El día en que Raúl Quinto se puso delante del muro del hospital psiquiátrico de Volterra, al norte de Italia, las piezas del puzle al fin encajaron. Observar el texto de más de setenta metros de largo que Fernando Oreste Nannetti escribió golpeando el hormigón con la hebilla metálica de su uniforme simplemente se convirtió en parte de su rutina. Durante aquel viaje, se levantaba con el único propósito de colarse en el manicomio y conectar con el espacio. Cierto es que entrevistó a personas que habían tratado a Nannetti, que padecía esquizofrenia y pasó la mitad de su vida recluido. Sin embargo, el momento que daba sentido a aquella locura era ponerse frente a la pared y respirar.
Decía Philip Roth que escribir es bajar a la mina. Y Quinto vislumbró la veta de mineral que le decía que en el muro de Nannetti había un libro en el mismo momento en que entró a una galería parisina especializada en Art Brut y descubrió la sobrecogedora fotografía que mostraba aquella pared grabada durante años de forma violenta. “Me quedé obsesionado con el personaje: un hombre ante la vastedad de un muro enorme. Han sido muchos años de investigación; tenía la certeza de que debía escribir sobre ello, de que horizonte estaba justo ahí”, manifiesta en una entrevista a LA VOZ.
Ahora el horizonte acaba de cobrar forma libro y lleva por título ‘La canción de NOF4’ (Jekyll & Jill). Se trata de una suerte de tratado sobre el sentido de la escritura que profundiza en cuanto tiene de acto físico y simbólico. Porque en esta obra el autor explora qué implicaciones tiene escribir para la especie humana. “Al propio Nanneti su forma vasta de escribir le permitió sobrevivir. Y hay algo de eso: los escritores tratan de fijar la memoria, de permanecer a lo largo del tiempo, de buscar orden en el caos y de intentar resistir de alguna forma”, apunta.
La paradoja es que mientras en el hospital de Volterra Fernando Oreste Nanneti avanzaba en la escritura, el muro se iba deshaciendo “porque al final todo lo humano acaba siendo perecedero, y esa perspectiva es bastante angustiosa, es una lucha”.
Aunque este volumen no responde a preguntas, sino que ahonda en ellas y abre camino, su creador sí se detiene en la idea de la locura como una construcción cultural que ha evolucionado a lo largo de la historia y como una construcción política por “ese empeño de aplastar lo que no se integra en lo normativo que acaba siendo arrastrado a los márgenes, expulsado o encerrado como el propio Nanetti”.
También pone el foco en la relación entre la enajenación y el arte. “En la antigua Grecia, artistas y locos participaban del mismo regalo de los dioses: una especie de enfermedad sagrada que les abría a una percepción distinta. Esa pulsión poética que tiene todo artista y la literatura que merece la pena es una visión diferente del mundo. Una mirada más certera y real que cuesta ver a primera vista”, argumenta el también profesor de Historia del Arte.
Como en todos sus poemarios, sigue latiendo en su relato la intención de provocar una sensación física en el lector. Porque Quinto busca proporcionar casi una experiencia inmersiva que nos trastoque y mueva el suelo bajo nuestros pies. “Es muy difícil, pero la intención está ahí: causar algún tipo de ruptura e incendio en la cabeza del lector”.
Del hibridismo a la ‘normalidad’
Desde un punto de vista formal, ‘La canción de NOF4’ constituye un ejercicio de estilo en el que Quinto vuelve a sumergirse en el género híbrido entre la biografía, el ensayo y el poema en prosa. “Es cierto que hay una conexión muy potente tanto con ‘Hijo’, que también habla de la lengua, como con ‘Yosotros’, porque este Nanetti podía ser uno de sus personajes, pero también hay una especie de ruptura o camino que se cierra”, confiesa el coordinador de la Facultad de Poesía José Ángel Valente junto a la profesora de Literatura de la Universidad de Almería (UAL) Isabel Giménez Caro.
Entonces, después de nueve libros, ¿podría afirmarse que Raúl Quinto no escribe nada 'normal'? “Hay gente haciendo novelas, poemarios y ensayos increíbles; eso ya lo están haciendo ellos y alguien también tiene que escribir este tipo de libros, que a mí me resultan estimulantes e incluso divertidos. No cambio por nada la libertad de hacer de lo que me dé la gana y cómo me dé la gana. Además, mis libros no dejan de ser como los personas que aparecen en ellos, que se mueven entre lo normal y menos normal y discurren por los márgenes para abrir esa mirada”.
En este sentido, al creador le preocupa poco que salirse de los márgenes de la convención literaria esté penalizando su carrera. Sí reconoce que la mayor parte de los sellos de narrativa tienen muy definidas sus colecciones por género y que sus obras son, en su mayoría, difíciles de clasificar. A pesar de ello, se siente afortunado de que estos “experimentos” encuentren hueco tanto en las editoriales como entre los lectores. “No es que quiera ser un autor de culto o minoritario, no renuncio a nada, yo lo que quiero es que me lean y seguir siendo fiel a mi propia estética”, expresa.
Dos libros sobre el encierro en tiempos de confinamiento
Pese a que el autor de ‘Ruido blanco’ acabó ‘La canción de NOF4’ antes de la pandemia del coronavirus, los astros se alinearon de forma perversa para que Raúl Quinto entrase en el confinamiento domiciliario con dos libros en cartera relacionados con el encierro, ya que si Fernando Oreste Nannetti pasó la mitad de su vida recluido, la protagonista de ‘Sola’ (La Bella Varsovia, 2020) vive completamente aislada.
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