), reina de Castilla, María (1482-1517) reina de Portugal, y Catalina (1485-1536), soberana en Inglaterra. La hija menor de los Reyes Católicos, dicen que era la más preparada; hablaba siete lenguas y se defendió a sí misma, dados sus conocimientos de leyes, en el proceso que pretendía ejecutarla, sin éxito, según los caprichos casquivanos del rey Enrique VIII.
Isabel fallece en 1504, el heredero, Juan, había muerto en 1497 con 22 años y el imperio pasa a Juana de manera nominativa, ya que su padre y su hijo la encierran de por vida. Se hace el silencio femenino en la corte española. La Inquisición y los hombres de la casa tomarían las riendas. El Humanismo fue un espejismo de lo que pudo y no llegó a ser. La obra de las Puela Doctae nunca llegó a nosotros. Porque la Historia la dictaron unos cuantos entre los que no hubo ninguna de ellas ni como escribana.
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