Comprender cómo vivían hace 2.500 años los habitantes de Los Millares, el yacimiento europeo más importante de la Edad de Cobre. Ese es el propósito de la actuación que la Junta de Andalucía va a llevar a cabo en los próximos meses en el enclave arqueológico ubicado en el término municipal de Santa Fe de Mondújar y que han presentado esta mañana la delegada del Gobierno, Maribel Sánchez, y la delegada de Cultura y Patrimonio Histórico, Eloísa Cabrera.
Dotado con una inversión de 90.000 euros, el proyecto persigue adaptar el asentamiento a un modelo de visita más individualizado que refleja un cambio de tendencia en el que la crisis del coronavirus ha tenido algo que ver. Así, si en julio de 2019 visitaron el conjunto algo más de 300 personas, el mes pasado esta cifra creció hasta rebasar las 500, con el dato añadido de que antes se trataba de grupos grandes y ahora son más miembros de una misma familia.
A por dos declaraciones
La delegada territorial de Cultura y Patrimonio Histórico, Eloísa Cabrera, aseguró ayer que se está trabajando para que el enclave arqueológico pase a convertirse en conjunto; un proceso que ha de ir acompañado de un plan estratégico para Los Miralles que ya tienen en mente. Un asentamiento descubierto en el siglo XIX del que aún queda mucho que investigar, como subrayó Ángela Suárez.
Durante la convocatoria, Cabrera citó una fecha: el 4 de mayo de 2019; el día que los ayuntamientos de Alhama, Gádor, Santa Fe y Rioja; la Asociación Amigos de la Alcazaba y administraciones como Delegación de Cultura se reunieron en Los Millares como símbolo de la unión de todos para lograr su declaración como Patrimonio de la Humanidad por parte de la Unesco.
Según ha desvelado el arqueólogo Martín Haro, autor del proyecto junto a Ángela Suárez, de la Delegación de Cultura, la idea es potenciar los elementos esenciales de Los Millares. Entre ellos destaca la necrópolis, en la que se van a consolidar y poner en valor tres nuevas sepulturas -la 22, la 46 y la 55- prolongando así el itinerario.
El proyecto, que consta de distintas fases, contempla la ‘reexcavación’ arqueológica de zonas que no se tocan desde la intervención de Pedro Flores y Luis Siret allá por 1891. Estas no solo se consolidarán, sino que pasarán a formar parte de la visita al yacimiento facilitando la comprensión del público a través de unos paneles de realidad aumentada que les permitirán hacerse a la idea de cómo eran las tumbas en cuestión.
“Intuimos que puede haber sorpresas que anunciaremos en octubre; es posible que aparezca alguno de los enterramientos. Las intervenciones arqueológicas serán decisivas porque la metodología de finales del siglo XIX tenía sus limitaciones. Ahora podemos implementar técnicas de análisis genético y ADN y Carbono-14 para conocer de cuándo es la sepultura”, subrayó Martín Haro, al tiempo que destacó una curiosidad: la tumba 55 es una de las dos de todo el recinto que están orientadas hacia el oeste; el resto -hay un total de 80- miran en dirección a la salida del sol.
El poblado y el taller
El otro gran eje sobre el que pivota la intervención es el poblado, que se va a musealizar recurriendo a la realidad aumentada con vistas a que el visitante perciba el urbanismo primitivo (protourbanismo) que se practicó en este asentamiento prehistórico. “Se percibe un sistema de desarrollo, una planificación, de modo que junto a esas murallas vemos una muestra de cómo el poblado se expandía a través de un sistema de agregación de cabañas a medida que las familias crecían. Entre cabaña y cabaña, aparecen una serie de recintos o espacios muertos que se utilizaban como áreas de almacenaje para cereal y como establos”, señalaba el arqueólogo.
Por otra parte, el taller metalúrgico del enclave tiene “un valor excepcional” en la prehistoria andaluza, ya que constituye el primer registro del inicio de la actividad de la metalurgia. De hecho, allí aparecieron herramientas como un hacha. “Nunca había aparecido un espacio dedicado expresamente a esta actividad; ahora mismo no se ve su fisonomía, hay que volver a excavarlo y reproducir el original”, afirmaba.
Existe un elemento más que no debe perderse de vista: la posible aparición de una acequia para la conducción del agua destinada al abastecimiento humano -se cree que el asentamiento llegó a tener una población de hasta 1.500 personas- y del ganado. Martín Haro reveló que, según una investigación de la Universidad de Frankfurt, el agua circulaba a entre 10-15 litros por segundo y garantizaba el consumo durante unos 3-4 meses. “Aunque no se puede actuar en este sentido, sí se va a poner en valor esta información”, apunta.
Consulte el artículo online actualizado en nuestra página web:
https://www.lavozdealmeria.com/noticia/5/vivir/198336/los-millares-abren-una-nueva-ventana-a-la-historia